Prologo

235 19 1
                                    

Joe

No iba a mentirse, pensaba que ya nada le sorprendía después de tantos años de enfrentarse a gente cuya moralidad estaba tan trastornada que cometían crímenes por motivos tan mundanos.

Aúnque tampoco quería llamarlo trastorno. Se sorprendió enojado mientras pensaba en sus dos hijos como algo que un doctor con algún título elegante quiso etiquetar tantas veces a ese pequeño que había pasado por tanto.

Presenciar la muerte de su madre podría ser tráumente para cualquier niño, el que después su padre haya sido acusado por ese crimen, cuando el aún después de estos años aseguraba que había alguien más esa noche, podría ser devastador para cualquiera y es una cicatriz que jamás se podrá curar, no le es diferente el sentimiento de pérdida después del abandono de su esposa. Bueno, ex esposa.

Mientras daba un sorbo nuevamente a su café que su hija le había traído esta mañana, ambos sabían que era la excusa que tantas veces había usado para inmiscuirse en los más recientes acontecimientos de la ciudad.

El trabajo como periodista la había hecho alguien de temer. Rodeada de tenacidad y ese fuego que caracterizaba a Iris desde niña, el detective Joe west estaba más que consciente que nunca dejaría de preocuparse lo que este mundo pudiera hacerle a cualquiera de sus tres hijos.

Aunque el mundo solo supiera de la existencia de dos, eran una familia de 4. Con todo y el dolor que había rodeado los primeros años de la integración de Barry y Sebastián a sus vidas, ahora simplemente sonreía por lo afortunado que era de tenerlos a los tres.

Nadie lo ha notado, por su puesto que han sido cuidadosos y Dios sabe lo mucho que Joe está agradecido de que Barry sea el que pueda tomar el control siempre que Sebastián desate la pasión que lo caracteriza de maneras que harían dudar a más de uno, en especial en una estación de policía.

Siente el líquido caliente por su garganta, agradecido de que estrategia o no, su hija le haya ahorrado el tener que comprar esos cafés baratos de las máquinas expendedoras y le haya traído su favorito de Jitters.

Para todos en la comisaría, Iris solo se encontraba hablando con Barry. Pero joe sabía que no era el caso. Era tan sutil, imperceptible de hecho para todo el mundo. Pero Joe sabía que quien estaba hablando con Iris era Sebastián.

Su postura era más, sobresaliente pensó Joe. Es como si quisiera destacar por sobre todos los que están aquí. Su mirada y sonrisa chulesca era sin duda un rasgo que hacía imposible pasar por alto y dejar de lado a la hora de identificar con cuál de sus dos hijos hablaba Joe.

Iris abrazo a Sebastián despidiéndose y en cuanto Sebastián vio a Joe el lo saludo alzando las cejas y sonriendo para después dejar que Barry asumiera su papel.

Aún después de todos estos años Joe se seguía sorprendiendo ante tal cambio. Recuerda la primera vez que los descubrió a ambos.

El llegaba tarde de un turno de la comisaría. El papeleo después de tantos meses para la tutoría legal de Barry y ser su padre adoptivo después de todo lo que había pasado, estaba finalmente llegando a su fin.

Era una noche de mitad de septiembre. Joe vibraba ante la idea de finalmente meterse en cama y dar por finalizado su día. El era silencioso, el detective Joe adoptaba hábitos de su trabajo sin pensarlo en su vida cotidiana.

No le gustaba llevar esas conductas a su hogar, pero a veces era ya una fuerza de hábito difícil de borrar. Por lo que el andar siempre en silencio, caminar sin ser escuchado era algo que se le daba de maravilla.

Fue esa noche cuando antes de cruzar por su puerta se aseguró que su hija se encontrara dormida y a salvo. Después de encontraba la habitación de Barry, escucho una voz muy queda dentro de la habitación, era sin duda la voz de Barry.

Dos partes de uno mismo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora