Se comenzaba otro día donde el amanecer no tenía un sentido fijo, solo era un vórtice de caos, preguntas sin respuesta. Taffy abrió los ojos con cansancio cuando la alarma de su pequeño reloj saltarín de color azulado comenzó a sonar sobre la mesita de noche, rebotando con cierta gracia pero a una velocidad impresionante a ojos humanos. Su melodía repetitiva fue callada cuando fue brutalmente lanzado contra la pared, un silencio tranquilo y adormecedor de repente invadiendo toda la habitación. A pesar de ello, aquel molesto sonido seguía clavado en las orejas del estudiante, recordándole que era momento de levantarse y vivir otro día donde su desesperación aumentaría. El rubio se incorporó en su mullida cama para poder levantarse, colocando ambos pies sobre el suelo a la vez. Pero cuando quiso levantarse con la ayuda de sus manos sobre el filo de la cama sus piernas flaquearon, dejando al joven de rodillas sobre el suelo de madera correspondiente al dormitorio. Sus manos quedaron apoyadas entre las rasgadas sábanas, temblorosas por un instante al igual que su cuerpo al completo. Tragó saliva, un espeso líquido el cual costó bajar por su garganta. Las pupilas de sus ojos temblaban, sorprendido ante tal debilidad. Ni siquiera el primer día del abuso sobre su frágil cuerpo había dejado secuelas como aquellas, aunque cierto era que no se levantó hasta la asimilación completa la cual duró cerca de dos largos y agobiantes días.
Una vez recuperado mentalmente, hizo lo de todas las mañanas. Vivía solo en su espacioso apartamento, así que actuaba con total libertad sin la preocupación de molestar a un compañero e incluso un familiar. Se dio una leve ducha donde recapacitó su horario para el día que le esperaba, su vista nublándose por unas pequeñas milésimas de segundo. Comenzaba a sentir miedo, terror. Aquello no era una vida de estudiante, era un completo infierno. Cuando terminó con aquella no tan relajante ducha se colocó unos boxers apretados completamente negros, no era una persona a la cual le gustasen los estampados. Se dirigió a preparar un desayuno simple el cual incluía dos tostadas, un vaso de zumo de mango y dos pastillas que le ayudarían a soportar aquel día. Se lavó los dientes, dejando la vestimenta para lo último pues los días calurosos no eran su fuerte. Preparó su mochila con lo necesario para las respectivas asignaturas y tan solo esperó un par de minutos a que el reloj se adelantase a la hora de salir. Mantenía un horario estricto. Odiaba a las personas que no eran puntuales. Para matar el tiempo, tomó su teléfono móvil. No era alguien que lo revisara constantemente, lo tomaba como una completa pérdida de tiempo y retrasaba su estudio, pero estaba preocupado por la chica que le había abandonado el día anterior y, para su sorpresa, tenía dos mensajes de dicha persona. Para resumir aquellos largos textos, se disculpaba por haberse ido pronto ante la urgencia de acompañar a un familiar al médico seguido de una barata excusa donde explicaba que no le llamó porque el rubio no solía llevar el teléfono encima. Taffy se sintió conmovido y molesto con aquello último, le conocía bien pero desde hacía varias semanas llevaba el objeto encima por emergencias como aquella. No contestó siquiera, sus manos causaban seísmos que impedían escribir en la pantalla. Lo hablaría con la joven en cuanto tuviese un momento entre clase y clase.Salió de casa, cerró la puerta con la pequeña llave que correspondía con la cerradura y se encaminó hacia la academia con algo de prisa. Tomó un atajo con la seguridad de encontrarse con menos personas, pero dichosa su desgracia que aquel atajo conducía a la calle donde se encontraban los pequeños apartamentos que entregaba la academia a sus alumnos por un precio bastante elevado. De la puerta de uno de estos apartamentos salía un chico bastante alto, uniforme y cabello negro con un curioso brillo morado, además de una mirada alegre y atrevida, erradiaba su ego. Era Satanick, ese estudiante molesto que poseía uno de los clubs más extraños de toda la escuela. Y teniendo en cuenta quien era, no era de extrañarse ver salir a un segundo miembro. Un tipo bajo que empujó la puerta con una sola mano, causando un gran estruendo con ese portazo, Fumus. No tardó en recibir el sermón de su hermanito por ello. Taffy se congeló por un momento, no sabía cómo actuar, había escogido el peor camino posible. Sin duda era un completo idiota que no sabía calcular distancias, por lo que no tardó en bajar la cabeza y caminar lo más rápido que podía sin llamar demasiado la atención.
- Hey, hey. ¿Ese no es la zo-
- ¡Taffy! ... Taffy es su nombre. - Interrumpió el más bajo de los dos, como si no quisiera que su hermano menor dijese tal mote hacia su presa. Las menciones ridículas como aquella le molestaban, pues al fin y al cabo quería la autoridad completa sobre el rubio, que solo él pudiese decirle tales barbaridades al oído para después clavar sus dientes sobre aquella pálida y sensible oreja. Fumus suspiró, dejando huir al rubio como un perro con la cola entre las patas, esbozando después una sonrisa para nada agradable a los ojos de los demás. Ya tendría tiempo de molestarlo en otro momento, eso era un hecho y no un deseo.
Hablando del rubio, éste entró lo más rápido que pudo a la academia, jadeante al temer por su vida. Corrió por aquellos pasillos donde resaltaban personas bastante distintas entre sí, evitando a todas ellas y sus conversaciones sin sentido o incluso hirientes. Así evitó cualquier cruce de miradas con amigos, profesores e incluso desconocidos. Entró con desesperación a la clase, buscando con su ojo carmesí el cuerpo de la joven que tanto deseaba ver, pero no se encontraba allí. Solo habían llegado un par de alumnos los cuales dejaron caer sus oscuras miradas sobre el rubio, donde la crítica y el juzgar eran los principales protagonistas. No tuvo de otra que dejar salir todo aquel aire contenido en forma de suspiro, sentándose como acto siguiente en su puesto.
La clase comenzaba y no había rastro de la jovencita de cabello largo. Taffy no tenía de otra que pasar su tiempo consigo mismo, sin despegar la vista de su libreta en blanco, el lápiz no quería escribir, ni siquiera dibujar un tonto boceto de cualquier cosa. Esquivaría las conversaciones, todas. Tenía miedo de lo que podían esconder. ¿Acaso no estaba en lo correcto queriendo ser un estudiante normal? Acarició su propio brazo con el dorso del amarillento lápiz, lleno de moretones y arañazos que en su momento llegaron a sangrar. Sentía que su cordura llegaba a su fin, estaba harto.Volviendo a Fumus, abreviando los acontecimientos, éste fue el causante de la desaparición de la joven Olive. El día anterior tuvo tiempo suficiente mientras el rubio lloraba a puerta cerrada en el baño para acorralarla y soltar tres o cuatro barbaridades, claras amenazas donde advertían a la joven que se alejase del de ojos carmesí, o quien pagaría no sería ella, sino el pobre Taffy. Olive no tuvo de otra que aceptar las consecuencias y marcharse, pues solo deseaba el bien de su amado amigo. Pero el plan del enano iba a mucho más, eso era solo el comienzo. El cambio de Olive al turno de tarde desenvolvía su trampa para tener al ángel entre sus afiladas garras. Los siguientes pasos los seguiría poco a poco hasta arrancar con paciencia cada pluma, sin empatía alguna. Acabaría con esas alas y lo estamparía contra la tierra. Fumus cuando quería algo lo perseguía hasta hacerse con ello, no pararía hasta conseguirlo.
En el receso, esa media hora de descanso aprovechada para comer y despejar la mente, el rubio caminó por los pasillos en busca de tranquilidad y soledad. La azotea no parecía ser mal lugar, pero no contaba con encontrarse a la luz de su vida hablando con uno de los profesores del turno de la tarde. Olive en cuanto terminó de hablar y se giró, no pudo escapar de encontrarse aquel rostro adolorido de su amigo, en sus orbes reflejándose la tristeza y el sentimiento de sequedad en su garganta. Olive tuvo el valor de acercarse, soltando un suave pero tímido "tenemos que hablar".
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Convéncete, luego convénceme.
FanficEsta historia tendrá un desenlace en el Alternative Universe estudiantil del mundo de Okegom. Taffy, al igual que se ha mencionado, es una presa fácil para los abusones de dicha academia, por lo que encontrarse con personajes como Fumus es lo más p...