Capítulo dos: Expectativas

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Izuku estaba caminando por el camino de nubes, aun no sabía cómo debía sentirse ante la idea que para los humanos esto no podría ocurrir, sus cuerpos que no son dignos no tienen el poder y mucho menos el respeto para que las nubes se dejen pisotea...

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Izuku estaba caminando por el camino de nubes, aun no sabía cómo debía sentirse ante la idea que para los humanos esto no podría ocurrir, sus cuerpos que no son dignos no tienen el poder y mucho menos el respeto para que las nubes se dejen pisotear por sus pies, pero para un Dios como él esto era algo que debía hacer para llegar a otros lugares.

A veces se acostaba en la mullida superficie y abría una pequeña zona para ver más allá y analizar a los humanos. Verlos hacer sus acciones, relacionarse y como la vida avanzaba en ellos.

Había dioses para cada concepto que le rezaran los humanos, su madre una diosa muy venerada y amada era la de la naturaleza. Su padre fue un dios de los dragones que fue echado de la tierra de los Dioses, nunca supo porque y no le interesaba por la nula unión que tenían. Al joven Dios lo único que le gustaba era ver a los humanos vivir su vida y agradecer la misericordia de los dioses. Izuku nunca entendió porque debían suplicar que sean amables con ellos, era algo básico para él.

Su madre le suele decir que como dios del día su razón cuidar a todos los seres vivos y le gustaba, le encantaba la idea de poder ayudarlos con sus cultivos, el iniciar su día con un saludo brilloso y despedirse con una escena llena de sentimientos de colores morados naranjazos.

Le encantaba ver las hermosas parejas llenas de amor mirar un atardecer mientras el escondía el sol y se preparaba para descansar mientras Katsuki, el dios de la noche tomaba su puesto. Como hoy decidió caminar un poco entre los mortales, Katsuki vigilando desde la luna llena todo mientras escondía su mirada con un abanico para parecer indiferente, el solo le dio un saludo, sabía que el otro bufo divertido seguramente.

Mientras caminaba por la zona verde, encontró almas convertidas en ninfas que lo miraban fijamente, pero cuando llego a un llano una ninfa blanca se puso al medio.

-¿Por qué te interpones en mi camino?-

-Le suplico que no haga nada en nombre de la luna- Era obvio que era una ninfa lunar, reflejando el sentimiento de angustia de sus ojos mientras intentaba hacerse la fuerte.

-No hare nada, solo estoy caminando, descansa alma- Pidió, la mujer de cabellos igual de blancos se movió hacia el prado y se quedó mirando un punto fijo.

Sus ojos verdes se dirigieron al mismo lugar y ahí estaba un hermoso joven de cabellos rojos y blancos acostado entre las hierbas y flores blancas. Sus manos se movían entre las flores para acariciarlas y se cambiaba de posición para acercar su boca a la flor y susurrarle palabras y un beso en los pétalos pálidos.

Estaba fascinado, era una gran belleza humana que podría pelear con la de una diosa, pero eso no podría decirse, si no el castigo divino podría destruirlo y lo menos que quería es que esa hermosa presencia fuera eliminada, necesitaba apreciarlo.

La dama suspiro y eso provoco que la mirara, ella sonrió de forma maternal y declaro algo antes de desaparecer en polvo estelar.

-Eres un Dios con muchas expectativas, no sofoques a mi retoño- Y con eso entendió que esa alma femenina era la madre del joven que estaba pasando el tiempo con la luz de la luna sobre su piel.

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