Una nueva semana comenzaba, invadiendo a los estudiantes de la prodigiosa academia con un leve estrés ante la continuación de exámenes, pero también cierta emoción por ver a sus compañeros. Tanto exámenes, como composiciones y todo aquel trabajo académico que debiese entregarse comenzaba a pasar desapercibido por el primer periodo vacacional. Los primeros meses eran exhaustivos para el fantástico alumnado, pues lo que los profesores pretendían era sacar todo un gran potencial desde el principio y así comenzar con una clasificación interna y secreta para los estudiantes, por ello después se compensaba con una semana completamente libre para descansar mente y aquello que denominaban "alma". En dicha semana, el alumnado que residía en las habitaciones que la academia ofrece, podía volver a casa o mantenerse en el lugar. Muchas facilidades en cuanto a vivencia se otorgaba a la juventud del recinto, podían permitírselo.
Tres días. Tres días le había dado a ese jovencito de dulces pero invisibles alas para que rellenase el formulario de su estúpido e inútil club. No lo perseguiría ni buscaría en las primeras tres horas de la mañana para que no se sintiese presionado, pero en el receso estaba seguro de que lo devoraría con la mirada. Y así fue, en cuanto el ruidoso canto de sirena inundó el lugar dando el aviso de una merecida media hora de descanso para los alumnos, los pasos del de cabellos azabache se clavaron en el suelo de los pasillos. Buscaba con su puntiaguda y peligrosa mirada al rubio, como si fuese su única presa para la cual tenía ojos, siendo tristemente así. Y lo visualizó. Taffy se encontraba en el primer piso de la academia, por lo que bajó las escaleras con cierta rapidez. ¿Por qué se sentía sin aire? Como si estuviese desesperado por entrelazar su presencia con la del otro, abrazarle, hacerle suyo...
- ¡Taffy!
Alzó su áspera voz para que su adorado y precioso ángel dirigiese su aquella mirada desesperada y asustada hacia él, lo cual no pasó. El rubio se mantenía de pie, frente a alguien desconocido. Hablabla con esa persona, pero su expresión seguía siendo tan apagada como días anteriores. Parecía que su querido ángel poco a poco fallecía, el reloj de arena entre sus manos agotándose en su cristalina parte superior. Pero Fumus no permitiría que las plumas de las maravillosas alas de su amado ángel cayesen tan pronto. Debía saborearlo más, aún no había probado sus entrañas ni aprisionado su corazón. No podía dejarlo ir.
Se hizo paso entre la gente puesto que con su simple presencia los demás se apartaban del camino que el denominado Dios tenía marcado. Pronto pudo visualizar mejor la escena: la persona con la que hablaba también era bastante alta. Poseía un cabello grisáceo con unos toques marrones oscurecidos, además de una mirada tan peligrosa como la del mismo Dios, clavada sobre el rubio. Era un estudiante que no había visto nunca, pero Taffy se encontraba ciertamente incómodo, por lo que lo más probable era que se conocieran de antes. Algo a destacar en aquel nuevo y extrovertido estudiante era su cuello, puesto que estaba vendado al completo. Un accidente o cualquier mierda, pensó el azabache. Pero no le importaba en lo más mínimo. Lo único que le importaba era que le estaba quitando tiempo con el amor de su vida. Pero estos pensamientos pasaron a un segundo plano en cuanto observó que las manos de aquel nuevo depredador se posicionaban sobre los hombros del rubio, acercándose peligrosamente a la oreja de este, susurrándole algo con una sonrisa dulce pero pícara. El cuerpo del angelito no tardó en responder a las palabras con un leve sobresalto, un movimiento bastante pasivo bajo aquellas afiladas garras. Aún así, no hubo respuesta verbal en cuanto el otro de cabellos grisáceos se separó. Los celos invadieron el pequeño cuerpo del fumador, claro que no admitiría que estaba celoso pero dio un fuerte golpe en el suelo con un bate impoluto, ¿tal vez nuevo? ¿Cortesía de su mimado y adorable hermanito? Lo sujetaba con su mano derecha, utilizando una fuerza excesiva, como si controlase sus potentes ganas de matar a alguien. Dicho golpe llamó la atención de los dos jóvenes que hablaban, y de muchísimos alumnos más que se encontraban en la zona, comenzando los susurros.- ¿Una pelea? -Preguntó una de las jóvenes alumnas a su compañera, en un tono bastante bajo. Ambas estaban aterradas, quien no.
- Yo no me metería con el enano en la vida, ¿quién ha sido el puto loco? - Susurraba otro chico a su pequeña pandilla.
Los pasos del denominado Dios avanzaban hacia su presa y su, al parecer, nueva rivalidad y muy posible víctima. Casi podía fundir el suelo con cada pisada, emanando un aura peligrosa mezclada con ira y hostilidad. El nuevo estudiante dejó caer sus manos lentamente de los hombros del ángel, no sin antes acariciarle el mentón con una dulzura envenenada. Ahí dejó de tocarlo al fin.
- Parece que tienes visita, pequeño Taffy. Será mejor que me vaya, siento que no soy bienvenido.
Tanto la peligrosa mirada como la celosa y oscura se cruzaron. Fumus marcaba su territorio con tan solo su simple presencia.
- Pero cuenta que nos veremos en privado. - Habló de nuevo tras el contacto visual con su rivalidad, finalmente marchándose y cediendo a la presa... De momento.
Taffy se mantenía inmóvil en el lugar, con pequeños escalofríos ante las dos fuertes presencias alrededor de él. Se acarició el brazo derecho con su temblorosa mano izquierda, sintiéndose un poco más aliviado cuando uno de ellos se marchó. Fumus se acercó a él, arrastrando el pesado objeto consigo. Buscaba respuestas al poner sus ojos sobre el contrario, pero el ángel no alzó la cabeza. Simplemente miraba al suelo, un quejido desesperado resonando. No quería hablar, pero debía entregarle el formulario ya firmado que se encontraba dentro de su bolso. Fumus, molesto ante aquella pasividad, abrió la boca.- Me encantaría equivocarme al suponer que no hablarás, pero igualmente lo haré yo primero. ¿Lo conoces?
Taffy asintió con la cabeza, lo que hizo que la sangre del menor en altura hirviera sin control. Nadie, pero absolutamente nadie, tocaría a su presa. Pero ese capullo... Parecía que moviese la cola cada vez que se acercaba al rubio, como un auténtico perro fiel. Y eso le molestaba de mil maneras posibles, por lo que se atrevió a preguntar.
- ¿Y su nombre es...?
El rubio finalmente levantó la cabeza, el contacto visual tan esperado por el otro por fin sucediendo. Los orbes del jovencito dejaban ver una mirada triste y vacía, sin rastro del brillo que antes poseía el cual demostraba una felicidad radiante. Aun así, respondió de manera seca y agridulce.
- Anten.
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Convéncete, luego convénceme.
FanfictionEsta historia tendrá un desenlace en el Alternative Universe estudiantil del mundo de Okegom. Taffy, al igual que se ha mencionado, es una presa fácil para los abusones de dicha academia, por lo que encontrarse con personajes como Fumus es lo más p...