A decir verdad, el pasar de los días fue pesado.No puedo manejar con éxito tener que cuidar a Seokjin de absolutamente todo.
Era un niño, maldita sea, era un desastre.—¡Seokjin, NO!— grité nuevamente. El chico estaba a punto de jalar el mantel de la mesa que sostenía los platos y vasos del almuerzo. Suspiré frustrado y acomodé el mantel como estaba. —Eso no se hace cuando estamos a punto de comer—.
Seokjin siguió en silencio y miró como procedía a comer mi almuerzo. El chico no podía ingerir nada, porque literalmente era un muñeco. No tenía sistema digestivo. Él sólo se quedó mirándome, enfocado en cada detalle que yo hacía.
Ya estoy acostumbrado. He estado con él de esta forma un mes completo.
Desde aquel día que llegué a casa y me encontré con la maceta rota, no podía dejar mucho tiempo a Seokjin solo. Sentía una ansiedad terrible por el simple hecho de pensar que podría pasarle algo desagradable.
Quería protegerlo porque era delicado.
Todo en él es delicado.
Al terminar de lavar los platos sucios me apoyé en la losa y suspiré de angustia.
Justo pienso en las peores posibilidades cuando hoy tengo que dejarlo solo.
Necesitaba ir a la fábrica. No he trabajado en un buen tiempo, se me acaba el dinero tan pronto. Agradecía que Seokjin no tenga ninguna necesidad biológica, eso sería un problema económico grave.
De pronto escuché la música de la radio por toda la casa, e inmediatamente supe quien había sido.
Regresé a la sala y me encontré con un chico delgado tratando de bailar con el perro una pieza de Jazz. Era tan adorable.
En cuanto me vio, soltó al perro para correr a mi. Tomó de mis manos y empezó a dar giros y pequeños saltos. Yo sonreí tan amplio por ver a Seokjin disfrutar de la música.
Le seguí el paso hasta que ya no pude más y me tiré al sofá viejo.
Había pasado un buen rato, estaba agotado, así que descansé un poco antes de irme a buscar piezas de chatarra.Me quedé dormido un rato, pero pronto desperté porque había sentido un peso en mis piernas. Supuse que fue Rapmon porque este siempre hacía lo mismo cuando me quedaba a tomar una siesta aquí, pero en cuanto sentí algo duro y suave al mismo tiempo, supe que no era mi peludo amigo.
Seokjin se había puesto en mis piernas, tal y como lo hacía el perro. Me reí suave porque este chico siempre aprendía cosas de este tipo.
—¿Qué haces?— le pregunté —¿Quieres que te dé caricias como a Rapmon?— bromeé. Empecé a pasar mis manos por su cabello con suavidad. Al abrir los ojos y bajar la mirada, tenía sus ojos clavados en mí, expectante de lo que hacía. —Eres un chico muy hermoso ¿lo sabías?— pausé y tomé de sus mejillas — tienes las tallas perfectas, todo en ti es perfecto ¿por qué demonios te desecharon?—. Esa era la cuestión. El misterio más grande en él.
¿Por qué lo hicieron? ¿Realmente fue porque no puede hablar? Quería aferrarme a la idea de que ese era el único error que tenía, porque no podía imaginar otro.
El reloj empezó a pitar indicando que era medio día.
OH DIOS, YA ERA MEDIO DÍA.
—¡Tengo que irme! ¡Vamos, Seokjin, levanta!— el chico lo hizo y pronto fui a traer mis cosas para poder irme. Esta vez debía estar más preparado por si algo nuevo se me atraviesa buscando en la chatarra.
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𝙀𝙡 𝙘𝙖𝙡𝙤𝙧 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙥𝙤𝙧𝙘𝙚𝙡𝙖𝙣𝙖
FanfictionNAMJIN Érase una vez, una fábrica que creaba unos hermosos muñecos que eran vendidos a los coleccionistas más ricos de todo el mundo. Estos eran perfectos, pequeños, finos, tan suaves como la piel de una doncella joven. Pero no todo en esa fábrica...