~Capítulo 9~

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Addie miraba el suelo en todo momento, preguntándose lo veloz que todo esto se había transformado, desde descubrir la existencia de un nuevo mundo hasta volverse prisionera en él

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Addie miraba el suelo en todo momento, preguntándose lo veloz que todo esto se había transformado, desde descubrir la existencia de un nuevo mundo hasta volverse prisionera en él. ¿Cuántas niñas de siete años podían darse el lujo de decir eso?

Cuando bajó del carruaje con Kasla a su lado, se atrevió a alzar levemente la mirada, observando que unos cuatro caballos con sus respectivos jinetes habían estado cabalgando detrás de el carruaje todo este tiempo, o quizá habían aparecido como refuerzos luego del ataque de los Burnttril. El recuerdo hizo que un escalofrío recorriera su espalda, y, sin pensarlo, tomó de la mano de la chica, provocando que ella la mirara con deje de sorpresa, aunque no la apartó e incluso sonrió levemente.

Los jinetes —quienes también cargaban con una armadura, lo cual parecía sumamente incómodo— bajaron de sus caballos y se posaron a sus costados, sin mirarlas. Uno de ellos, el que había estado a su lado, dijo algo que tan sólo Addie no comprendió. Al mismo tiempo, los caballeros que viajaron encima del carruaje, bajaron de un salto de él, colocándose cerca de ellas.

Kasla hizo una mueca y no tradujo nada de lo que había dicho.

Para cuando Addie levantó por completo la vista fue testigo de un paisaje fenomenal y verdaderamente fantástico. Uno que le hizo recordar a las fotos de Disneyland que Víctor, un primo suyo, le había mostrado hace tan solo pocas semanas atrás.

Era un castillo el que se elevaba sobre su mirada, un verdadero castillo salido de los cuentos de hadas. Un puente estrecho era su única conexión con la tierra, pues aguas claras burbujeaban por debajo de éste, como una pequeña y peculiar isla cubierta por el sol de una hermosa mañana, aunque no para ellas precisamente.

Se sentía fascinada aún a pesar de todo, y apretó la mano de Kasla y su peluche bajo su otro brazo. Desconcertada y anonadada, comenzó a caminar cuando la chica y los hombres en armaduras lo hicieron. Adentrando sus pies sobre la madera del puente.

Addie no pudo evitar mirar a sus lados, aún pese a que su vista estaba levemente limitada gracias a uno de los guardias que caminaba de ese mismo lado veía lo suficiente para sentir una sensación de mareo y vértigo abrumarla.

Bien, probablemente no era demasiada la altura entre el puente y el agua, y quizá el nivel de ésta ni siquiera era mucho. Más sin embargo, no pudo evitar sentirse así, y cuando miró hacia Kasla, observó que ella mantenía sus ojos fijos en el suelo con los labios apretados.

Addie suspiró con pesadez y volvió su mirada al frente, observando con una pequeña chispa de efusividad que la hacía sentir culpable, el castillo que ahora ya estaba más cerca, y una gran y enorme puerta de roble era lo principal que alcanzaba a avistar.

Llegaron hasta ella, y sin embargo, el hombre que encabezaba esa marcha viró hacia la izquierda, siguiendo un sendero diferente plagado de altas hierbas y plantas silvestres. Caminaron por ahí y Addie comenzó a ponerse más nerviosa con cada paso que daba, miró sobre su hombro observando a dos hombres que se hallaban en la retaguardia, pero su vista no se enfocó en esto, sino en el gran sitio que era aquel castillo, tan solo por fuera se veía tan predominante y enorme, con la gran puerta de roble cerrada y con una Torre contigua de la construcción donde estaban clavada.

Addie Bagler Y La Maldición Del Sueño © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora