3. Click.

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7:24pm.

—¿Te parece? — Hablé con un pedazo de pizza en mi boca.

—¿Que cosa? — Frunció el ceño el chico rubio frente a mí.

Luego de salir de la galería de arte había invitado a D'Angelo a comer algo, moría de hambre y quería pasar algo mas de tiempo con ese tipo que aún era como un agradable extraño.

—Mi parecido con esa pintura. —Con la fotografía en la mano se la mostré sobre la mesa, mirándolo de reojo, fijándome que tenía comida en su boca.

—Por algo te pedí posar a su lado. —Rió reincorporándose en su asiento, me miraba fijamente y con una sonrisa.

Que maldita sonrisa tenía.

Intentaba no concentrarme en detalles de él o de su rostro pero era inevitable, sus ojos aceitunas eran profundos y su sonrisa era blanca que hacía juego con esos labios finos color carmín.

Flashback.

—Solo ponte, Pérez. —Reía el chico alto empujandome al lado de un cuadro de un hombre de cabello largo que reposaba en una piedra, desconocía el artista pero era una hermosa obra de arte.

—No entiendo para qué quieres que me coloque al lado de esta pintura, claramente yo estoy más guapo. —Riendo me posé al lado de la pintura, acariciando mi barba con falso egocentrismo.

Luego, escuché el "Click" de la cámara Polaroid.

—Ahora tu no te salvas, Andrea D'Angelo. —Dije caminando hasta donde estaba para tomarle de la mano y llevarlo por unos pasillos.

Lo escuchaba reír y preguntar, y yo solo tenía una sonrisa en mi rostro.

—¿Que planeas? —Habló cuando casi me detenía.

—Ahora, tú vas a posar al lado de esa pintura, es idéntica a ti. — Señalé.

—¿A un payaso? —Rió acomodando su cabello.

Asentí y apunté con la cámara, esperando que se posara al lado de dicha pintura de Payaso cuyo artista era el mismísimo Picasso.

Click.

Flashback.

Al salir de ese pequeño restaurante, salimos a la estación de trenes que aún estaban abiertos y uno que estaba a punto de salir al centro de París donde alcanzamos llegar.

Estaba cansado, ese día había tenido muchas emociones, las cuales habían sido positivas, cuyas no había tenido ya hace bastante tiempo.

No sé en qué momento, pero estando hablado con el rubio y mirando al otro lado de la ventana las luces de la cuidad, me quedé profundamente dormido, recostado a quien sabe qué pero cómodo más que en mi propia cama donde cada noche me lamento la muerte de mi prometida.

———

Estaba ella, en mi sueño.

Usaba un vestido rosa palo, cabello castaño claro casi rubio, sus lunares y sus pecas, su cuello alto, sus ojos mieles...

¿Nuestro alrededor? un jardín de flores blancas como si fueran de porcelana.

Ella estaba sentada sobre sus talones frente a mí, yo sentado en el suelo con algo en las manos que no sabía qué.

—Shh, no digas nada. —Habló llevando un dedo a los labios cuando los míos estaban por soltar una palabra, que sería más que todo un quejido. — Querido, todo estará bien, todo está bien..yo no me he ido, yo estoy aquí, mi amor. —Señaló mi corazón y yo no soporté más las lágrimas.

—No puedo seguir sin ti. —Dije apenas, con un hilo de voz, cerrando sus ojos con miedo de que se fuera al abrirlo.

—Si puedes, lo has hecho todo este tiempo y lo harás mucho tiempo más. Encontrarás a alguien que te haga tan feliz como yo lo hice, y no veo a ese alguien muy lejos. —

Su voz dulce se detuvo y yo abrí los ojos en busca de ella, de su cabello castaño claro casi rubio, de sus ojos mieles, sus pecas, sus dientes perfectamente alineados.

Un quejido salió de mi boca, podía asegurar que estaba llorando, pero algo me estaba llamando, alguien estaba mencionando mi nombre.

—Pérez! Mathya..—

Mi pecho subía y bajaba, tenía el pulso muy acelerado y gotas de sudor adornaban mi frente.

Todo era borroso, así que intenté calmarme cerrando los ojos y presionando algo que no sabía que era.

—Todo está bien, respira, ¿Bien? —Alcé la mirada y esa dulce voz que tenía rato oyendo tranquilizarme era la voz de André, se veía preocupado.

Bajé la mirada a mi agarre, estaba presionando con fuerza su brazo, me estaba aferrando a él como si mi vida dependiera de ello, apenas me fijé lentamente me alejé.

—¿Todo bien? ¿Cómo te sientes? —Volvió hablar él, teniendo cierta distancia.

Asentí lentamente con la cabeza y quise huir, me avergonzaba haber pasado por una de esas crisis frente a un extraño.

—Vamos ya, el tren tiene minutos que llegó. —Susurró llevando su mano a mi rostro para apartar unos mechones de mi cabello que cubrían mi rostro y secar mis mejillas, extrañamente se lo permití.

Me levanté tomando mi maletín y caminando a su lado salimos de la estación para ir a donde André había dejado encargado su auto.

Durante el camino no preguntó nada más que la dirección del hotel donde me estaba hospedando.

—André. —Hablé por fin durante todo el trayecto, justo cuando él aparcaba. — Gracias por acompañarme, de verdad. —

—No fue mucho, me divertí. —Respondió suavemente con la mirada al frente y con las manos en el volante.

Sonreí un poco, o lo intenté, cuando abrí la puerta del auto para bajar pero antes su voz me detuvo.

Me giré y me estaba extendiendo una de las fotografías Polaroids.

—Buenas noches. — Salió de sus labios.

—Cuidate. —Devolví con la misma dulzura para por fin cerrar la puerta del auto y caminar al hotel.

No fue hasta que llegué a mi departamento y me senté en el sofá que que ví lo que había detrás de la Polaroid.

¿Un Capuccino temprano?

André D'angelo.

Sonrei de inmediato, letra inclusiva, pocas palabras, esa elegancia.

Me estaba empezando agradar ese extraño de cabellos dorados.

Las estrellas de tu garganta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora