Capítulo 1

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   Quería que el mundo dejara de girar ahora mismo. No se sentía a gusto con su alrededor, o siquiera con su propio cuerpo en ese momento. No quería estar en su cuerpo. No quería sentir.

   En definitiva, no quería ser ella misma.

   Pero debía hacerlo, era lo correcto, tenía que cerrar este círculo de mentiras en el que había vivido durante un año, engañada.

-¿Quieres entrar?

   Negó. No quería. No podía entrar a esa casa y ver lo que estaba a punto de arruinar. Lo que ya había arruinado.

   La risa de dos niños pequeños jugando en el jardín la hizo sentirse mareada. Esto estaba siendo peor de lo que se imaginó en un principio que sería. Tenía que terminar pronto.

-Te pido disculpas –empezó en un susurro –Soy la persona con la que ha estado tu esposo durante un año. Me acabo de enterar que está casado. Juro que no lo sabía –dijo, agradeciendo que no la hubiera interrumpido aún. No habría podido seguir si lo hacía –Me hizo esto cuando quise dejarlo –susurró mostrándole la herida que tenía en la sien, una herida que hacía unos minutos le habían curado en San Mungo –Lo siento mucho por ti.

   No supo qué más decir, no había palabras para pedir disculpas como esa mujer se merecía después de haberle arruinado la vida de la manera en que lo hizo. Sabía que no había sido del todo su culpa, había actuado engañada después de todo, pero saber eso no le aliviaba en lo más mínimo.

   Se alejó de la casa sintiendo como el dolor en su cabeza comenzaba a aumentar a niveles espantosos. Era evidente que el estrés del momento le había hecho más mal del que podía siquiera suponer. Y aparte estaba el golpe que había recibido. 

   Jamás se hubiera imaginado que él fuera un hombre violento, que la lastimara simplemente porque quería dejarlo al enterarse que estaba casado. Jamás se lo imaginó, hasta que lo vivió.

   El sanador que la atendió en San Mungo le había preguntado si quería que llamara a los aurores, pero ella no había querido. No quería que luego todo se convirtiera en un circo de chismes. Afortunadamente nadie aquí sabía de su año siendo “la otra” de un hombre casado, ya que todo había sucedido en América, tan lejos de su país, que no llegó a involucrar a su familia. Y realmente quería que todo siguiera así, no podría soportar hundir a su familia en una vergüenza como esa.

   Podía manejar esto sola, no necesitaba a los aurores ni a nadie de la prensa involucrada. Sólo quería poder olvidar que había sucedido.

   Cuando salió de la consulta y entró al baño para verificar el daño que tenía, viendo qué tan notorio era para poder ocultarlo, Astoria no pudo reconocerse a sí misma al verse al espejo. Esa mujer que le devolvía la mirada desde el cristal no era ella… O sí lo era. Era lo que quedaba después de haber sido engañada, después de que la lastimaran. Después de que Draco Malfoy, el hombre que amaba, le hubiera mentido.

   Había sido una ilusa, ¿cómo pensó que el gran y poderoso Draco Malfoy podía fijarse en ella? En ella de todas las personas. ¿Cómo pudo creer que las palabras de amor que le decía eran reales, que eran exclusivamente para ella? Pero lo creyó, y ese fue su gran error.

   Draco Malfoy no la amaba, sus palabras de amor sólo eran palabras vacías para engatusarla y conseguir lo que quería, lo que no podía conseguir con su esposa Pansy.

   Tarde lo supo, pero ya estaba libre.

   Pensando en todo eso llegó a su destino. El único lugar en que podía ir, el único lugar donde podía sentirse segura ahora mismo.

TU ERES MI HOGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora