Capitulo 3

2.6K 430 363
                                    

Un día, dos días, tres días...
Una semana, dos semanas, tres semanas. Mes y medio ha pasado y, Gustavo no me da respuesta sobre dónde podría estar Elisa. Pienso que tal vez ella no quiso decirle dónde es que se encuentra. Y si es así, ¿Que hare si no vuelvo a saber nada de ella? ¿Cómo seguiré mi vida? En éste último año en lo único que he estado pensando es en recuperarla, hacerle saber que todo habían sido solo mentiras. Que sí, le había mentido acerca de esa mujer, pero que nunca la toque, porque yo a quien amaba y amó; es a ella. Pero ahora, siento que ese sueño se está esfumando, asi como la neblina de la mañana. La amo, es como si no importará cuánto tiempo pase, ella sigue intacta en mi corazón, quizá sea que me estoy poniendo viejo, como André dice. La edad me ha vuelto un viejo sensible y emocional.

«No», sacudo mi cabeza para aclarar mis ideas. Ni siquiera soy consiente de mis actos, hasta que...

—¡¡Dimitri, cuidado!! —Pedro me grita, él esta cuatro pisos más abajo. Estamos poniendo una estructura de metal, de diez pisos de altura. Yo estaba soldando unas uniones en el cuarto piso hasta que: el andamio dónde estoy parado, comienza a tambalear. No me percate de que un tornillo se había caído. El andamio esta de extremo a extremo de la estructura. Debajo de mí, no hay nada, más que unos nueve metros de fea caída. Dejo de caminar, puesto que si sigo, el andamio se saldrá de la base. Sudor frío cae de mi frente, mientras pienso como llegar al extremo seguro.

—¡Espérate, subiré para ayudarte a llegar al otro lado! ¡No te muevas! —Grita, Pedro.

—¡Bien, aquí espero! —él corre al elevador de carga. Mientras tanto, pienso cuan cerca estuve... estoy, de morir. Y solo soy capaz de pensar en ella, en cuanto me gustaría verla, en cuanto me gustaría abrazarla, besarla, en cuanto la sigo amando. Que sí pudiera hacer algo, lo haría, con tal de recuperarla.

—¡Agarrate güero¡ —Dice Pedro llegando hasta donde estoy. —Y mi mente grita con ironía «Claro, Pedro ¡¿Pero de dónde carajos me agarro?!

  —Pedro, mejor... tú sujeta bien el otro extremo del andamio.

   —Sí, sí, mejor. —Agarro bien la tabla y yo comencé a caminar con cuidado.

Me habían puesto a mi en éste lugar porque la a mayoría no le agradaban las alturas. No es que yo fuese un fanático, pero tampoco les tenía un miedo increíble.

Llegué hasta la orilla. Un sudor frío me recorrió la columna vertebral.

  —Hijole mano, casi te vas con Diosito. —Suelta Pedro, mientras mira hacía abajo.

   —Casi... —digo sin mucha emoción en mi voz.

   —Vamos a tomarnos una coca pal' susto. —Él era muy fanático de ese refresco. No era del todo mi favorito, pero creo que éste momento lo ameritaba. —Debes revisar todo muy bien antes de subirte a los andamios güero, ¿Pues dónde tienes la cabeza?

   —Honestamente, no he tenido muy despejada la mente estos días, Pedro.

   —simon, si te he visto medio amensado. Pues ¿que traes, güero? —reí suavemente ante la forma de hablar de Pedro, no es que no me haya acostumbrado, pero aún me sigue pareciendo gracioso.

   —Solo he estado pensando... —dije, esperando a que él no insistiera. Pero no creo que funcionará, Pedro era como la señora chismosa de una vecindad. Me miró, como instando a qué siguiera. Yo solo solté una respiración que había estado conteniendo. —Es la chica de la que te hable... presiento que ya no volveré a verla. Eso me, me mata. ¿Sabes? Jamás me imaginé llegar a amar tanto, y menos a mi edad.

  —Si no estás viejo güero. —dio un gran respiro y prosiguió—. Mi suegra falleció hace dos años y vieras como le lloro mi suegro, decía que nunca iba a volver a amar tanto y un montón de cosas más. Pero hace seis meses se consiguió una chamaca de treinta años. ¡Y eso que él tiene setenta y cinco! Dijo que está rete contento con ella. —Agarro su celular y se puso a rebuscar en la galería. —Ira, es ésta. —Abri mucho los ojos al ver la foto de una mujer con poca ropa, estaba en una pose un poco comprometedora, mostrando su voluptuoso trasero. Lo que más llamo mi atención fue su elección de maquillaje: las cejas bastante negras y gruesas, los ojos de un celeste bastante claro con labios rojos carmesí. Su cabello lo tenía de un rubio extravagante, que contrastaba demasiado con su tono de piel morena.

Dimitri Donde viven las historias. Descúbrelo ahora