Las luces del departamento estan apagadas.
El televisor de la habitación principal está encendido, pero la única persona que puede prestarle atención está en un estado ausente.
Sus ojos están abiertos por su constante insomnio. Su mente se encuentra sumida en pensamientos acerca de por qué razón se presentó en aquella fiesta hace unas horas.
Kay sabe que no debe ponerse mal, como también que eliminar cualquier sentimiento por Lazz debe ser su prioridad de ahora en más.
«El trato acabó.» Se repite en su mente.
Tal vez de esa manera sea más fácil olvidar lo que sea que siente por Lazz.
Tal vez le tomó demasiado cariño porque de alguna manera le recuerda a los días felices que tuvo con Luka.
O tal vez Kay sólo quiere inventar excusas...
El móvil de la chica suena. Una llamada.
Kay toma el teléfono, no para tomar la llamada de quién no hace falta ni mencionar, ni tampoco para rechazarla. Simplemente apaga el aparato.
Mira hacia su ventana y calcula que falta poco para que amanezca por la claridad del cielo, que poco a poco va tomando territorio y se intensifica.
Suelta un suspiro y se cubre con todos sus cobertores, para cerrar sus ojos y comenzar a contar cerditos.
Sí, Kay no cuenta ovejas porque tuvo un episodio de pequeña que la dejó un tanto traumada con aquel animal. Así que... ella cuenta cerditos.
Pero no ayuda en lo absoluto.
Termina recordando los días que pasaba en el campo de sus abuelos, y eso la remite a su familia.
Kay debería llamarlos, o al menos pasarles su nuevo número...
No es que no los extrañe, de hecho no falta mucho para que vuelvan a reunirse, pero... ellos son especiales.
El cielo se aclara por completo, y Kay no presenta nada de somnolencia.
Escucha al conserje - que vive en el departamento de enfrente - levantarse como todas las mañanas para barrer la vereda.
Los molestos pajaritos.
El timbre...
«¿El timbre?»
Efectivamente, es el timbre que vuelve a sonar.
Antes de que Kay pueda arrugar más su rostro, tocan la puerta.
Con el pijama puesto, se apresura a acercarse a espiar quién es, descubriendo al conserje detrás de su puerta.
Kay abre y mira confundida al hombre.
"Buen día, señorita Kay. Disculpe que me entrometa pero, ¿usted dejó a su novio fuera?"
Sí, él dijo novio.
Sí, él recuerda a Lazz aquel día en que el castaño se presento como pareja de Kay, el mismo día que la dueña de casa volaba en fiebre y que ella no recuerda para nada.
Y no, Kay no se preocupa en averiguar por qué llama a Lazz su novio -asume que por las veces que estuvo en el edificio con ella-, y procede a balbucear un "no" y un "gracias" mientras camina hacia la entrada.
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AISANATUE
RomanceLazz quería dinero, y Kay... Ella sólo estaba cansada. ••• "¿Qué estarías dispuesto a hacer por dinero?"