Capítulo 4

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- Si te prometí estar siempre, siempre voy a estar, me vale madre si estamos mal, si llevamos días, meses o incluso años sin hablar, yo siempre estaré para ti, pase lo que pase.

***

-Navarrete, José Luis Navarrete. -dijo con esa sonrisa tan hermosa de la cual era portador.

Altagracia quedó perpleja ante tal sorpresa, y es que si para ella esto la tomó totalmente desprevenida fue una sorpresa que no se habría esperado nunca. Suspiró y camino hacia su escritorio para sentarse frente al empresario, quien desde que la vio no le había quitado la mirada de encima.

- Pero que grata sorpresa, Navarrete. -dijo intentando ocultar su nerviosismo. - ¿Cómo has estado?

- No veo el porque. Estoy bien, gracias, ¿Y tú? Aunque por lo que se ve no estas nada mal. -recorrió el despampanante cuerpo de la rubia, y sonrió descaradamente al dejar la vista fija en sus pechos.

- Navarrete, por favor, compartate. -contestó amargamente.

- Bueno, bueno. -alzó las manos en señal de rendición.

- Bueno tu dirás, ¿que te trae por aquí? Porque eso de que quieres asociarte a mi empresa no me lo creo.

- Eso será muy tu problema, pero me creas o no, eso es justamente lo que vengo a hacer. Te dijeron que eran dos nuevos socios, pero solo conocías a uno, Roberto Gonzalés, una persona muy importante en el mundo empresarial, y yo claro. -sonrió- el amor de tu vida, y uno de los mejores empresario de CDMX por no decir que de todo México.

Una exquisita risa salió de la boca de la rubia, y es que la empresaria no pudo contenerse ante tal ocurrencia por parte del empresario.

- ¿Y a ti quien te dijo que eras el amor de mi vida? -pregunto con una sonrisa en los labios.

- Pos tú. -contestó sin mas.

- Brincos dieras Navarrete, así que no te equivoques. -dijo con una sonrisa.

Y así pasaron toda la tarde, hablaron sobre posibles proyectos, así como también hablaron del pasado que compartían juntos. Y es que, los empresarios tuvieron sus buenos momentos juntos, pero todo lo que fácil comienza fácil termina, y ellos eran la clara prueba de ello.

Pasadas las nueve de la mañana el empresario tuvo que retirarse debido a que tenía que reunirse con algunos amigos y posibles socios de la constructora, se despidió de la rubia con un cálido abrazo y un beso en la comisura de sus labios, lo que dejó un poco nerviosa a la empresaria, pero que trató de no demostrar. Cuando al fin se retiró dejándola sola en su oficina se dispuso a continuar con todo el trabajo que tenía pendiente para acabar lo más pronto posible. Lo que más quería era llegar a su casa y darse un buen baño en su tina junto a algunos de sus aceites, y es que aunque la paso muy bien al lado del empresario no podía evitar que la había tomado desprevenida, no sabía cómo sería su vida de ahora en adelante con el empresario cerca, lo que menos quería era repetir la historia de hace 10 años atrás, pero se dijo que no se adelantaría a nada, dejaría que todo fluyera como debía de ser.

Dejó de lado esos pensamientos que no le daban nada bueno y se concentró en leer y firmar todas las carpetas repletas de papeles que tenía ante sus narices. Paso el resto del día en eso, hasta que el reloj marco las 19:30 y se dijo que ya era hora de volver a casa.

Ordenó algunos papeles que tenía desorganizados y tomó sus cosas. Al llegar al estacionamiento, Matamoros ya la esperaba con la puerta abierta así que apresuró el paso y se monto en el vehículo.

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