Capítulo Ocho: La verdad asoma.

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Taffy dejó el vaso sobre la mesa de la cocina, ni tan lleno, ni tan vacío. Observó a su invitado, quien miraba su mano deslizarse hasta dejar el objeto, con una pequeña sonrisa agradable de gratitud, casi una mirada incluso podría decirse que brillante puesto que realmente estaba sediento. El rubio pasó por su lado con pasos sin energía pero firmes, hablando en su camino para salir de la cocina, una voz lenta con un tono suave y leve ante el agotamiento.

- Cuando termines puedes dejarlo ahí mismo. Cierra bien la puerta al irte.

Se dirigió hacia las escaleras con cierto porcentaje de ánimo. Si llegaba a su cama, eso significaba por fin un descanso tras un cansado día. Accedió al piso superior, donde se encontraba su habitación al final del pasillo derecho.
Anten agarró el vaso con su mano dominante, bebiendo su contenido casi en un instante ya que se mantenía alerta ante cualquier sonido que fuese un indicio para actuar, cualquier incidio para... Atacar. Y el cierre de la puerta de la habitación del joven serafín fue esa señal que tanto esperaba. Dejó el vaso sobre el mismo lugar de donde lo había tomado, tomándose su tiempo para subir las escaleras. Relamía sus propios labios en el trayecto, deseoso de sacar las garras. Aún no creía que el primer paso de quedarse en casa de su presa hubiese salido tan bien, y eso que era la base de su vengativo plan. Aún así, estaba seguro de que lo que venía ahora sería la parte más divertida.

Anten tomó una pequeña bocanada de aire al detenerse frente a la puerta, llevando su mano diestra al pomo de ésta y girándolo con gran lentitud para no hacer ruido y comprobar que no estuviese cerrada. Lo que no hizo con el mismo cuidado fue abrir la puerta, empujándola para encontrarse con una escena que ni siquiera en sus mejores sueños pudo visualizar con tanta claridad: el rubio había terminado de quitarse la camiseta que había llevado aquel día a clase, agarrándola con fuerza ante el susto que le ocasionó la puerta. No se esperaba que aquel demonio con la cabeza hueca se atreviese a atacar incluso después de haber sido amable con él, y viceversa. En ese momento supuso que las sonrisas ocultaban otras intenciones. Los ojos de Anten recorrieron con rapidez aquel pálido y magullado torso, era mil veces mejor en persona que en sus sucias fantasías. Antes de que el pobre rubio pudiese abrir la boca y preguntarle por qué había subido, el de cabellos grisáceos ya se había acercado lo suficientr como para que su presa pudiese ver bien sus dientes en aquella sonrisa grotesca.

- Aparte de sed... También estoy un poco hambriento, Taffy.

El frío roce de la palma de la mano y las yemas de los dedos de la misma pertenecientes a aquel desgraciado acariciaban la mejilla del rubio, éste quedando paralizado ante la situación. ¿Qué debía hacer? Muchos pensamientos cruzaban su mente de manera fugaz, sin poder darle respuesta a ninguno de ellos. Tal vez había cambiado, aunque en ese momento no parecía que se estuviese declarando. Lo que sí podía decir era que estaba siendo mucho más suave que los primeros movimientos que siempre hacía Fumus. No tenía escapatoria. ¿Debía rendirse con él también? ¿O tal vez pararlo? Pero estaba seguro de que si hacía esto último, Anten se enfadaría. Si se negaba, iba a molestarse bastante. Todos jugaban con él, disfrutaban del juego donde el rubio no podía defenderse. Siempre era así, un juego... ¿Juego? Si todos siempre participaban, ¿por qué él no?

- Vamos, cariño. ¿Qué pasa? Actúas como si hubieses visto a un fantasma.

Anten amplió más aquella sonrisa, casi pudiendo saborear una victoria hasta que sintió la mano del rubio apoyarse en su cadera, su sonrisa desapareciendo para mirarle incrédulo. Pero el rubio no tenía ninguna expresión que pudiese leer. La otra mano del ángel se colocó de manera rígida sobre el hombro de quien agarraba, Anten bastante confuso ante aquellas acciones. Taffy jaló con suavidad del cuerpo de su hambriento depredador, cayendo bajo él sobre la comodidad de las sábanas de la cama. Ahí por fin le soltó, tragando saliva de manera nerviosa mientras acariciaba con sus propias manos su torso desnudo, dejando en su mirada rastros de sumisión y lujuria.

- ¿No es esto... Lo que tanto buscabas?

Le susurró el serafín de alas rotas de una manera bastante suave e impropia, colocándose mejor entre aquellos fuertes brazos, aunque no podían compararse a los de Fumus. Anten suspiró, dejando escapar una leve risa después. Sentía pena por el patético intento de su adorable presa, soplando con suavidad aquel rostro para desfigurar aquella falsa expresión erótica, una tapadera sin éxito. Al conseguir que Taffy volviese a su normal rostro asustadizo, habló con sinceridad.

- Vamos, angelito... No soy tan denso. ¿Qué es lo que quieres a cambio? ¿Que sea suave con tu hermoso cuerpo? ¿Tal vez amor? ¿O... Protección?

Hizo énfasis en aquella palabra puesto que sabía casi todo de su relación con aquel egocéntrico capullo de baja estatura. El joven bajo él palideció aún más, apartando la mirada.

- Voy a disfrutar da igual cual sea la respuesta. Venga, habla. No te hagas el mudo ahora cuando hasta hace un momento estabas actuando como una sucia puta...

Taffy tragó saliva, sin siquiera poder mirar a otro lugar que no fuese la mano del otro al lado de su cabeza, cosa que estaba impacientando al demonio. Una de las manos de Anten agarró ambas del más joven, sentándolo y apoyando la espalda de este contra la pared de manera brusca. Taffy dejó escapar un suave jadeo al sentir el frío en su piel, cerrando los ojos por escasos segundos, sintiendo movimiento sobre la cama. Anten se colocó entre las piernas del más joven, sin aún soltar sus manos. Cuando Taffy volvió a abrir los ojos, se encontró con aquel rostro bastante cerca del propio. Ambas respiraciones estaban agitadas, una por el pánico y la otra por un placer oculto.

- ¿Y bien? ¿Cuál es, Taffy?

Cuando Anten mencionaba su nombre de aquella forma tan pronunciada su cuerpo actuaba sin poder evitarlo, con un escalofrío recorriendo todo su ser. La mano libre del de cabellos grises se apoyó sobre el muslo izquierdo del asustado chico, clavando las uñas allí, Taffy sintiendo el dolor incluso a través de los pantalones. Anten deseaba, aparte de destrozarlo, humillarlo. Y por supuesto que sacaría a flote lo que sucedió en el pasado. Ahora que lo tenía a su merced no iba a repetirse lo de años atrás.
Tanto movimiento había hecho que la venda alrededor del cuello de Anten se aflojara, cayendo lentamente. Taffy no pudo evitar fijarse, tragando saliva. Aquella grave herida casi sanada, un corte completamente horizontal... Había sido él, podía recordarlo perfectamente, los recuerdos hirviendo en el interior de su cabeza. Anten había sobrevivido de milagro. Ni siquiera pudo evitar el comenzar a temblar, intentando soltarse del agarre que lo mantenía sumiso frente a su enemigo. Solo consiguió que este apretase aún más, dejando de clavar las uñas para arrancarse del todo la venda.

Ahora empezaba la diversión.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2021 ⏰

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