DIECISÉIS

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Hay un capítulo antes de este, por si Wattpad te trajo aquí.
...

:= Amanda =:

En casa tengo un álbum donde he guardado la mayoría de mis fotos —las que yo considero más importante—, y de solo recordar cómo se ve la ecografía al lado de una fotografía de Eder y de mí en nuestra graduación, me hace sonreír.

He estado muy sonriente desde el miércoles que fue la cita con el médico.

—Que animada se ve, compañera.

—Lucrecia —saludo y ella se sienta frente a mí en el estudio de color.

—¿Ya te arreglaste con tu novio?

—No, pero hoy hablaremos.

—¿Y qué le dirás? —acerca más su silla a la mesa, casi subiéndose en ella. Esta chica es muy efusiva.

—Aún no lo sé. Dicen que las mejores cosas nunca son planeadas.

—Pero también las peores. Deberías de tener al menos una base de tus palabras o te quedarás en silencio sin encontrar las correctas.

Levanté la mirada de mi plano para una remodelación en una heladería del centro. Los ojos de Lucrecia siempre son tan simpáticos y llenos de empatía. Es como si esta chica fuera hecha para escuchar y arreglar los problemas de los demás.

—Está vez dejaré que la situación hable por sí sola.

—En ese caso, éxito en lo que sea que pase.

—Gracias —volví a mi trabajo y ella al suyo.

Con Lucrecia he tenido conversaciones más profundas que con Reina y Diana, las que eran mis «amigas» más cercanas en la universidad.

Miré a mi compañera a través de las pestañas, preguntándome si era buen momento para empezar a confiar en alguien. Se ve de corazón noble, de esas personas que de ninguna manera te apuñalarían por la espalda. Ni aunque su vida dependiera de ello.

Y yo necesito rodearme de ese tipo de gente, que te proteja y que puedes confiar en que lo hará. Necesito una amistad verdadera, jamás he tenido una aparte de Eder.


Amo la adrenalina que conlleva subirse a una motocicleta y andar a ciento veinte por la autopista mientras el aire golpe tu cuerpo. Pero ahora que estoy embarazada, le pienso un poco al aceptar el casco que me ofrece Eder.

El casco protege mi cabeza pero, ¿qué protegerá mi vientre?

—¿A dónde vamos? —pregunté al subirme para distraer a mi mente con otra cosa.

—Viernes de tacos con Ricky.

Asentí y me abracé a su cintura antes de que comenzara a avanzar.

Con cada giro y balanceo me abrazaba más a su cuerpo y le pedía a quien fuera que llegáramos con bien al destino. Apretaba mis manos cuando los demás vehículos se acercaban más de la cuenta. En uno hasta Eder tuvo que golpear el cristal del conductor para que se alejara

O esta vez hubo más peligros o yo estaba más atenta a ellos por alguna razón, como haya sido, me alegré tanto de ver el establecimiento de Ricky a las afueras de la ciudad. El pequeño negocio siempre estaba lleno, y más los viernes, pero Eder es su amigo desde hace años, así que nosotros nunca tenemos que esperar.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora