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El reloj marcaba las cuatro en punto cuando tomó su mochila y la colgó en su hombro, despidiéndose de su jefa.

A excepción de la mañana, el día había sido como cualquier otro, sin muchas complicaciones.

Se apresuró en caminar hasta el portón, esperando que el ómnibus pasara temprano.
Su sorpresa dio lugar cuando en la misma entrada, se encontraba el Ford rojo de su jefe.

Se detuvo unos segundos, preguntándose qué hacer, pero bien sabía que sus únicas alternativas para irse a casa estaban cruzando el portón.

Maldijo por lo bajo y avanzó, sabiendo lo que le esperaba.

-Athelstan -Escuchó su nombre apenas al pasar a un lado del carro. Suspiró, tomándose su tiempo para voltear.-

-¿En qué le puedo ayudar, señor Lothbrok? -Preguntó, sabiendo de antemano la respuesta.-

-Súbete al carro, no me hagas perder el tiempo -Su rostro y tono serio hicieron que el corazón de Athelstan se acelerara en tiempo récord.-

-Podemos hablar mientras espero por mi transporte, señor -Optó por contestar Athelstan, aunque las piernas se le debilitaran al sentir la potente mirada del mayor en él.-

-Te subes por tu cuenta o te llevo en el maletero, tú eliges -Su voz sonaba tan en serio que el pelinegro no quiso probar su suerte, así que caminó lentamente hasta el vehículo para luego montarse en el asiento de copiloto.-

El motor no tardó nada en ser encendido y el auto en ponerse en marcha.

El olor a la colonia de Ragnar estaba impregnado en todo el carro y el ojiceleste se controló para no respirar hondo, aunque las ganas le mataran de cierta manera.
Lo que sí no pudo evitar fue el pequeño brinco que dio sobre su asiento cuando la voz de su jefe sonó nuevamente durante el trayecto, el cual estaba siendo recorrido extrañamente lento.

-¿Por qué estabas el día de ayer junto a Arthur? -Finalmente formuló la pregunta que el pelinegro sabía que había tardado en llegar.-

Athelstan respiró hondo antes de responder, pensando un poco.

-El señor Dion se ofreció a llevarme a casa -Murmuró sin realmente quererlo, pero inevitablemente siempre se sentía diminuto al lado del rubio.-

-¿Qué hacía ese infeliz en mi casa? -Elevó el tono de voz, volteando por unos segundos para poder ver el nervioso rostro del hombre a su lado.-

-No, él... -Hizo una pequeña pausa, pensando si debía de decirle o no, pero el tener una vez más la furiosa mirada del mayor sobre él decidió hablar.- Se ofreció a llevarme hasta su hogar y de regreso desde el club donde usted celebrará su aniversario.

Sin esperarlo, Athelstan jadeó de sorpresa cuando el auto se detuvo abruptamente. Agradeció la poca velocidad a la que iban anteriormente porque sino se hubiera dado contra la guantera.

Fue tomado desde la barbilla con la usual fuerza que Ragnar siempre empleaba para tocarle y su rostro fue girado hasta quedar frente al contrario.

Hacía mucho no veía a Ragnar tan enojado, no como lo había presenciado esa mañana y en ese preciso instante.
La última vez había sido cuando renunció a su trabajo y el ojiazul le fue a buscar de regreso.

-¿Qué? -Preguntó retóricamente Lothbrok cerca de su cara. No había olor a whisky como siempre lo hacía, ésta vez simplemente a la menta de algún chicle que se habría deshecho algunos minutos antes de empezar el viaje y la colonia que parecía emanar de aquél pecho levemente descubierto en la parte superior por su prolija camisa blanca, la cual tenía los primeros cuatro botones desabotonados. Suponía que el calor de la espera dentro del auto le había llevado a encontrarse de aquella manera.-

Señor Lothbrok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora