VI

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Kay se siente robada -aunque eso no tenga sentido-, en shock, con sus mejillas ardiendo, y a punto de reír a carcajadas por la situación.

El chico todavía mantiene el agarre sobre ella, mientras con su otra mano detiene un taxi.
Con el auto frente a ellos, Lazz libera la mano de Kay, causando que millones que hormiguitas recorran la palma de la chica.

«Autocontrol.» Se recuerda mentalmente Kay, y toma un respiro entrando al vehículo.

"¿Podrías explicarme que fue eso?" Pregunta ella una vez que ambos están dentro.
"Normalmente se suele llamar beso." Responde el aludido con una sonrisa que no puede esconder.
"¿En serio?" Cuestiona Kay.
"¿Por qué tendríamos que soportarlos a ellos, y ellos no a nosotros? No lo sé, me pareció divertido. Además, ¿no íbamos en ese plan?" Pregunta mirando a los ojos a su acompañante.

«Autocontrol, Kay.» Se repite internamente.
Si él vuelve a mirarla así, ella siente que puede llegar a derretirse. O hacer una pileta de baba, lo cual también es una posibilidad.

«Maldita champaña.» Maldice en su mente.

"¿Plan?" Dice intentando no mostrar sus emociones internas.
"¿Pareja?" Pregunta él manteniendo la mirada.

Kay contiene la respiración, y desvía la mirada tan sutilmente como le es posible.

"No lo pensé en realidad." Comenta la chica casual observando a través de su ventanilla.

Lazz suelta una risita, y no hay más palabras por parte de ninguno de los dos. Pero no es un silencio incómodo, ambos se encuentran sumidos en sus propios pensamientos.

El taxi para, y Lazz sorprende a Kay pagando por ella.
La cara de confundida no se le borra ni cuando ambos entran al departamento.

"¿Qué?" Pregunta Lazz viendo que la castaña no quita sus ojos de él.

Kay sonríe y menea su cabeza negando.
"Nada." Responde simple. "Eh... ¿Vas a... Irte o... Quieres un té... O algo?" Balbucea.

"Voy a quedarme, pero un té no estaría mal." Contesta Lazz prendiendo la televisión y acomodándose en el sillón.

Eso no era lo que Kay estaba esperando.
"Claro." Dice rápidamente antes desaparecer.

Ni bien atraviesa la puerta de la cocina, es atacada por una catarata de preguntas.

¿Qué estaba pasando?
¿Acaso iba a suceder algo entre ellos?
¿Eran esas las intenciones de Lazz? ¿Esas?
¿Kay podría siquiera desenredar su lengua para hablar adecuadamente?

Esas eran unas pocas preguntas de las tantas que se formulaban en la mente de la chica, y la única respuesta -o lo más parecido- que tenía claro era que ella era un desastre en ese momento.

Un verdadero y completo desastre.

Kay había puesto la hornalla en mínimo para ganar un poco de tiempo, e incluso había dejado hervir el agua por demás haciendo que el agua se evaporase. Ya no había escapatoria, Kay debía enfrentarlo.

Y después de todo, ella sabía que la posibilidad de que esto pasara exisistía. Pero una cosa era hablar y asumir una posibilidad, y otra muy distinta, era afrontarla.

Con las tazas en sus manos - porque ella se había preparado un café en una vaga intención por despabilarse-, Kay respira profundo y sale de la cocina.

Evita el contacto con el chico, el cuál permanece en silencio, y procede a reposar las tazas en la mesita ratona frente al juego de sillones.

"Bueno..." Comenta decidida a mirar a su invitado. "Bueno." Lazz está dormido.

AISANATUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora