Capítulo 4.

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—¡Bájame loco! — Gritó mientras golpeó su espalda, Daniel me tiene en su hombro después de decirme que me va a castigar.

—Por ti — me contesta, si lo conociera diría que está sonriendo.

Maldito lobo.

Ingresa conmigo a su ostentosa casa y con cuidado sube las escaleras, levantó la cabeza como puedo.

—Lucas, ayúdame — le hablo al que más confianza me produjo.

Aunque los tres me secuestraron.

No puedo tener un favorito.

Es que su rostro inocente tiene algo que me atrae.

—Lo siento, pero no puedo — dice nervioso mirando hacia otro lado.

Daniel se detiene conmigo en su hombro todavía y abre una puerta, cuando me baja al suelo trato de salir pero sus brazos me aprisionan.

Que brazos fuertes, dios este hombre se ejercita.

—¿A dónde crees que vas? — su voz suena divertida, me muevo como una lombriz para escapar.

—Lejos de ti. — gruñe.

—Mala respuesta. Déjennos solos — le ordena a sus dos hermanos.

—Ten cuidado.

¿Cuidado? ¿Cuidado en que?

Logro escapar de él, observo como Chris y Lucas salen de la habitación no sin antes cerrar la puerta, trago grueso y me giro al ver como la pared de esta habitación en la que estoy es de color rojo. Mis ojos se abren como platos y mi quejida creo que llego al suelo, frente a mi esta una enorme cama con sábanas negras, un sofá largo color rojo y en la esquina colgado.. Mierda... Hay látigos, cuerdas, esposas. Estaba tan concentrada mirando todo que cuando volví a mirar a la cama, Daniel está sentado mirándome fijamente.

—Emma, ven aquí.

Estoy en shock y confieso que, un poco caliente.

—Emma — advierte perdiendo la paciencia. A paso lento camino hacia el — Du bist perfekt (Eres perfecta) — susurra con la voz ronca inspeccionándome de arriba a abajo.

—¿Qué?

Me toma de mi mano tirándome con fuerza haciendo que caiga en su regazo boca abajo, doy un pequeño grito sorprendida.

—¡Daniel!

—¿Cuánto dices que te mereces por huir? — levanta la remera que tengo puesta y acaricia mis glúteos.

—¿Vas a nalguearme? — le pregunto nerviosa y excitada.

No lo puedo evitar siempre quise encontrar a alguien con quien experimentar el BDSM, todo es culpa de cincuenta sombras.

—¡Ya suéltame! — chillo, tengo que hacerme la difícil, no quiero que se de cuenta que deseo esto.

Me sobresalto al sentir una pequeña nalgada, me acaricia la parte donde golpeo.

—Van a ser diez. Cuenta.

—Yo no..

Me da otra nalgada un poco más fuerte —Cuenta o estaremos todo el día aquí.

Empiezo a contar, muerdo mi labio. Estoy sintiendo mucho calor.

—No pares.

—Cinco — susurro soltando un gemido de dolor y placer, esto se siente increíble.

—Seis.

Mi coño palpita.

—Siete.

Jadeo al sentir como aprieta una de mis nalgas.

—Ocho — tartamudeo — nueve y diez.

Mi respiración está agitada y estoy muy excitada, creí que no se podía sentir placer por unas simples nalgadas.

Yo siento que ardo.

Necesito que me folle.

—¿Estás bien?

Las palabras no salen por lo que asiento con la cabeza

—¿Qué haces? — interroga al ver mis intenciones de huir — No hemos terminado. ¿Quieres que te castigue otra vez?

Niego.

Si.

Cierro mis ojos al sentir su mano cerca de mi ropa interior, hace un lado mis bragas y uno de sus dedos acaricia mi clítoris haciendo que gima. Su dedo es una maravilla, sabe moverlo muy bien y tocar justo en el lugar correcto. ¿A cuántas chicas les tocó ese dedo? No sé por qué eso me hace sentir un poco celosa.

—Estas tan mojada.— sus deliciosas caricias se detienen y me quejo.

—Daniel.

—¿Qué quieres hermosa?

—Ya lo sabes.

—No, no lo sé.

Hago el esfuerzo de levantarme, pero pone su mano en mi espalda empujándome con delicadeza.

—Te escucho.

—Necesito...

—¿Necesitas?

Maldito, sabe perfectamente que quiero. Sé que él también lo quiere y puedo sentir su excitación. A la mierda, jamás rogaría, pero este hombre me provoca hacerlo.

—Follame. 

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EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora