Libro 5 de la Saga Oscuridad: TERMINADO.
Nadie en el mundo mágico creía en el retorno de Él Señor tenebroso, creían firmemente que era un invento de Él niño que vivió. Skyler sabía perfectamente que su retorno era verdad, pues ella misma había ayuda...
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Estaban muy cerca de las navidades, estaban en la última semana de clases antes de salir de vacaciones. Era lunes, y desde que empezó el día todo había iniciado mal.
— Llega cinco minutos tarde, Señorita Beckett —reprochó McGonagall al ver entrar a Skyler en el aula de trasformaciones.
— Disculpe, profesora McGonagall, tuve un pequeño inconveniente —se disculpó la pelinegra.
《Sí, un inconveniente llamado quedarse dormida》
Le dijo su serpiente telepaticamente.
《Callete Shadow》
— Como usted no es nueva y ya llevamos un recorrido semestre, usted recibirá un castigo por su impuntualidad—le dijo McGonagall seriamente— Espereme al final de la clase para indicarle cual será su castigo, ¿Entendido?
— Entendido —bufó.
Skyler se dirigió a su asiento al lado de Draco. Y comenzó a apuntar en su pergamino lo que McGonagall escribía en la pizarra.
— ¿Sé te pegó la almohada a la cabeza? —preguntó burlón su novio.
— Que bobo eres —le dió un leve empujón sonriendo.
— Bien, ahora que ya tienen los apuntes en sus pergaminos — Habló McGonagall— pasaremos a la parte práctica.
McGonagall camino hacia el fondo del salón, y quitó una manta que abarcaba un buen espacio, dejando ver varias jaulas en las que habían Pájaros azules.
— Prácticaremos el hechizo "Steel Acero" —Dijo— Este hechizo hace que las garras del animal puedan alargarse y mutuar convirtiendose en acero —McGonagall con un movimiento de varita hizo que cada alumno tuviera su respectiva jaula con su pájaro — Tendrán que sacar al pájaro de la jaula para poder realizar el hechizo, y una vez que realizen el hechizo tendras que hablarme para calificarlos —Añadió— Ah, y una cosa más, tengan mucho cuidado cuando las garras se alarguen, ya que sus garras serán muy filosas, ¡Pueden comenzar!
Los alumnos con cuidado sacaron a sus pájaros de sus jaulas y las acomodaron arriba de su escritorio, sorpresivamente ninguno abrió las alas para revolotear, quizás estaban entrenados o hechizados.
— Eres muy bonito —Susurró Skyler acariciando al ave.
La pelinegra tomó su varita y apuntó al ave:
— ¡Steel Acero! —Las garras del ave unos segundos después comenzaron a alargarse. El Pájaro de Skyler ahora tenía las garras extremadamente largas, tanto que Skyler tuvó que apartarse un poco del escritorio para no ser rozada con ellas.
