Una y otra vez

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Abrí mis ojos con lentitud, bostezé, me ayudó a despabilar.
Me senté en la camilla, aún seguía en la enfermería.
Vi a un hombre con ojos azules, cabello y barba castaño, alto y esbelto para mí gusto. Pasó la puerta, quedó adentro en compañía mía.
Se dirigió a su escritorio, abrió un cajón y sacó una libreta.

Volteó a verme mientras se sentaba frente a su escritorio.

- Angèle ¿Cierto? - asentí.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó.

En realidad me sentía molesta de mi cabeza, pero tenía que salir de aquí.

El código.

Big mamá.

Eso era lo que me mantenía preocupada.

- Estoy bien. ¿Ya puedo salir de aquí? - pregunté con una sonrisa falsa adornando mi rostro.

Tomó con su mano derecha una pluma que estaba a un costado de su muslo.

- Bien - suspiró.
- Tienes que saber qué te ocurrió- asentí.

Me levanté, porque supuse que diría estrés y esas cosas.

- Mareos, dolores intensos de cabeza, palidez, dificultad para respirar...mhm, ya veo- dijo pensativo y bajo.

Ya tenía el uniforme puesto, me senté en la orilla de la cama para ponerme el tenis izquierdo.

- Anemia - soltó sin más.

Me detuve y dirigí mi mirada hacia él.

- ¿Qué? - dije asustada, sorprendida.
Mi ceño fruncido, mis ojos abiertos como platos.

¿Moriré?

- Lo siento, te trataremos.
Haremos estudios para ver tus avances - dijo.

No, no puede estar pasando.
Otra desgracia, maldita vida, no me has dado nada bueno.

- Y- yo me voy - salí con rapidez del lugar.

Caminé sin un rumbo en específico, mi mirada permanecía baja.

¿Por qué a mí?
Me lo repetía una y otra vez.

Salí de mis pensamientos cuando choqué mi cuerpo con otro.

- Fíjate blanquita - dijo una voz conocida.

Volteé y me encontré con Cardi.

- Cardi, lo siento - dije arrepintiendo mi acto de distracción.

- Ah, eres tú ¿Cómo estás?- dijo con alivio, supongo que si fuera otra presa ya la tuviera en el piso.

- Bien, estoy bien - dije con la sonrisa más falsa que me salió.

- Me alegra saberlo.
Te extrañamos en la celda - dijo devolviendo la sonrisa.

- Yo las extrañé en mi sueño - reí débilmente.

- Bueno, ya tengo lo que me pediste de Rose - dijo sigilosa.

Lo olvidé.

- Ah, si, te escucho - dije despistada.

- Big mamá está molesta contigo y quería utilizar a Rose como venganza, pero ella no aceptó -  ciertamente mi intuición me lo decía, aún así me sorprendió que fuera verdadero.

- ¡Vaya! Después de todo no es una idiota - dije con sarcasmo.

- Ella te...- nos interrumpió una voz por las bocinas de las extremidades de la cárcel.

- Todas las presas a el patio de la prisión.

Encontramos nuestras miradas con dudas y asentimos.

Caminamos con lentitud por los pasillos hasta llegar a el patio
Nos detuvimos al estar entre la multitud de presas.

Frente a nosotras estaba la presidenta de la cárcel con un micrófono, suponiendo que daría un aviso o algo por el estilo.

- Sin rodeos, sé que alguien de ustedes tiene el código y saben para qué sirve... ahora, si tratan de escapar el juzgado les pondrá una condena aún más duradera - dijo mandona y con rectitud.

Ese código trae la respuesta a mis preguntas...que empiece mi plan de escape.

- Es todo, vuelvan a sus celdas, no corran o sabrán las consecuencias.

De pronto, sentí una mirada fuerte a mis espaldas, como si quemara.
Volteé lentamente con mis brazos cruzados y mi mirada baja, di inicio a mi caminar lento con direccción a la salida del patio, de repente me sentí mareada ¡Otra vez no! y cuando estaba a nada de caer al suelo, me tomaron del brazo derecho apretando su agarre y deteniendo mi caída.

- ¡Elle! ¡Elle! ¿Me escuchas? Por favor, dime algo- entre mi vista nublada y un mareo incontrolable supe de quién se trataba.

Me paré tratando de mantener mi equilibrio y pude conectar con su mirada preocupada, esa que me mantenía delirando y me hacía sentir que en lo más profundo de está cárcel existe la humanidad.

Desvié un poco mi mirada para hablar.

- Mareo, nada de qué preocuparte, solo... necesito...regresar a mi celda - dije con respiración pesada y agitada a lo que ella asintió.

Me tomó del mentón volviendo a conectar nuestros ojos.
- No irás sola, te cargaré, entenderán los guardias - dijo con preocupación.

Espera, ¿Qué? ¿Cargarme? ¡Oh, no!

- Si puedo caminar con tu ayuda pero carg...- no pude continuar porque me tomo se las piernas y me cargó como bebé, puse mis brazos alrededor de su delgado cuello.

- Pero que fuerza Lipa - dije con diversión.

Dua dio prisa a sus pasos con la mirada al frente, de vez en cuando me miraba de reojo. Yo permanecía perdida en cada una de sus facciones como si me pagaran por admirarla.

Salí de mis pensamientos, caí en cuenta que me estaba hablando.

- Mmm... mande- dije con torpeza.

- Yo sé que soy bella, pero es raro que me veas como si tuviera algo en la cara - dijo confundida.

Y si, si tenía algo en la cara...mi atención.

- Calla, Lipa, y ya bajame - dije molesta volteando mis ojos.

Me bajé de ella con solo estirar mis piernas, le di la espalda y me metí a mi celda. No estaba dispuesta a conversar con ella en estas condiciones, no se tiene que enterar que tengo anemia.













Me ausenté un poco, pero esta semana prometo más capítulos.
Voten y comenten que les causa duda o ideas creativas.

Prisoner / Dua Lipa y Angèle. Dua Donde viven las historias. Descúbrelo ahora