XIII

93 11 9
                                    

Nota: De ahora en adelante vamos a usar la imaginación y los diálogos que no estén en cursiva, van a ser considerados en francés - el cuál es el idioma que se habla en Namur, dónde vive Kay - porque sino creo que voy dar muchas muchas vueltas y muchas notas al pie y no tengo ganas.

Sin más que agregar, las dejo con el capítulo.

Que tenga un buen día.

•••

Si bien Kay y Percy no eran ni gemelos ni mellizos, sólo se llevaban un año de diferencia, y a pesar de que ambos eran muy distintos, para la menor de los Fournier su hermano lo era todo.
Kay le contaba todas sus confidencias, sin importar si su hermano estaba dispuesto o no a escucharla.

Antes de que Kay abandonara su hogar para emprender sus viajes, le había dicho a Percy toda su loca idea acerca de pagarle a alguien para que compartiera su estadía con ella.

Los ojos de Percy casi se habían salido de su órbita ese día, había estado a punto de calificarla como enferma mental, pero se había guardado un par de comentarios por el amor y tolerancia que le tenía a su hermanita.
Él en verdad nunca creyó capaz a Kay de algo tan descabellado. Y mucho menos a otra persona que pudiera seguirle en su locura.

Sin embargo, ahí estaba Lazz.
Percy sabía que él sujeto sentado al lado de su hermana, era el otro loco.

Mientras se producía el intercambio de miradas entre el par de locos y Percy, los señores Fournier entraban a su domicilio sin tener idea de su inesperado invitado.

La situación se había puesto un tanto bizarra cuando Lazz se había puesto de pie, dejando a la vista un bulto en su entrepierna, el cuál había sido registrado en un principio por nada más y nada menos que Percy.

Kay también se había percatado de la situación y no tardo en erguirse, cubriendo con su cuerpo el pequeño inconveniente.
Rápidamente presentó a Lazz, dirigiéndose directamente a sus padres... pero bastaron unos segundos para que la muchacha se diera cuenta de que sus progenitores no estaban muy dispuestos a hacer sociales con el desconocido.

No era la primera vez Kay traía a alguien a la casa, aunque esta vez, Lazz era un invitado especial, que nada tenía que ver con los anteriores.
Pero esa información no la tenían los señores Fournier, quiénes saludaron cordialmente a distancia a Lazz y se excusaron para luego retirarse.

Ausentes los dueños de casa, Percy no puede contenerse mucho más.

"A la cocina. Ahora." Demanda.

Como es de esperarse, Kay suelta una risita antes de alcanzarle un almohadón a Lazz para que cubra su entrepierna y espere sentado mientras ella habla con su hermano.

Ni bien Kay atraviesa la puerta de la cocina, Percy cierra ésta última casi llevándose puesta a su hermana.

"No me gusta" Sentencia el mayor.

"Es mi amigo, no tiene por qué gustarte, Percy." Contesta Kay, haciendo bufar a su hermano, y toma asiento en una de las sillas altas que están cerca del desayunador.

"No puedo creer que te hayas metido con semejante-"

"Cuida tus palabras, Percy." Lo interrumpe Kay. "Yo no le falto el respeto a ninguno de tus amigos."

"Mis amigos no son-"

"¿Qué?" Kay lo mira desafiante.

Percy niega antes de volver a hablar.

"¿Cómo es que siquiera puedes defenderlo? Es más que obvio que vino porque le pagas por estar con él." Contesta hiriente. "Tú y tus idioteces, Kay." Bufa. "Mamá y papá ya tienen suficiente con tu-"

AISANATUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora