—Hija, despierta. —susurró un hombre de al menos cuarenta años en la parte delantera del auto.
Una chica morena que reflejaba un color chocolate abrió los ojos y los talló mientras se estiraba en el asiento.
—¿Llegamos?
—Así es. Llegamos a tu propio departamento.
El estómago de Tenten se contrajo al escuchar aquellas palabras; era la primera vez en su vida que se despegaba de su padre y no sabía cuál era el siguiente paso para dar. Estaba emocionada y asustada.
—Bien. Supongo que bajaré.
Abrió la puerta del copiloto y descendió. Caminó hasta la cajuela para tomar sus maletas y demás pertenencias. Una vez estando frente a la gran propiedad tragó saliva y reforzó el agarre de sus cosas.
El padre orgulloso desde su auto le gritó: —¡Dejaré que te instales! Te vengo a buscar en un par de días.
En un santiamén el auto arrancó y desapareció.
—Te amo. — susurró la chica desconcertada por tanto apuro y nada de nostalgia por parte de su padre. Con desánimo entró al edificio y caminó a la recepción donde una bella chica sonreía.
—Bienvenida al Grand Palace ¿En qué te puedo ayudar?
—Ho-hola. Me llamo Tenten, mi padre compró un departamento en el piso nueve.
—Un placer, Tenten. —revisó una libreta llena de horarios, firmas y nombres hasta que finalmente asintió— Si, aquí estás. Piso nueve, habitación 9J, aquí tienes la tarjeta de paso y las llaves de repuesto.
—Gracias. —dijo aceptando los objetos y caminando al ascensor.
—¡Soy Ino, por cierto! —gritó la chica con una enorme sonrisa y agitando de un lado a otro su mano.
—¡Un gusto! —respondió como pudo mientras esperaba a que las puertas del ascensor se abrieran.
El peso de sus pertenencias comenzaba a cobrar energía a su cuerpo: sus piernas tamborileaban y algunas gotas de sudor recorrían su frente.
El timbre de llegada sonó y las puertas se abrieron. Se adentró y soltó sus valijas, presionó la tecla con el número nueve y se recargó sobre la pared para descansar.
—¿Nueva en el edificio?
La morena se giró y encontró a un chico más alto que ella, cabello sorprendentemente largo y castaño, tez blanca y unos lentes oscuros.
—¿Perdón?
—Que si eres nueva en el edificio. —repitió sonriente el chico.
—Oh, si, lo soy. ¿Cómo lo supiste?
Después de pronunciar aquellas palabras se golpeó mentalmente, era obvio que nunca la había visto y sería claro que es la vecina nueva.
—Tu aroma. Es la primera vez que percibo una esencia dulce en este lugar. ¿Sabes? Este edificio está repleto de personas grandes con aromas agrios o amargos. A excepción por unas cuantas personas jóvenes como nosotros.
—Ja, creí que era porque nunca me habías visto. —le respondió con una risita nerviosa.
El chico a su lado sonrió y bajó la cabeza.
—Lo diría, pero... —de su lado sacó un bastón desplegable— No veo nada.
Una ola de remordimiento invadió a la morena: —Lo siento. No quería...
—No sabías. No pasa nada, además es algo que veo más como una bendición.
Nuevamente el timbre del elevador sonó dando paso a su piso. Salió y con su mano detuvo el cierre de las puertas. Quería decir algo, pero no sabía qué.
—Como sea, bienvenida, vecina. Soy Neji Hyuga, tu nuevo amigo del 10K.