Capítulo VII: Al Cielo no.

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"Resulta que agarré y que decidí matarme
porque ya no había nada de dónde agarrarme.
No es que yo sea un tipo bajoneado
pero no me iba a salvar ni Superman drogado"

Pese a que en un principio hubo aceptado la propuesta de su amiga para inscribirse en la clase de teatro terminó desviando la conversación en todas las ocasiones que pudo. No quería ser ingrato con Irene, pero eso de presentarse en un escenario con la gente mirándole no era una idea que terminara de cuajar en su mente, no se veía haciendo eso, era demasiado tímido para ello. Para su infortunio, hubo un día en que simplemente no pudo escapar, su amiga estaba de mal humor o algo, lo comprobó cuando esta lo llevó arrastrando hasta el dichoso teatro protagonista de más de una película mental poco inspiradora.

Él deseó que fuera por exageración del relato.

Pensar en ello le generaba malestar, la última vez que participó en algo similar a una obra fue durante el tercer grado de la escuela cuando tuvo que hacer de una oveja para la interpretación del nacimiento del Niño Jesús, no tuvo que hacer mucho, pero no le quitaba lo apenado que estuvo de llevar el condenado disfraz durante horas, cada vez que veía la foto de esa etapa de su vida se le subían los colores al rostro, se avergonzaba de su propia existencia cada vez que sus padres compartían la foto en internet a modo de recuerdo y que su madre le dijera que fue la ovejita más linda de todas no ayudaba en nada.

—Irene, si él no quiere no insistas –interrumpió Ezequiel con la intención de que ella entrara en razón.

—¿Cómo va a saber que le gusta o no cuando no tiene la iniciativa para hacerlo? –Preguntó de manera hostil, en definitiva algo había hecho enojar a Jaramillo, quizás la poca seguridad que mostraba Peralta.

—Por favor, entiende –suplicó, no estaba sintiendo la sangre circular por su brazo derecho a esas alturas– En serio dudo que tenga madera para esto, no va a funcionar.

—¡Te pueden dar puntos extra por esto! –Exclamó por perder la paciencia.

—¿Le vas a decir eso al tipo que tiene el promedio de notas por encima de diecisiete? –Ezequiel preguntó de manera irónica– ¿Estás jodida de la cabeza o algo? Ya déjalo tranquilo, obligarlo no servirá de nada.

La muchacha se quedó un rato reflexionando, ambos chicos tuvieron la esperanza de que hubiera cambiando de opinión, incluso aflojó el fuerte agarre que infligía en el brazo de su amigo. Solo fue cuestión de tiempo para que lo volviese a tomar del brazo, incluso con más fuerza que antes, y se adentrara de lleno al teatro sin intención de escuchar reclamos de nadie. Santiago quiso desaparecer cuando tuvo de frente a la profesora Sonia Méndez, esta se les quedó mirando con interés en saber que quería decirle su estudiante.

—Profe, buenas tardes –habló entusiasmada– a mi amigo le gustaría participar en la clase de hoy, es muy tímido como para hablar por sí mismo, pero le pido que por favor le dé una chance –sonrió ampliamente, cosa que inquietó un poco más al pobre muchachito.

—Ay, Cristo bendito, sí que te gustan los retos –comentó en risas la profesora– Está bien, no hay problema, justo vamos a ensayar algunas escenas del guion de «Al Cielo no» –se quedó reflexionando un rato– Por tu físico te cuadra el papel de Jesús; Irene, tendrás el papel de Padilla. ¿Cuál es tu nombre, jovencito?

—Santiago Peralta –respondió avergonzado, sentía sus mejillas arder.

La profesora le explicó que no tenía razón de estar nervioso ante la sensación de equivocarse, al parecer era algo común entre los nuevos estudiantes que se inscribían en la clase, podía recurrir al libreto las veces que hicieran falta. Se quedó leyendo el guion mientras que al mismo tiempo veía a los demás alumnos hacer las escenas, las mismas que él estaba leyendo. Sonia Méndez comentó que primero tenía que darse una idea de cómo expresarse en el escenario, por lo que era conveniente para él observar la interacción.

Lo malo de ser bueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora