Capitulo 4

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Mi ángel de la música: Sesshomaru

Kagome abrió sus ojos para ver una ligera cortina oscura delante suyo, se hallaba acostada en una enorme cama con forma de cisne envuelta en sabanas de terciopelo rojo, el olor a humedad que emanaba el lugar la invadió y sintió nauseas.

- ¿Qué es esto? -preguntó mientras se levantaba, sintió el frío piso de piedra bajo sus pies y tembló, evidentemente alguien le había quitados sus zapatos, ahora recordaba un poco, su ángel la había llamado a través del espejo, era él quien a había llevado hasta ahí, Kagome con su corazón lleno de emoción salió a recorrer el sitio en busca de su mentor. Salió de lo que parecía la habitación y escucho el sonido del órgano

-Ángel de música-dijo mientras sonreía con inocencia, el sitio donde estaba se hallaba rodeado por un lago de aguas turbias y había velas por doquier, lo vio sentado frente al instrumento, tocándolo con devoción, midió sus pasos y se acercó lentamente, pero a la mitad de su camino frenó en seco, el ángel de la música ya no era más producto de su imaginación, era real y vivía debajo del teatro tal como... De solo pensarlo se le heló la piel, no podía ser cierto, su ángel era a la vez ese abominable ser que tanto terror le producía.

Tomó valor y se acercó a él, una vez estuvo lo suficientemente cerca sintió el impulso de tocarlo pero tuvo miedo y se contuvo, él sintió su presencia y dejó de tocar, se levantó y siguió dándole la espalda, finalmente luego de un lapso de tiempo se giró y le permitió ver su rostro.

Incontables lagrimas brotaban de los ojos de la señorita Higurashi, esta respiro profundo y bajo la mirada, recordaba la descripción que habían hecho de él, las jóvenes del cuerpo de bailarines que lo habían visto "va siempre de traje negro y una máscara cubre la mitad de su rostro deforme" había dicho una.

De pronto la mano enguantada del fantasma tomo la barbilla de su aprendiz obligándola a verlo, Kagome lo miró fijamente a los ojos se dio cuenta de la tristeza que había en ellos, esos ojos dorados la miraban con intensidad, la parte de su cara expuesta era hermosa, tenía un fuerte mentón y una nariz fileña, la joven miró sus labios por un momento y sintió la sangre dispararse en sus mejillas, no pudo evitar apartarse.

-No puedo creer que seas tú- fue todo lo que salió de sus labios.

-Sí, soy yo tu maestro, la sombra que se oculta en las catacumbas por temor al sol, temor a los ojos de la humanidad-Dijo él en tono grave.

-lo que ocurrió con Kikyo... ¿fuiste tú? -El fantasma torció el gesto para luego lanzar una carcajada pero su alegría se vio frustrada por la mirada de Kagome-hoy estuviste maravillosa...

-Sé todo lo que dicen de ti -dijo la pupila con tristeza -mi ángel, mi maestro es el hombre a quien más temo, quiero irme de aquí-dijo Kagome

- ¡No! -le gritó él mientras se acercaba a ella, Kagome cerró sus ojos en espera de lo peor, pero solo sintió unos dedos recorrer su mejilla, su cuerpo temblaba, estaba aterrorizada por la presencia de ese hombre.

- Yo creía que tú me protegías de él, que realmente cuidabas de mí y que por eso jamás lo había visto... pero eras tú todo este tiempo-menciono en tono casi inaudible.

- lo último que deseo es que tengas temor de mi, tú no debes temerme, jamás haré nada para herirte... quiero protegerte-dijo él mientras se alejaba para recoger un montón de papeles que reposaban en un escritorio, Kagome aprovechó la distracción e intentó escapar, subió al bote que asumió pertenecía al fantasma pero este lo detuvo de inmediato con sus manos.

- Es inútil-dijo mientras le ofrecía su mano -he arreglado una nueva opera para ti, il muto, serás la condesa. Kagome aún no sentía confianza en él, su maestro, su ángel la había defraudado.

El Fantasna de la Ópera (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora