~Capítulo 11~

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Sólo fueron seis palabras

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Sólo fueron seis palabras.

Pero ellas bastaron para que Addie sintiera como todo el como el color abandonaba su rostro y su mundo entero daba una tremenda y desagradable vuelta. Debía ser una broma. Una muy irónica y terrible. Se sentía como un golpe en el estómago realmente doloroso y un mareo recorrió su cuerpo entero.

Por unos instantes que parecieron ser eternos, Addie creyó haber perdido repentinamente la capacidad de usar sus cuerdas vocales. Tragó saliva, y notó que su garganta se hallaba sumamente seca, y no estaba muy segura de si se debía a la noticia o a otra causa.

—¿Cómo que no... está el libro? —titubeó ella, sabiendo de antemano que su pregunta no tenía pies ni cabeza. Pero realmente se había quedado sin palabra alguna en su boca debido al gran desconcierto. Y sobre todo la decepción.

Se sentía abrumada, ¿acaso no podían transcurrir diez minutos sin que ninguna sorpresa le estallara en la cara? Odiaba eso, era buena para digerir circunstancias siendo que era una niña, y por lo cual podía tomar las respuestas y creerlas sin mucha vacilación, pero le pedían demasiado. Y ya no estaba segura de nada.

Kasla rascó su cuello y su semblante mostró una actitud incómoda y dudosa, como si no supiera realmente contarle lo que había sucedido.

—No está —repitió. Lucía igual de anonadada que la misma Addie, y tal vez incluso más, sus cejas estaban unidas y sus ojos denotaban preocupación—, literalmente no se encuentra. Debía estar en el fondo del baúl junto con otros tomos escritos por antiguos hechiceros generaciones atrás, ¡pero no lo está! Y ahora debemos irnos.

Addie restregó sus ojos, casi como si estuviera deseando que, aún después de todo lo ocurrido, tan sólo se tratara de un sueño, y que al frotar sus ojos aquello se disipara y todo volviera a la misma, tranquila y a su vez aburrida normalidad que tanto conocía.

Y sin embargo, no lo hizo.

Mentiría si dijera que eso la sorprendía. Dejó escapar un delgado suspiro de entre sus labios y se incorporó.

—¿Qué haremos?

Era una pregunta sencilla, y quizá lo demás lo sería si la respuesta constara de lo mismo. Para su desgracia, era consciente que no era así, cosa que confirmó al ver a Kasla vacilar y abrir su boca sin emitir ningún sonido.

—Nos iremos —determinó por fin tras unos segundos un silencio por parte de ambas—, lo siento, Addie. Se suponía que esto debía una misión rápida, pues en cualquier momento el tiempo se acabaría. Así que nuestras opciones son quedarnos y esperar que nos atrapen o irnos. De cualquier forma será con las manos vacías.

Addie asintió lentamente, sintiendo un nudo subir por su garganta que volvió a impedir que lograra proferir palabra alguna. Frunció el ceño, y sin añadir nada más siguió a Kasla a través del pasillo, por donde supuso que los demás ya habían caminado con la intención de volver sobre sus pasos.

Addie Bagler Y La Maldición Del Sueño © #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora