Capítulo 5

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- Las cosas pasan por algo, o no.

***

Y así fueron pasando los días, semanas e incluso meses. La relación entre la empresaria y la pequeña Mónica se podía decir que crecía cada vez más. La rubia se estaba abriendo a la posibilidad de ver a Mónica nada mas como su hija, pero aun no estaba muy segura.

Hoy día, la pequeña cumplía diez meses, cosa que tenía un tanto emocionada a la empresaria. Si bien es cierto, ella ahora pasaba más tiempo junto a Mónica y el que la pequeña cumpliera diez meses la tenía muy sorprendida, pero a su vez muy deprimida. Por más que ella tratara de olvidar lo que paso aquella noche en el muelle, le era imposible; el que Mónica tuviera diez meses le hacía recordar constantemente que en menos de nada se cumpliría un año desde que su vida cambio por completo.

Por otro lado, la relación con José Luis había avanzado y mejorado de la mejor manera posible. Eran inevitables Las miradas que se lanzaban cuando estaban juntos. La Doña estaba aprendiendo a soltarse cada vez más esto que estaban formando, aunque aún no estaba segura si esto del todo podría ser amor, pero de algo si estaba segura y es de que lo disfrutaría todo lo posible, al menos hasta que algo pasará y le demostrará lo contrario de las cosas.

En todo este tiempo trato de dormir con Mónica, quería sentirla cerca de ella, y abrazarla siempre, pero se le hacía muy difícil ya que Mónica era una niña muy llorona y siempre quería atención, pero eso era algo que ella no quería ni mucho menos podía darle. Así fue como la pequeña paso de dormir por dos largos, pero cortos meses, a dormir sola en su habitación.

También hubo mejoría en la relación entre Magdalena y Mónica. La pequeña cada vez se acostumbraba más a ella, y en poco tiempo se había vuelto muy dependiente de Magdalena.

Dos toques a la puerta la hicieron salir de sus tan hermosos recuerdos. Levantó la mirada, y antes de poder abrir la boca, la puerta se abrió... Era él, venía con esa sonrisa tan hermosa que tenía, esa que cada vez que la veía la hacia inmensamente feliz. La Doña no pudo evitar sonreír ante tan linda sorpresa, ella no lo esperaba, pero le alegraba el que estuviese allí... junto a ella.

El empresario, por su parte se quedó unos segundos admirando a la despampanante rubia que tenía ante sus ojos. Aún no terminaba de creer que esa hermosura era solamente para el.

Se acercó a paso lento hacia el escritorio de Altagracia y posó una de sus manos en el escritorio, mientras que la otra la mantenía en el rostro de la Doña. El empresario se acercó seductoramente hacia rostro de su rubia y sin pensarlo dos veces se lanzó a sus labios, los cuales devoró y saboreo por completo.

Era un beso lleno de pasión, en el cual se estaban haciendo saber, el uno al otro, lo mucho que se deseaban. Sus lenguas tenían una guerra dentro de sus bocas por saber quién debo dominaba a quien.

El empresario parecía querer más que un beso su güera e hizo que está se pusiera de pie para sentarse él en la silla, luego hizo sentar a la rubia en sus piernas. Luis tenía todas las intenciones de poseer a su rubia en esa oficina, pero ella lo detuvo, separó sus bocas y se levantó de sus piernas, lo que menos quería era que entrará alguien y los viera en un momento tan íntimo.

- ¿Qué pasó hombre? -dijo el empresario al separarse bruscamente de la boca de Altagracia.

- No pasa nada, solo que no quería que creyeras que lo haríamos en mi oficina, te conozco y por eso mismo te detuve.

El empresario solo pudo sonreír ante las palabras de su güera, sabía que ella tenía razón, si no lo detenía el la tendría desnuda encima del escritorio ahora mismo.

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