6. Sótano.

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19 de Abril, 1998.

8:24am.

Ese día decidí salir algo temprano para caminar y leer algo del periódico, también para seguir descubriendo. Era una mañana algo fría, por lo tanto me aproximé a la cafetería cuando ya era una hora prudente.

Esa mañana no ví al rubio de ojos aceitunas, lo cual se me hizo muy raro, así que luego del café esperé una tres horas y luego me volví al departamento.

Preparé una pasta que había visto en algún programa de televisión, me quedó riquísima por lo tanto me comí todo y eso me tenía de un buen humor.

5:00pm y un mensaje de André me hizo abrir mucho los ojos.

"Te veo en el café en una hora."

Frunci el ceño sin entender pero decidí que iría, después de todo mis días se basaban en pasarme el rato con ese hombre que se había vuelto mi amigo.

—Buenas tardes, Mirella. —Saludé a la chica de ojos claros que atendía a la caja, por mi frecuencia era como una conocida cercana, habíamos tenido varias conversaciones muy agradables.

Esa tarde decidí usar algo más ligero, un jean oscuro algo desgastado, una t-shirt completamente blanca y una chaqueta de jeans.

—Alguien te estaba siguiendo los pasos, al parecer. —Sonrió de vuelta, señalando detrás de mí.

Confundido me volteé sobre mis talones y me fijé en como un André con una vestimenta muy diferente se bajaba de su imponente auto.

Llevaba puesto una camisa holgada de alguna banda de rock color negra, tres cadenas distintas colgar de su cuello, jeans rotos donde se lograba ser que usaba unas mayas.

Inconscientemente abrí ligeramente mis labios, estaba sorprendido y mucho.

—Hola. —Saludó el más alto tímidamente. — Hola Mirella. —Sonrió y ella le devolvió el saludo, yo no podía dejar de verlo, me tenía ignotizado.

—Hola. —Dije luego de unos minutos junto con una sonrisa. —

—¿Te gusta? —Soltando una risa se dió una vuelta para que pudiera admirar su vestimenta, ahora sí lucia como un chico de su edad.

—Te queda. —Moví ligeramente la cabeza de un lado a otro, para luego acercarme y ponerme de puntillas para decirle algo al oído.— Pero prefiero tu estilo de abuelo. —

—¿Abuelo? —Soltó una gran carcajada. — Mejor vamos, llegaremos tarde.

Confundido aún, sin saber a dónde me llevaría ese chico que era todo menos predecible, me despedí de Mirella y caminamos hasta su auto.

—¿Puedo preguntar a donde vamos? —

El solo sonrió y encendió el auto para echarlo andar, el cielo estaba casi oscuro, con tonos rosas y naranjas, se veía realmente hermoso como las luces de la ciudad se iban encendiendo poco a poco.

En ese auto se sentía el silencio pero no era para nada incómodo, ambos teníamos una sonrisa sin sentido alguno.

Sin preguntar me incline a la radio para cambiar canales hasta dejar lo que parecía ser el coro de alguna canción de Queen.

Luego de un par de minutos conduciendo, el rubio aparcó su auto en un lugar donde no se veía curso de personas, vacío y oscuro.

—¿Estas seguro que es aquí? —Hice una mueca y el solo mantenía una tierna y traviesa sonrisa.

—¿Tiene miedo, Pérez? —Alzó una ceja y bajamos del auto.

Al cerrar la puerta pude sentir el frío de la noche, así que me aferré al mi chaqueta de jeans mientras él más alto se acercaba a una puerta de un edificio no muy iluminado.

Tocó un par de veces y la puerta que ahora me percataba que tenía un poster abrió, mostrando una chica teñida en las puntas de color rosa y rubio, camiseta del mismo logo que el de André y una blanca sonrisa.

—Hey, Andrea. —Saludó palmeando el hombro del rubio.— Supongo que vienes con esta belleza. —Bromeó ella saludándome con la mano, me percaté que tenía algunos tatuajes.

—Helen, traje a un amigo, espero no te moleste. —La chica le tiró una mirada extraña al chico alto a lo que este mismo soltó una carcajada y le dió un suave golpe en el hombro. — No, no, no es lo que piensas. —

Fruncí el ceño por no entender pero no estuvimos ahí mucho, entramos a un pasillo que daba hacia abajo, como un sótano.

Al llegar pude oír música fuerte, varias personas bailando o solo conversando, era así como una especie de discoteca o bar. La temática del lugar era algo gótica adolescente.

—¿Que es este lugar? —Inconcientemente lo tomé del brazo cuando nos aproximabamos a un grupo de personas, no era mi tipo de ambiente por lo tanto me intimidaba un poco.

—Es algo así como...un lugar donde puedes ser tú. —Dijo en mi oído por lo alto de la música.

—¿Por eso te vestirse como rockero adolescente? —Me burlé.

—Soy un adolescente. —Riendo caminamos hasta un grupo de personas donde me presentó y que luego se disculpó para ir un momento a un lugar, que lo esperara en la barra de bebidas.

—¿Mathya, no? —Dijo una chica cabello oscuro y piel clara, algo alta y muy linda. —Megan, amiga de Andrea. —Se presentó estirando su mano la cual estreché no muy confiado.

—Es un lindo lugar. —Hablé por fin con mi mirada en las personas bailando.

—Es el lugar para escapar de tus problemas, ¿Quieres un trago? —

Negué con la cabeza desconfiado, no solía socializar por lo tanto no confiaba mucho en las personas. Con André fue tan diferente que hasta yo me sorprendía, tal vez solo era un chico muy transparente por lo tanto se notaba su alma pura.

De pronto, se iluminó un escenario que yo no había visto, estaba lo que parecía ser una banda y...¿André con una guitarra?

Se me iluminó el rostro, no miento que en todo el rato que estuve en ese lugar era la primera vez que sonreía sin fingir.

Se había maquillado un poco, se veía entre divertido y atractivo, se veía realmente guapo.

Las estrellas de tu garganta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora