Capítulo III: Solo estoy sobreviviendo.

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"Porque hoy no me quiero ver buscando todo un porqué
dejando que suceda lo que vaya sucediendo.
Y no dudar si dudar ni ser tan trascendental.
No me interpreten mal, solo estoy sobreviviendo"

Recordaba sus colegios anteriores con poca o ninguna emoción, al menos no positiva. Durante el primer año estudió en un colegio privado con unos compañeros demasiado imbéciles para la cordura de cualquier otra persona, los profesores no hacían más que desviar la mirada cuando se presentaba un conflicto entre los estudiantes, pasaban por alto el acoso que muchos sufrieron. En el segundo año ya lo habían inscrito a una institución católica donde la experiencia no fue menos mala que en la anterior, le bastó solo unos meses para dejar de tener fe en un ser superior, aunque no estaba seguro si en algún otro momento de su vida hubo sentido tal cosa.

Tomando en cuenta de que estaba en un país del tercer mundo, y del cual todavía muchas cosas con respecto a la sexualidad estaban estigmatizadas, su sorpresa fue desproporcional cuando la profesora de Salud, quien comenzó a trabajar en la institución ese mismo año, mandó hacer una exposición a modo de micro-clase en grupos de máximo cinco personas sobre cualquiera de los siguientes temas: Consentimiento sexual, relaciones sexuales entre personas del mismo género, métodos anticonceptivos (más allá de evitar un embarazo), enfermedades genéticas hereditarias, infecciones de transmisión sexual, consecuencias del embarazo precoz y el aborto.

Descolocó a varios de sus estudiantes con aquellos temas, los unos a los otros se miraron a las caras en busca de alguien que les dijese que la docente hablaba en serio. Santiago quedó en blanco unos instantes, a pesar de haber leído un poco de varios de los temas que dio, nunca tuvo una educación sexual muy explícita por las razones que ya se comentaron con anterioridad, muchos de estos provocaban que algunos individuos afilaran los trinches y encendieran sus antorchas, al haber estado en un colegio católico conocía de primera mano la histeria irracional de ciertos individuos.

—Bien muchachos, escojan sus grupos y decidan qué tema expondrán –anunció la profesora Teodora Castro con una voz muy calmada para lo estricta que llegaba a ser en ocasiones.

—¿Sé puede hacer de manera individual, profesora? –Cuestionó Rafaela luego de alzar la mano, más de uno se le quedó mirando durante un rato.

—Claro, pero puede llegar a ser un poco complicado tener que aprenderte lo necesario para exponer estos temas sin recurrir a un comodín. No digo que no puedas hacerlo, solo digo que hacerlo sola es complejo –explicó.

—No tengo problema, elegiré el aborto, ¿Puedo exponer también el por qué debería legalizarse?

—Es una micro-clase, sí se puede. Pero reitero que es muy complicado exponer algo tan complejo sin ayuda, por eso si cambias de opinión y decides hacerlo en grupo no hay problema.

—¿Me está subestimando, profesora? –Ladeó la cabeza con el ceño fruncido en curiosidad.

La profesora le miró con intriga unos instantes, como intentando relacionar su rostro con su nombre, llevaba ya un mes y medio trabajando en la institución y todavía no reconocía a varios de sus estudiantes. Sin embargo, Rafaela Santiago era como un tulipán negro en un rosal, recordó que se había tomado la molestia de leer su historial de vida.

—Ah, eres la estudiante modelo del cuarto año B, los profesores me han comentado que eres poco afectuosa con tus compañeros. No te preocupes, solo fue una sugerencia, no intentaba hacerte sentir menos por tu decisión.

—Me imagino que es así –comentó con neutralidad y una ligera sonrisa.

—Profe, ya tengo mi grupo formado y el tema que escogeremos –interrumpió Irene acercándose al escritorio.

Lo malo de ser bueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora