Capítulo 10

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   "Lo siento. Lo siento mucho. Nunca quise romperte el corazón. Merlín, ¿qué he hecho?

   Soy Astoria Snape, la esposa de Severus Snape, a quien amo como a mi vida.

   Sé que estarás llorando ahora. Por favor, no lo hagas. Nunca quise verte llorar, sólo quería hacerte feliz, pero al final sólo dolor pude darte.

   Severus, mi amor, por favor no me malinterpretes. Acabo de pensar en ti, acabo de acordarme que te amo, pero me temo que mis recuerdos, que volvieron ahora, desaparecerán nuevamente, y hay muchas cosas que quiero contarte.

   Cuando eras mi maestro siempre te alteró lo olvidadiza que era, pero en mi defensa puedo decirte que olvidaba las cosas porque las pociones me tenían sin cuidado. Ahora… Ahora te estoy dejando justamente porque también olvido, pero no puedo justificarme ya, tú eres lo más importante que hay para mí, ¿por qué te olvido?

   Eres lo mejor que me ha pasado, y sé que no necesito recordarte con mi mente porque eres parte de mí. Puedo olvidarte, pero nada puede echarte de mi interior. Mi corazón siempre será tu hogar. Vivirás allí hasta que muera porque sé que tú me amas tanto como yo, a pesar de que nunca me lo dijiste con palabras.

   Por favor, perdóname por dejarte.Te amo y lo siento, lo siento mucho.

  Siempre tuya. Astoria Snape.



    Severus soltó la carta como si ésta hubiera comenzado a arder, mientras una de sus manos estrujaba fuertemente su túnica a la altura del pecho al sentir un extraño y doloroso movimiento allí, como si su corazón acabara de romperse en mil pedazos afilados y hubieran comenzado a cortar con saña la carne para abrirse paso hacia fuera.

- ¡Eres tan cruel! –le gritó a la nada, intentando sacar de dentro todo ese dolor que hacía años no sentía, el mismo dolor (o quizás incluso más fuerte) que tuviera aquella mañana de invierno cuando su padre lo tiró a la calle con sólo nueve años de edad – ¿No me habrías dado otra oportunidad si te la pedía? ¿Tenías que irte así, sin siquiera despedirte? ¿Tenías que dejarme? Dijiste que nunca me abandonarías. ¡Mentirosa!

   Rompió la carta a pedazos antes de prenderle fuego con la varita, hasta que no quedaron más que unas pocas cenizas que volaron por todos lados cuando la ventana se abrió a causa del fuerte viento de afuera, provocando que a su vez cayera de la pared uno de los portarretratos.

   Era del día de su boda, aquella que Daphne le había sacado cuando él no miraba a la cámara porque sus ojos negros, tanto como toda su concentración en sí, estaban únicamente en la mujer con la que acababa de casarse. La mujer que amaba más que a su propia vida.

> ¿Qué voy a hacer ahora sin ti? –Dijo tomando el portarretratos, sin poder evitar que se le escapara un sollozo de dolor –Estoy solo otra vez. Me dejaste solo…


******


- ¡No me divorciaré de ella!

   El grito de Severus había alertado a Aurora y Daphne que entraron a la sala en ese mismo momento, justo cuando él estuvo a punto de sacar la varita de su manga, en un acto de ira ciega ante lo que pensaba era un completo absurdo de parte de su suegro.

   Dos días había trascurrido desde que Astoria lo abandonó, dejándole una simple carta de despedida en la cual ni siquiera le decía dónde podía encontrarla. Severus había estado como loco cuando pudo pensar con la mayor “normalidad” de la que fue capaz después de ese ataque de rabia, incredulidad y, lo que más dominaba, dolor; entonces fue a la casa de Daphne, sabiendo que ella siempre había sido la primera persona a la que Astoria recurría cuando tenía un problema.

TU ERES MI HOGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora