TREINTA Y DOS

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:= Adán =:

—... y así fue como terminé aquí, solo.

El chico a mi lado suspiró y bebió de su vaso; sé que dije que ya no volvería a clubes de veinteañeros, pero sirven muy buenas bebidas que mi cuerpo necesitaba para pasar los días en soledad que vendrán.




Una semana antes.

No creo en los horóscopos, pero hoy que me salió en el periódico cuando lo abrí y de pura curiosidad lo leí, pronosticaba malas noticias, y la expresión de Amanda dice que le acertó.

Pero no tengo ánimos para que quiera suavizar sus palabras, creo que ya me ha pasado lo peor que podría pasar y sigo vivo, quizás no le sonrió a la vida todo el tiempo ahora, pero al menos no le sonrío a la muerte y eso es algo de ganancia.

Suelto un suspiro. Sirve de consuelo que la celebración con mi familia se llevó en paz y no hubo ninguna pregunta rara, pues al parecer, a mis padres dejó de interesarles a las personas que llevamos a las fiestas o que los acompañan, porque sí, Amanda llegó acompañada de la playa virgen.

Al menos ya no se comporta como un idiota total.

—Solo estás en silencio cuando trabajas o tienes algo por decir —mencioné estacionando el auto al llegar a casa—. Así que, es evidente que no estás trabajando, dime lo qué pasa ahora.

La miré y esperé a que ordenara sus ideas, porque he convivido lo suficiente con ella para saber todo el ritual que hace cuando no quiere decir algo porque sabe que es grave o, al menos, dolerá.

Pero en estos momentos no creo que nada me duela ya. Perdí a mi prometida por mi primo, me ilusioné con un bebé que no era mío y ahora solo tengo a Picky como compañía, que no me quejo, pero como no soy el doctor Dolittle, es imposible que hable con ella.

—Fue mi primer diez de mayo sin mi madre y siendo una. Supongo que la realidad de la vida adulta me golpeó.

—Es duro ese golpe —admití, por fin me miró e hizo una mueca—, pero no es la realidad de la vida adulta, solo la realidad de que la vida es difícil.

—Mucho más si estuviste protegida toda ella.

Guardó silencio, bajó la mirada y solo pude esperar a que soltara la bomba que es posterior a su filosofía o a sus epifanías de la vida. Movió la cabeza en un asentimiento y soltó el aire, como si intentara quitar un peso sobre sus hombros.

—Creo que es momento de que me enfrente sola a la vida.

—Ahora sí te siento como una hija que se va a la universidad.

Ella suelta una risa baja y reparo en que hacerla reír me hace sentir un poco mejor; está cargando con pesos innecesarios que están atormentando su mente y todo porque yo le propuse un desliz, como si esas cosas se convirtieran en algo bueno.

Un desliz es un error, y no era uno compartido para que fuera algo bueno, para que lo hiciéramos funcionar a pesar de las adversidades.

—¿Dónde vivirás?

—En el edificio de Lucrecia había un apartamento desocupado —explica, y poco a poco puedo notar el peso dejar sus hombros. Sí, necesita enfrentarse sola a las adversidades que trae la vida desde ahorita, para que vaya agarrando experiencia y no la tome por sorpresa cuando el bebé nazca.

Amanda es una persona fuerte que siempre ha tenido todo al alcance de su mano, cosa que nunca le ha tocado batallar tanto por algo que quiere o necesita. Apenas está saliendo esa fortaleza que siempre he admirado de algunas madres, y no voy a detenerla.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora