Capítulo 3. Culpa

790 66 9
                                    

«Nada Es más peligroso que una persona que te haga estrenar sentimientos.»

-Benjamín Griss
~

No podía esconderse del calor de los rayos de sol contra su piel por siempre y el encierro impuesto sobre ella misma en su ficticia isla desierta de pesadas emociones tenía que acabar. Sentirse miserable no resolvería ninguno de los muchos problemas que tenía. Necesitaba ser un ejemplo, un guía para su pueblo, y eso requería de la fortaleza para comenzar a saturar sus heridas y formar cicatrices; un paso a la vez.

Así, en un intento por permitirse diversión en su vida y despejar su agobiante pensar, había aceptado con dificultad la invitación de Eugene y Lance para pasar un rato en la taberna del bosque.

Pero su espíritu no brilló cuando puso un pie ahí y el silencio de las rudas miradas que la escaneaban mientras caminaba hasta la mesa del fondo fue suficiente respuesta para hacerle saber que, aunque hubiera forzado su sonrisa, no había logrado engañar a nadie. Rapunzel siempre animaba a los comensales del lugar con sus rasgueos de guitarra o con una tonada musical que hablara sobre lo grandiosos que eran; sin embargo, ese día el piano permaneció en silencio y las cervezas no se derramaron al aire en un brindis por la entusiasta princesa.

Particularmente, los dos ex ladrones se inquietaron ante esa actitud. Conocían la entrañable osadía que empapaba el aura de la rubia y verla tan rota era señal de alerta sobre lo grave que se estaba tomando el asunto. Tenían que admitirlo, Cassandra era un tema delicado de abordar y el Reino actuaba como si la ausencia de tan cercano amigo de su heredera fuese un problema que había que enterrar e ignorar

—¿Estás bien princesa? —El moreno fue quien se atrevió a comenzar.

La de ojos verdes, abrazando sus piernas flexionadas y escondiendo su rostro entre ellas, negó con la cabeza.

—Me ocupo de eso —titubeó—, es solo que últimamente las cosas no han sido muy fáciles para mí.

—¿Es por lo que pasó con Cass? —aventuró el castaño.

Lance de inmediato lo miró con reproche por su valor para sacar a la luz el esquivo tema de conversación.

El silencio que se produjo posterior a su pregunta pareció nunca acabar, hasta que la rubia alzó débilmente la cabeza y una sonrisa de nostalgia se dibujó en sus labios. El de ojos cafés supuso que algo había hecho bien para conseguir esa reacción, restregándole su acierto a su amigo con su arrogante sonrisa.

—Sabes Eugene, cuando nos separamos preguntaste si la razón era porque conocí a alguien más —hizo una pausa y notó al más robusto sostener una risa con sus manos, volteando para ver al susodicho con una clara expresión de habérselo advertido—, mentí cuando dije que no. —pudo percibir que sus hombros se tensaron un poco menos al soltar esas palabras—. Sí había alguien.

El moreno se atragantó con la carcajada que no pudo contener ante la reacción que cubrió el rostro alineado del otro hombre.

El castaño no parecía asombrado, ni disgustado, era como si muy dentro suyo hubiera aceptado esa realidad hace tanto, aunque no entendía por qué tal revelación era liberada en ese momento.

—Bueno, no voy a negar que no me siento sorprendido. —confesó.

Estaba seguro que la intención de Rapunzel no era humillarlo, pero su ego se dañó ligeramente al admitir en voz alta su derrota por obtener el amor de la chica. «¿Quién será el misterioso adversario contra quien había perdido?», pensó, y la respuesta llegó a él sin ni siquiera haberlo pedido.

Redención | Cassunzel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora