Capítulo 14: Fuego en la Sangre...

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Elena estaba un poco relajada. Había llegado a su depa, tomado un baño caliente y vestía una pijama de pantalón negro y una enguatada azul ya que por tanta lluvia la temperatura en la ciudad había bajado un poco para el final de la tarde. Había cenado recién y sentada en su sofá tomaba tequila con sal y limón para reducir el efecto del alcohol. Ya después del tercer trago sus preocupaciones se fueron disipando y eso la hacía sentir bien. De fondo sonaba Yanni y los últimos acordes de Reflections of Passion.  Suspiró hondo cuando If I Could Tell You comenzó a sonar; era su canción favorita  y ahorita la estaba disfrutando como nunca gracias al efecto del alcohol. Sonrió y subió aún más sin importar a  quien pudiera molestar y la programó su movil en modo repetición. Pero como si alguien hubiera escuchando sus pensamientos y tuviera pensado echarle a perder aquel momento de paz, sintió como llamaban a la puerta. En un principio no quiso ni siquiera levantarse a abrir, pero los llamados de timbre se convirtieron en fuertes golpes en su puerta. Ofuscada contestó que ya iba y de camino bajó un poco el audio, pero parecía que más molestia le causaba al que estaba al otro lado de la entrada. Todo pasó tan rápido que sólo se dio cuenta de que unos ojos azules casi en tono gris atormentado la miraban con tanta intensidad que todo el vello de su piel reaccionó de inmediato erizándose como nunca. Alejandro estaba ahí, sujetándola con fuerza. Ambos habían caído al suelo, pero él en un gesto rápido se puso de tal forma que ella fue la que le cayó encima.
Él estaba agitado, atónito, no podía creer lo que veían sus ojos, estaba feliz, confundido y sobre todo sentir la esencia del perfume que usaba Elena, una combinación de frutas resaltando el olor a melocotón lo hizo ponerse duro como una roca. Era algo que no podía evitar. Ambos estaban en shock. Alejandro levantó la mano hasta la mejilla de Elena y la acarició muy despacio. Ella ante aquel gesto no pudo evitar sentir una corriente eléctrica correr por todo su cuerpo. Cerró sus ojos y se dejó acariciar. Se volvieron a mirar a los ojos, sus miradas se encontraron y quedaron conectadas llenas de sentimientos mutuos, sus corazones latían desbocados. La atracción era demasiado fuerte. Poco a poco fueron acercando sus rostros hasta que sus alientos se fundieron en uno solo. Sus labios estaban a punto de rozarse, pero en ese momento los recuerdos del restaurante volvieron a la mente de Elena y antes de que Alejandro pudiera besarla ella se levantó de encima de él.
- ¿ Qué estás haciendo tú aquí? - preguntó Elena soberbia.
Alejandro aún en el suelo se sentó y de ahí le respondió:
- Eso mismo debería preguntarte yo. Qué haces tú aquí.
- Aquí vivo. - dijo ella en tono burlón.
- No te creo. Llama al dueño de este lugar para que quite esa música tan horrenda. No la soporto. - dijo Alex con la palabra "irritación" en el rostro.
- Estás frente a la dueña de este lugar.
Las copas de tequila habían avivado el valor de Elena. No estaba de humor para que encima no quisiera creer que ella vivía allí.
- Entonces tú... por tu culpa mi hermano no pudo rentar este lugar.
- ¿Qué?
Alex se levantó
- Sí, mi hermano quería rentar este departamento para estar junto a mi. ¿Ves esa puerta de ahí? - señaló afuera- ahí vivo yo.
- Ay no, no puede ser...- dijo Elena con total asombro.
Alejandro enseguida notó sus movimientos.
- ¿Estás tomada?
- Eso a ti no te importa.- le dio la espalda y se paró junto a la puerta y lo enfrentó - Si me disculpas, la estaba pasando muy bien hasta que has llegado a perturbar con tu presencia. Márchate.
Alex ante aquella orden se sintió desafiado. Miró hacia adentro y vio el tequila encima de la mesa de centro. Caminó ignorando a Elena que esperaba a que se marchara. Cogió la botella en la mano y bebió del morro.
Ella ante tal descaro caminó hacia él para encararlo.
- Tu cinismo no tiene límites verdad?
Elena con aquella pregunta, no insinuaba solamente el beber de la botella. Tenía doble intención. Alex captó el mensaje y quiso contraatacar.
- Parece que el tuyo no se queda atrás, no te parece? Brindemos- levantó la botella - brindemos por ti, la mujer que tiene una doble vida y sólo busca burlarse de las personas que la quieren.
Elena trató de entender qué era lo que Alejandro trataba de decir, pero él continuó atacando.
- Ya ves? Se te acabó el teatrito. Qué querías? Usarme? Tontear conmigo usando tus encantos de mujer para pasar mi materia y mientras te burlabas con tu novio, ese patán que...
Elena le cruzó la cara de un revés a Alejandro. Lágrimas descontroladas salían de sus mejillas. Se sentía humillada, furiosa, llena de rabia al pensar que él pudiera ni siquiera pensar algo así de ella. Por su parte, Alex quedó impactado. Nunca ninguna mujer lo había golpeado. Tenía la cara volteada, poco a poco fue volviéndose hasta verla.
- Te sientes ofendida? Pues las mujeres como tú, son las que no deberían sentirse ofendidas cuando se les habla con la verdad, cuando se les dice en su cara lo que son.
- Eres un estúpido, insensible. Me siento ofendida sí, pero sólo porque pienses eso de mí. Qué me vas a decir tú que me hiciste ilusionarme contigo y me ocultaste que eras de otra mujer- levantó la voz - tú si querías burlarte y aprovecharte de mí así que ¡¿de qué me acusas?!
Elena no pudo contenerse y se le echó encima a Alejandro. Mientras forcejeaban ella gritaba enloquecida que se fuera de su casa y de su vida. Él la sentía descontrolada, fuera de sí. Tal vez esas copas eran las culpables de que se comportara así. Se sintió desesperado. Necesitaba que ella se calmara.
- ¡Basta Elena!, ¡trata de calmarte!
Ella seguía tratando de golpearlo con sus manos en el pecho, pero era en vano, ya que ni aunque ella empleara todas sus fuerzas podría moverlo de lugar. Finalmente dejó de golpear y en un acto de juicio se echó para atrás para poner distancia entre los dos.
- No me voy a calmar. Yo te vi en ese maldito restaurante con "tú"- hizo énfasis en esa palabra- pareja. No me vas a negar que fueron a disfrutar de una gran cena y me imagino como terminó la noche.
- Pues te recuerdo Elena Sandoval que tú también ibas muy bien acompañada. En un primer momento no lo supe pues cuando te vi estabas sola en la mesa. Pasé la noche más terrible de mi vida. Intenté hablarte para explicarte el por qué yo estaba en ese lugar pero jamás pudiste contestar. No pegué un ojo en toda la noche y resulta que hoy cuando llegué a tu salón...
- Qué pasó en mi salón... habla...
Alejandro no quiso darle puntos al maldito patán de Eduardo y pensó que era mejor ocultar información.
- Nada, simplemente recordé cuando discutías la noche del antro y até cabos. Eduardo Soler estaba contigo.
Ambos quedaron en silencio, cabilando, analizando todo lo dicho. Antes de que Elena pudiera decir algo, Alex continuó.
- Yo quedé con Daniela en ese lugar sí,  pero no era una cena romántica ni mucho menos, nosotros ya no estábamos juntos y aunque ella insistía en regresar yo quería dejarle todo en claro, que todo había quedado atrás, que no había retorno para nosotros... para eso fui.
-Mientes, mientes. Entonces ¿por qué se fueron juntos? Ella estaba muy calmada.
- Eso no es cierto, yo...
- Basta de justificarte- interrumpió Elena- nada de lo que me digas cambiará lo que yo vi. Tú eres un maldito mentiroso y yo te odio.
- Pues estamos a mano. No sabes como me duele que puedas estar con ese tipo- dijo Alejandro con la ira contenida y bebiendo un gran trago de tequila.
- No sé qué es lo que te puede doler.- dijo ella con total sarcasmo quitándole la botella a Alex de las manos y sirviéndose una copa la cual se bebe de un trago.
Ambos quedaron en silencio. Se retaban con la mirada. Ella le ocultó lo que pasó con Eduardo esa noche. No quería que Alejandro supiera lo sucedido y eso aumentara su ego de macho. Él, quería demostrarle a ella que no estaba afectado en lo más mínimo, pero aún así detrás de su máscara de hombre duro su corazón estaba dañado en lo más profundo y el no poder tenerla lo lastimaba aún más. La tensión era evidente y crecía a cada minuto, se podía contar con un cuchillo. Era una batalla de apariencias y de sentimientos ocultos.
Elena sintió sonar su teléfono. Lo tomó y después de leer lo que parecía ser una notificación de mensaje volvió a mirar al hombre tenso que tenía al frente. Supo que iba a darle un golpe bajo, o a lo mejor no. Con él nunca se sabía.
- Ahora necesito que te vayas. Tengo que salir.
Alejandro dio un gran suspiro. Una ráfaga helada se le instaló en el pecho. Los celos hacían de las suyas y se burlaban de él en su propia cara.
- En serio? A ésta hora?
Elena quedó boquiabierta. Aprovechó para hacerlo estallar.
- Te atreves a preguntarme eso?- dijo mientras apagaba el equipo de audio- si te molestaba la música bien, ya está todo en silencio. Ahora largo de mi casa y no vuelvas más a mi puerta. Voy de salida.
- ¿Vas a verte con él?- dijo escupiendo veneno con esa pregunta. Se regañó para sus adentros pero ya era demasiado tarde para retractarse de sus palabras.
Elena quedó inmóvil. No podía creer su cinismo barato. Envalentonada dispuesta a echar más limón a la supuesta herida lo probó al máximo. Se fue dejándolo sólo a su habitación en busca de su bolsa. Efectivamente Eduardo le había texteado que quería verla en su ático, que sólo quería pasar un buen rato con su novia. Se vio al espejo y decidió irse en pijama. Lo urgente era salir pronto de su casa o no podría aguantar más y flaquearía ante aquel maldito profesor que la traía de cabeza. Regresó al salón de estar y miró directo a los ojos de Alejandro que por alguna razón esperaba una respuesta, o más bien, una explicación que reclamaba con su sola presencia.
- Sí, voy a verme con él, porque me da la gana y aunque sea todo el patán que tú quieras es sincero, honesto y me ama. Deja de fingir que te duele, busca a tu novia, y en todo caso si dices que la mandaste a volar búscate a otra, estoy segura que cualquier conejita con unas buenas tetas estaría más que dispuesta a pasar por tu cama por una buena paga o alguna estudiante que quiera pasar tu horrible materia.
Alejandro hiperventilaba. Ella lo había provocado. Jamás había conocido a alguien que pudiera juzgarlo de esa manera tan estúpida.
- En serio te vas en ese estado?- dijo él preocupado.
- Cuál estado? Estoy bien. Deja de fastidiar y vete.
Elena ya estaba en la puerta lista para que él saliera y cada cual se fuera por su camino. Ya casi él salía. Y para poner punto final ella habló como si pensara en voz alta a propósito.
- Quizá esta noche no regrese...
Miles de ideas pasaron por la mente de Alejandro. Recordó cuando en una ocasión mientras pasaba por una estación de gasolina lo había visto tonteando con chicas e incluso irse con una en su coche. Sentía que su mente colapsaría cuando los imaginó juntos pasando la noche en un encuentro apasionado. Elena había tentado su suerte. De ninguna forma permitiría perderla. Ella era suya. No en cuerpo pero si en alma. Ella se lo había demostrado en el poco tiempo que habían pasado juntos.

"Entre Dos Amores"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora