CAPÍTULO 5

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Pasaron dos días desde que Seokjin despertó como un chico de porcelana con vida. Ese sin duda había sido el día más extraño de mi vida. Ahora se ponía un poco familiar, porque tener a Seokjin es como tener un niño pequeño quien no sabe absolutamente nada del mundo que lo rodea. A pesar de eso, aprendía a una velocidad increíble, tal cual robot que es.

—De acuerdo Seokjin, esto es una escoba — dije sosteniendo el objeto mencionado y los ojos de Seokjin se clavaron justo en eso —, esto se usa así: —barrí el suelo en demostración soltando un poco de polvo —Es para limpiar. La limpieza en esta casa es fundamental ¿entendido? — el chico asintió tal como le enseñé. Este tomó la escoba e hizo lo mismo que yo, de un lado a otro, pero en un solo lugar. Me reí por aquello, enseñarle era divertido, pero sobre todo frustrante.

Así habían sido los días anteriores. Traté de enseñarle cosas tan esenciales que se sentía raro. Gestos, palabras que jamás dijo, posturas, colores, la diferencia entre humanos y animales, y las partes de la casa.

¡En serio era tan difícil! Nunca lo había pensado así, porque no soy bueno para enseñar. Viendo cómo se comportaba con lo nuevo, me hace sentir cálido.

Me llevó un rato enseñarle la manera adecuada de barrer, por suerte solo era necesario una demostración y lo domina bien al instante. Ahora Seokjin ha aprendido algo nuevo, por fin tengo a alguien que me ayuda con las tareas del hogar.

Después de que este terminara de barrer una habitación, tocaba la siguiente parte de las tareas, y una de las más importantes.

Regar las plantas.

Algo tan sencillo como eso, puede llegar a ser un completo caos, puesto que el chico de porcelana era de cables también.

—Ellas también son seres vivos, y como todo ser vivo que es, se alimentan y crecen — rocíe un poco de agua sobre ellas, haciendo un silencio tranquilo donde solo se escuchaba la corriente de agua. Seokjin maravillado por ello, tomó una hoja y jaló lo suficientemente fuerte para arrancarla del cuerpo. —¡Seokjin, NO! — soltó la hoja asustado al escucharme gritar enojado. Él estaba confundido de mi repentino acto, era obvio, pero era mi reflejo, me dolía tanto que dañen mis plantas.

Seokjin retrocedió hasta quedar lejos de las plantas, estaba apenado.
Suspiré por mi culpa en el pecho y me acerqué a él con el balde de agua.

—Tranquilo, fue un accidente, no lo hiciste a propósito, está bien — le tranquilicé como mejor sé, tomé sus manos y las puse en el balde, sin que estas tocaran el agua. Nos acercamos nuevamente a las plantas y Seokjin se encogió ante su presencia. —Ellas también sienten, pero estoy seguro que ya te han perdonado. No te preocupes —. Parecía tonto decirlo de esa manera, pero había funcionado y Seokjin recuperó la confianza para regarlas.

También sonaba un poco tonto el hecho de que me sentía orgulloso.

Seokjin poco a poco fue regando las plantas una por una. Se detuvo al final para darse cuenta de que había sobrado agua. Con su curiosidad infinita se atrevió a meter las manos al balde, y por acto de reflejo grité fuerte y saqué sus manos antes de que tocaran el agua. Seokjin volvió a asustarse.

Suspiré y formé una sonrisa por la locura que estaba a punto de cometer por saber qué textura tenía el líquido. Era tan lindo. No podía solo regañarlo, no cuando me ponía aquellos ojos tan brillantes y hermosos.

Me acerqué de nuevo a él y puse ambas manos en sus hombros, obligado a verme a la cara.

—Seokjin, está prohibido que toques el agua y también está prohibido que arranques las hojas de las plantas — me miró atento y luego miró las plantas, lucían brillantes con las gotas cristalinas —¿de acuerdo? — Seokjin asintió frenético.

𝙀𝙡 𝙘𝙖𝙡𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙤𝙧𝙘𝙚𝙡𝙖𝙣𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora