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Era Lunes nuevamente y él debía de volver al trabajo. Había recibido la invitación de bodas de su primo Clayton esa mañana y se planteó el ir a alquilar un traje exclusivamente para la ocasión. Aún no había hablado con su tía Lorraine y su tío Gordon sobre su nueva "relación" y temía de sus posibles reacciones. No estaba preparado para sentir que éstos se decepcionaban de él. Después de todo, eran la única familia que le quedaba.
Pensaba mantenerlo en secreto por el momento y esperar que no se enteraran por los rumores de los citadinos.

Makayla le había llamado para encontrarse esa tarde luego del trabajo y él no se negó. Hacía días no sabía nada de ella, siquiera la había visto en los eventos.

Tras llegar a la casa de los Lothbrok, su rutina empezó como siempre. Luego de asear a Gyda, bajaron juntos para poder hacer el desayuno. La niña decía una que otra palabra mientras jugaba con los juguetes que estaban regados por el suelo desde el día anterior (su único día libre).

Aún no había señal del matrimonio. Tampoco había oído ninguna voz en el rato que estuvo en la planta superior y se preguntó si debía preocuparse.

"No son tus asuntos" se recordó. Claro que no lo eran, pero él debía de saber si debía de hacerles el desayuno o no.

Más cerca del mediodía apareció Lagertha. Ésta aún se encontraba en pijama de seda rosa y pantuflas del mismo color. Parecía estar un poco adormilada.

-Buenos días, señorita Lothbrok -Prefirió saludar cuando notó que ésta no lo haría. La rubia simplemente agarró un vaso, llenándolo de agua del grifo y tomándolo por completo. Luego de dejarlo sobre la mesada, respondió.-

-Hola, Athelstan -Su voz sonó un poco apagada. Aguardó un momento antes de volver a hablar.- Ragnar se encuentra enfermo, súbele el desayuno luego de llevar el mío a la mesa -Sin más, salió de la cocina, dirigiéndose al comedor.-

Hizo lo pedido y alrededor de veinticinco minutos más tarde, ambos desayunos estaban servidos. Llevó el plato con omelettes y miel más la taza de té para Lagertha, viéndola ojear una revista mientras entre su hombro y oreja sostenía el teléfono, del cual se podía apreciar diminutamente una voz femenina del otro lado. La embarazada mujer siquiera levantó la vista para verle y él se retiró rápidamente hacia la cocina otra vez.

Colocó el plato con huevos y tocino más la taza con café sobre una bandeja de plata para poder llevarla con Ragnar.

Antes de eso, dejó a Gyda en la sala de estar junto con algunos muñecos y luego subió con el desayuno de su jefe.

Golpeó la puerta y oyó cómo la ronca voz de Lothbrok le dió permiso de entrar. Ya se lo imaginaba, igualmente de pijamas, acostado sobre la cama. Se las ingenió para abrirla él solo y apenas entró le vio de pie, abotonándose los últimos botones del chaleco de su traje azul marino, el que tanto le gustaba cómo le quedaba.

-Su desayuno, Señor Lothbrok -Dijo en voz tenue, no queriendo mirarle mucho, pero igualmente tenía la curiosidad de por qué su jefa había dicho que estaba enfermo si se veía bien, como siempre.-

-¿Lagertha te pidió que lo subieras? -Preguntó éste, con fastidio en su voz, sin mirarle aún, concentrado en su propio reflejo en el espejo, acomodándose el cuello de la camisa.-

-Así es, señor. La señorita Lagertha me notificó que usted se encontraba...

-No estoy enfermo, Athelstan -Le cortó abruptamente, dándose la vuelta, clavando sus profundos ojos en el pelinegro, quien sintió cómo sus rodillas se debilitaban y atinó a dejar con rapidez la charola sobre el mueble más cercano a su cuerpo.-

Abrió la boca para decir algo, disculparse quizás para luego poder irse sin más, pero Ragnar volvió a hablar.

-Cierra la puerta -Ordenó con la usual firmeza que solía emplear, pero al ver que el empleado no se movía de lugar, agregó un «por favor» en forma de súplica.-

Señor Lothbrok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora