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— ¿Qué generaba en usted el matar a una niña indefensa? — preguntó la mujer frente a mí, sonreí e inmediatamente se acomodó en su elegante silla.

— Se puede decir que me genera el mismo placer que a usted le causa trabajar con personas altamente peligrosas para la sociedad. Es ese mismo placer cuando logra detener a los criminales más buscados del país, y si me permite diferenciar su trabajo del mío; usted busca el bien común, yo busco alimentar cada uno de mis demonios, esos mismos, que están susurrándome en el oído; que abra poco a poco su piel blanca y los mantenga vivos con cada gota de sangre que derrame su cuerpo.

Se quedó completamente en silencio, tratando de encontrar algo de broma a mis palabras. Nerviosamente escribió unas cuantas letras en su cuaderno, y prosiguió con el interrogatorio.

— Sr. Powell, ¿es usted consciente de todos los daños que ha causado con su monstruoso actuar? — asentí con la cabeza.

— Tarde que temprano todos vamos a morir, no le veo nada de malo dar un empujón a quiénes me vuelven loco.

— ¿Qué quiere decir con que "lo vuelven loco"? — preguntó confundida.

— ¿Se ha enamorado? — cuestioné. Me observó con rareza, y después de varios minutos asintió con la cabeza —. Mitzy, me enloqueció con su olor. Violette, me hechizó con sus ojos verdes esmeralda. Marie, me atrapó con su dulce voz. Hazel, me derritió con su ternura y su amor incondicional. De cada una me enamoré; en mis manos sintieron ese único placer de vivir y morir por mí. ¿No cree que tuvieron un final digno de devoción?.

Noté como su respiración se agitaba ante mis palabras, y al ver que no respondió a mi pregunta, continué hablando:

— Ellas son mías, cada una tiene un lugar especial en mi corazón. Se entregaron a mí en cuerpo y alma. Me brindaron lo más puro y hermoso de sus vidas. Su amor solo me pertenece a mí. Aunque no lo crea, ellas están aquí; caminamos juntos a una misma dirección. ¿No es maravilloso el amor?.

— Eso no es amor, Sr. Powell. Usted las asesinó después de violarlas, ¿lo va a negar después de que las pruebas forenses dictaminaron lo que realmente les ocurrió?.

Respiré profundamente ocultando la crueldad de sus palabras. Esta mujer no conoce el amor puro y verdadero.

— Nunca las violé, ellas accedieron a estar conmigo bajo su propia decisión. Ya le dije, ellas se entregaron a mí, cada una me dió amor a su manera. No ponga palabras que no he dicho, sé perfectamente lo que es amar, cosa que usted no sabe.

— Cuénteme un poco de su relación con Mitzy — sonreí recordando su delicioso olor a flores frescas —. ¿Cómo llegó a ella?.

— Mitzy asistía diariamente a la secundaria de California, en el precisó instante en que la vi, me enamoré de ella. Ayudaba a su madre en una floristería; ese aroma a flores frescas siempre la acompañaron; llegar a ella fue un tanto difícil, era muy prevenida ante mi cercanía. Me deleitaba oliendo cada centímetro de su piel desnuda. Es mágico sentir como ella reaccionaba a mis caricias. Los suaves y dulces gemidos que me otorgó la noche que se entregó por completo a mí...

— Esa misma noche en que la asesinó — inrrumpió mis bellos recuerdos. Ladeé la cabeza y crucé mis brazos sobre su escritorio, su mirada está totalmente alerta a cada uno de mis movimientos.

— Tiene algo de parecido a ella. Y aunque no sea completamente pura, me la recuerda; hace los mismos comentarios mal intencionados que me dejaban sin palabras. Mitzy era muy celosa, no le gustaba verme con otras mujeres. Pero la tranquilizaba con un par de besos en el estacionamiento de la escuela. Ella es mi primer tesoro, y uno que tiene gran valor para mí.

De nuevo calló observándome con gran detenimiento. Sus ojos cafés son demasiado expresivos, hasta logro vislumbrar la humedad en ellos. Sin embargo retiene las lágrimas, haciéndose una mujer fuerte. Acabo de encontrar mi nuevo amor, esa expresión de dolor es muy tierna, y me está provocando de sobre manera.

— Sr. Powell, ¿cuántos años tiene como licenciado? — cambió el tema, y sonreí. Es una mujer muy interesante e intrigante.

— Quince años, Dra. Prince — oí claramente como tragó saliva y mis manos picaron por acariciar suavemente su piel.

— ¿Y cuántos asesinatos ha cometido? Quiero decir, ¿a cuántas niñas engañó con su falso amor? — me irrita que se dirija a mí de esa manera. Yo solo quiero amarla como a las demás.

— No hable de esa manera tan dura, Dra. No le queda, en cuánto a su pregunta; han sido solo cuatro, ya sé las mencioné. ¿Lo olvida? — asintió con la cabeza tomando nota nuevamente —. Tengo una pregunta que hacerle, Dra. Prince.

— Sí, dígame, Sr. Powell.

— ¿Qué productos usa para la piel? Luce muy suave y tocable, ¿puedo? — se aferró con fuerza al bolígrafo y se negó de inmediato.

— No se vaya por donde no es, Sr. Powell. Siga contestando a mis preguntas, ¿de acuerdo?. Pero creo que por hoy ha sido suficiente, mañana retomamos la sesión.

— No huya de mí, Dra. Prince. No haré nada que malo con usted — sonreí levantándome del asiento, al tiempo que dos guardias me esposaron nuevamente —. Le deseo una noche mágica, Dra. Me ha ayudado bastante hablar con usted, supongo que tenemos química.

De nuevo su respiración se agitó y cerré los ojos con fuerza. Esa es una imagen la cual quiero grabar cuando se entregué por completo a mí. Quiero verla así, debajo de mí, dándome todo su amor. Sus ojos serán una gran pesadilla durante toda la noche.

— Contaré las horas para verla nuevamente, Dra. Prince...

Mr. Powell[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora