2. Viaje en tren.

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París Francia, 22 de Marzo 1998.

4:23pm.

Más de una semana había pasado y había asistido varias veces a la cafetería a sentarme en el mismo asiento, en la misma mesa frente al mismo chico rubio.

Estaba sentado frente al de cabellos dorados, él tenía su mirada pegada a su celular y frente tenía una libreta con algo que no alcanzaba a leer.

En mis manos tenía un Capuccino y un trozo de pastel que me estaba terminando, hasta que recordé.

—Disculpa. —Dije en un tono donde pudiera oírme, teniendo así su atención. Sus ojos eran de un color aceitunas que resaltaba mucho, tenía las cejas relajada y los labios levemente abiertos. — ¿Conoces algún museo o galería que quede por aquí cerca? —Tragué salivas y dejé el Capuccino en la mesa. — Es que no conozco lo suficiente.

Miró a una esquina de la mesa, como pensando algo hasta que habló.

—Hay uno a 2 horas de aquí. —

—¿Me darías la dirección? —Hablé algo impaciente, sintiendo vergüenza. — Digo, si quieres. —

—Es en tren, supongo que podría acompañarte. —Su voz era gruesa, era tranquila, era dulce.

Si su color de voz fuera un color, su voz sería rosa crema.

—¿En..Enserio? Woah, me salvarías la vida. —Solté una risa nerviosa pero contento, nadie era tan amable con un desconocido.

—En realidad no es mucho, siempre es agradable viajar en tren. — Sus párpados se cerraron un poco por la acción de sonreír haciéndome sentir algo extraño en mi estómago.

—Nunca he viajado en tren. —

—Es como el metro, solo que mucho mejor y menos estresante —Apartó un mechón de su cabello con la mano izquierda y siguió— y sin gente amargada.—

Reí por su comentario que de cierto lo tenía todo y bebí un sorbo de mi bebida.

—¿Cuándo podríamos ir? — Fui yo quien habló está vez.

—Ahora. —Dijo serio levantándose del asiento repentinamente dejándome confundido.

—¿Ahora? —

Pasaron no sé cuántos segundos pero luego de eso él soltó una risa por lo bajo.

—Es broma, ahora no. —Tomando sus cosas la guardo en un maletín. No me había fijado en su vestimenta; abrigo de cuello alto color negro junto a una cadena de cruz, saco color beige y pantalones oscuros. Era un hombre muy elegante. — Mañana a las 1pm, ¿te parece? —

—A las 1pm aquí. —Afirmé con los labios curveados para que luego de eso, él asintiera con la cabeza y se fuera.

No fue hasta que desapareció en su auto que se me ocurrió pregúntarle su nombre.

Que estupidez, pronto sería.

————

El otro día llego muy rápido o debe ser porque la noche anterior me había quedado pintando las luces de la cuidad con la compañía de una buena botella de vino tinto.

11:04am Marcaba el reloj que tenía en la mesa de noche.

No fue hasta que el sol pegó en mi cara, por dejar las cortinas abiertas que no me desperté.

Bostezando me levanté de la cama para ir al baño a cepillarme y hacer mis necesidades. Me dí una ducha rápida y salí pensando en que había algo que se me olvidaba.

Las estrellas de tu garganta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora