6.

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Jenna

Estoy demasiado asustada. Mi corazón late con mucho miedo, mi mente no deja de divagar lo que hará este psicópata conmigo. Debí decirle a Davis sobre su posible presencia en el restaurante. Pero la sugestión me ganó, e incluso el miedo no me deja pensar claramente. Me he dedicado a entender la mente humana por años, y sin embargo, el Señor Powell, ha hecho mucho daño. Tarde me he dado cuenta que el campo de la psicología no es lo mío. Todo lo aprendido se ha ido por un barranco, en el primer instante en el que mostré mis miedos ante él. Ahora que ya me manipula a su antojo, no tengo oportunidad de ser más fuerte que él. ¿Ahora que sucederá conmigo? Es obvio que este es mi fin, tengo el cruel presentimiento de que me hará en carne viva lo que ha hecho con cada jovencita que ha asesinado. El hecho de pensar en eso, mi cuerpo se queda helado por completo. Y por más que trate de contener las lágrimas, me es imposible; cada una sale llena de terror. ¿Por qué conmigo? Solo buscaba entender la mente de un hombre con varios trastornos mentales. En todo lo que llevo de labor, nunca me había topado con alguien tan  macabro y siniestro.

Veo el oscuro camino por donde se ha adentrado. Todo está a miles de kilómetros, es un lugar solitario y poco concurrido; no he visto ningún auto atravesar está carretera. Su mirada está fija en el camino, y por ocasiones la siento quemarme completamente. Posa su mano en mi muslo izquierdo y mi corazón se detiene. Su mano es grande, áspera y ese calor que emana son hielos sobre mi piel. No es para nada agradable sentir el roce de sus dedos en mi pierna. Deseo lanzarme del auto, pues sería mejor que morir en manos de un asesino, pero me tiene bien asegurada en el asiento.

Oh, mi Dios.

Sálvame, por favor.

Más lágrimas caen de mis ojos, sus dedos se hunden en mi piel y, entonces giro la cabeza para verlo. Su expresión se ha endurecido considerablemente. Estoy segura que en este momento es su otra personalidad, el agresivo y demente Jeremías.

— ¿Qué pasa, lindura? — susurra, hasta el tono de su voz cambia —. ¿No te gusta que te toque?.

Ángel tiene un tono de voz más tranquilo y amigable, mientras el de Jeremías es aterrador y poco paciente.

Vuelvo a callar, no me salen las palabras. Ya no sé con qué más persuadirlo, el miedo se ha expandido por todo mi cuerpo; ya no lo puedo ocultar.

— ¿Qué vio en ti? — vuelve a susurrar, y trago saliva —. Eres atractiva, pero no eres para nada colaboradora. ¿Te das cuenta del daño que le causas con su indiferencia?.

— ¿A qué te refieres? — mi voz tiembla, su mirada vuelve a la carretera y en sus labios se dibuja una sonrisa.

— Ángel es tan débil hacia la mujer que ama — su apatía es algo que no me agrada —. Y cuando visiblemente lo rechazan deja que salga para lidiar con ellas. Debo confesar que eres la primera que lo ha ignorado por mucho tiempo, ¿acaso no somos atractivos para tus ojos, o el abogado de cuarta te gusta más?.

— No es eso, simplemente no veo con amor a un hombre que asesina para satisfacer un deseo sexual — ríe, su macabra risa me causa un escalofrío por todo mi cuerpo —. Además que solo ha sido una relación de paciente y profesional. ¿De dónde saca ese supuesto amor?.

— Eres un dolor de cabeza, Dra. Para ser una mujer con altos estudios, se te ha olvidado que el amor a primera vista existe. ¿O no cree en el amor? Cuénteme.

— Si creo en el, pero no funciona de la manera en la que lo ve. El amor se construye día a día con una persona que corresponda sus sentimientos. De mi parte, yo no he dicho ni hecho nada como para que diga que estoy enamorada de usted, Sr. Powell.

Calla por largos segundos y niega con la cabeza. No sé cuánto lleva conduciendo, y el espeso bosque parece no tener fin.

— Dra, usted no conoce lo que es entregarse para siempre a alguien. Cuando dos almas se unen para siempre, ni la muerte podrá acabar con ese vínculo. Ya lo sabrás.

Un temblor me hace cerrar los ojos con fuerza, de nuevo me ha dejado sin palabras.  Es aterrador como relaciona el amor con la muerte tan despreocupadamente. No tengo como escapar de él... a no ser, de que finja amarle, pero se daría cuenta; bajé la guardia y me ha golpeado justo en mi punto de quiebre.

Las palabras de mi profesor de la universidad me hacen eco en la mente; era el primer día, estaba sumamente emocionada y mis expectativas eran enormes, y entonces dijo en cuanto llegó al salón; ¿Están seguros que han escogido la carrera correcta? Un psicólogo debe tratar con múltiples pacientes, y les aseguro que no todos tenemos la capacidad mental para afrontar y asimilar las atroces confesiones como los de un asesino, e incluso los detalles de una violación puede remover las emociones, es normal sentir el sufrimiento de los demás. Pero precisamente para eso nos preparamos. Sí no están seguros de soportar todo, pueden retirarse y encontrar algo que realmente les llene el corazón...

Los años de preparación me han golpeado fuertemente, me encerró entre la espada y la pared. Y el Sr. Powell supo despertar el miedo en mí.

— Ya hemos llegado a casa — avisa deteniendo el auto frente a una pequeña cabaña en medio de la nada. Algo me dice que acá es donde está Hazel —. Yo mismo te llevaré en brazos hasta la cama, supongo que tienes sueño. Debió ser un día largo en tu trabajo.

Baja del auto y suelto el aire con fuerza. Al abrir la puerta de mi lado, solo me fijo en cada una de sus expresiones y movimientos. Actúa delicadamente, incluso sus toques no son más que roces sin intención de lastimar. La sonrisa en sus labios es amable. Sus ojos escanean con detenimiento cada parte de mi cuerpo. Mete los brazos por debajo de mis piernas y me levanta suavemente una vez me suelta las correas. Me obliga a colocar la cabeza en su pecho. Su corazón late tan tranquilamente que podría dormir sin problema con solo su palpitar. Sus acciones son tan encantadoras, que si no supiese qué es un psicópata, fácilmente podría llegar a enamorarme de él. He flaqueado ante un asesino serial, y no es que me haga sentir algo; es el hecho, que ha sido mucho más inteligente que yo, al entrar en mi mente y jugar con ella a su antojo.

Mi corazón no se halla dentro de mi pecho. Los pasos hacia la casa son lentos y tortuosos. La puerta la veo borrosa por las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Su calor, su calor corporal es envolvente... y siento como mi alma sale de mi cuerpo al traspasar la puerta, y entrar completamente en una casa fría y oscura, con un psicópata cargándome delicadamente en sus brazos.

Mr. Powell[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora