Capitulo XIV: Me hace bien, me hace mal.

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"Todo lo que me da placer es raro o inmoral.
Todo lo que me da placer no se puede contar.
Entonces no sé nunca qué tengo que hacer
me pregunto y no me puedo responder
¿Por qué si me hace bien, me hace mal?"

La respuesta de Rafaela no sólo dejo a la mayoría con la boca abierta sino que un gran desconcierto de sobre puso cuando Lucas soltó una carcajada. De inmediato se sospechó que fue por la tensión en el ambiente, pues nadie emitió palabra alguna durante esos segundos.

—Y vaya que me dejaste traumado –el joven Tamayo la rodeó con su brazo y pellizcó su mejilla con cariño.

El gesto consternó tanto a los invitados como a la propia Rafaela, quien le miró con profunda extrañeza.

—Declarado, eres un puto masoquista –recalcó Lisandro, apático.

—No joda marico, ¿No la reconociste? –Interrogó Esteban entre el reproche y un inminente ataque de risa.

—No sean gafos, ¡Claro que sí la reconocí!

Rafaela se le quedó mirando, «Así que el pendejo sólo se estuvo haciendo el desorientado todo el bendito tiempo» se dijo para sus adentros.

—¿Tú sí lo reconociste, Rafa? –Preguntó Felicia con una ceja alzada.

—Tiene la misma cara de mocoso cagón que tenía en la escuela, claro que sí lo hice –no escatimó en hostilidad.

—¿Estás bien, amor?

Por la interrogante de Lucas cayó en cuenta del tono que utilizó, necesitaba volver a tener el control de la situación.

—Sí, sí, estoy bien –su actitud cambió a una más gentil en un parpadeo, notó que su novio no le creyó y tuvo que hacer un pequeño esfuerzo por mantenerse afable.

—Bueno, esto está bien tenso, ¿Quién quiere karaoke?

Varios alzaron la mano con entusiasmo, Santiago, Frida y Lisandro fueron excepciones. En pocos minutos Lucas ya tenía el televisor y un par de micrófonos conectados por Bluetooth, las primeras en unirse al karaoke fueron Irene y Jade Magnolia con la canción Ábranse Perras de Gloria Trevi, una buena forma de animar una fiesta y arrasar en el proceso.

A los pocos minutos, Lucas le pidió a Rafaela acompañarlo a su cuarto, la chica accedió pese a la pequeña confusión que le generó, ¿De qué quería hablar ese bobo? Tamayo cerró la puerta de la habitación con seguro y se sentó en la cama junto a su novia, la tomó de las manos y la observó con cariño.

—Rafa dime, ¿Está todo bien? ¿Te sientes cómoda?

—¿De qué estás hablando? Claro que estoy bien –soltó una risilla inocente– ¿Por qué preguntas?

—Bueno... Es posible que me veas como un cursi de mierda, pero pensé que tú no me habías reconocido. Tuve sentimientos encontrados, estaba feliz ante la idea de poder formar una amistad contigo, pero también me mortificaba la idea de no haber sido suficiente para ti.

—Créeme, fuiste lo bastante cretino como para olvidarte –su voz detonó cierto rencor.

El chico bajó la mirada cuando sintió el calor subirle a las mejillas, guardó silencio buscando las palabras adecuadas para continuar.

—Lo siento, en esa época me llamaste la atención y yo no supe cómo actuar. Fui estúpido... y esto sí que sonará tonto, pero quería que fuésemos novios –mostró una sonrisa melancólica– Te dañé, espero que puedas perdonarme por mi inmadurez.

—Te clavé un condenado lápiz en la mano, yo me reí al último, creo que tus disculpas son inverosímiles.

—Te juro que a veces me pierdo en lo que dices, pero me encantas –sonrió divertido, acercó su mano para acariciarle la mejilla.

Lo malo de ser bueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora