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¿En qué momento fué que empezó a sentir los botones resbalar por su piel? No lo sabía, pero tampoco importaba ya.

El lenguaje había cambiado de un momento a otro, ya no eran palabras con las que comunicaban las necesidades que se hacían cada vez más visibles en aquella habitación.

Entre suspiros y lamidas era como el empresario pedía permiso de quitarle la camisa y poco más a su compañero. Con caricias y apretones delicados a la piel oliva era como él ya declarado prostituto aclaraba que de ahora en adelante tendría control.

No se entabló palabra alguna cuándo llegaron a la zona posterior del cuerpo, donde quedaron sin tela cubriéndolos, pero si con leves moretones, mordidas y rasguños adornando sus respectivas pieles.

Lo hicieron al mismo tiempo, Niccals bajándose todo de un tirón y Stuart atorado, tratando de desabrochar su cinturón. Estaba nervioso, su primera vez oficial con un tipo que lo había tratado mejor de lo que cualquier persona en su vida.

Y el mayor por su parte no se quedaba atrás, pues se acercó y ayudo al muchacho al ver que tenía problemas, tomando sus manos para apartarlas de forma delicada y liberar a su amante de lo poco que quedaría de ropa.

Miró acomplejado que las fotos no mentían, Stuart era un ángel que había decorado a su gusto con marcas en lo blanco de su piel, acercándose a besarlo, rozándose mutuamente, sintiendo el deseo real, olvidándose del mal hábito de imaginarse algo más mientras hacía el acto con alguien que se volvía una extraña a la hora de apagar la luz.

La libertad de poder gemir cómo le placiera, sin parecer poco varonil. Sintiendo un cuerpo que era tan parecido y distinto a la vez.



Eso era realmente el tener sexo, y recién a sus treinta y cinco años se daba cuenta.



Stuart se sentía en el paraíso con la lengua de su cliente recorriéndolo. Larguísima, sintiendo una reconfortante sensación caliente-frío para finalmente sentirle en la orilla de su intimidad.


Y lo hizo.

La lengua se enrollaba y jugueteaba con cada parte del miembro de Stuart, mientras mantenía el contacto visual y abrazaba su mismo cuerpo.

Tremenda obra de arte contemplaba desde abajo, la transformación de sus ojos al pasar del negro a blanco, con alguna lágrima de placer y jadeos calientes que llegaban hasta su posición.

Pero de repente, con una fuerza de voluntad incomparable, él mismo peliazul hizo parar la cabeza de su acompañante, recostándose en la cama, abriendo las piernas a todo esplendor, mientras estiraba su brazo para llegar a una cajonera dónde tomó un pequeño dildo y un lubricante bastante llamativo.

Hizo lo suyo y metió al juguete en sus adentros, mientras se encargaba de imitar lo que antes hicieron con él, fallando torpemente en el intento, pero dándole una señal importante al dueño de lo que ahora se encontraba en la boca de Stuart.

—¿Eres virgen...?—Pasó a decir para sí, sin darse cuenta del impacto que era hablar así de serio en medio de una felación.

Se quedaron mirando a los ojos en sus posiciones sin mover un solo músculo, hasta que él, le devolvió la palabra.

—Bueno... No creo que tú sigas...—Contesto casi ofendido, vaya que se había cortado el ambiente.



—Es mi primera vez con un hombre, puede que no sea igual de importante como tú primera vez — Susurró avergonzado.— Pero es lo que tengo


¿De verdad estaba en pleno acto sexual con un hombre como él?




¿No se habrá equivocado de puerta?

De ahí en fuera no se volvió a pronunciar una sola palabra hasta que Niccals salió de la habitación.

Pero por ahora. Por ahora el pelinegro daba cuenta de lo lindo que era estar con alguien en su primera vez. Sentirle recorrer su cuerpo le daba sensaciones que nunca sintió y que solo se lograban ante el tacto inexperto, todo mientras intentaba resolver sus propias dudas sobre el dildo que se encontraba dentro del chico.

«¿Le dolerá?» pensaba en lo que intentaba meterlo aún más adentro, provocando que Stuart tuviera que soltar su miembro para gemir alto.


«Al parecer no»

Empezó a imaginar, divagar en como sería todo si hubiera sabido que las mujeres no eran lo suyo.


¿Que habría pasado si se hubiera topado con ese chico desde un principio?

Nunca iba a saberlo, sabía que mínimo le sacaba unos ocho años más de viejo, era notable la diferencia de edad entre ambos y más en las circunstancias en las que se encontraban.

Se había distraído tanto que ni noto cuando — el ahora — ojiblanco se acomodaba delante suyo dejando su entrada totalmente a su merced. Y fue cuando comenzó a tambalearse por no saber si meterlo así o usar alguna protección.


En si le lastimaría o no.

Pero se arriesgó y tomó las finas caderas entre sus manos para empezar con el tan anhelado acto.

Y así fue como de entre pequeños suspiros y grititos el ambiente comenzó a tornarse pesado.


Sexo.

La habitación comenzó a llamar la atención de los clientes fuera en los sillones casi a oscuras, podían hacerse a la idea de lo bien que se la debían estar pasando ahí dentro.

Paula, que en efecto llegó a los cinco minutos a asomarse y prepararse para sacar y cobrarle al degenerado pudo ver la escena más descabellada que jamás había visto.


«¡¿Qué viste qué?!» Exclamó la nipona totalmente intranquila de lo que sucedía en su establecimiento.

Y con su amigo.

«¡Te lo juro por Dios! ¡Vi al idiota chupársela a Stuart!» Comentó totalmente sorprendida.



Y es que, normalmente los clientes llegan para ser los del favor, no iban a "chupársela" a un prostituto.

Así que resignada por no poder patearle el trasero a un enfermo esa noche decidió ir a la barra a tomar algo, mientras escuchaba a su amigo llegar a la gloria.

—¿No sé por qué te pones así? ¿Qué no es a lo que se dedica?

—Russ, se supone qué es una carnada... No uno más — Comento ya con el rubor característico del alcohol. Aunque más bien, estaba harta.— Solo sírveme otro trago negro





—Como digas

Noodle desde su despacho intentaba no hacerse a la idea de que Stuart estuviera cogiéndose a un idiota que seguro no vería nunca más. Y que más aparte era un pervertido.

«Seguro que debe ser uno de esos hijos de perra que se engañan y engañan a las demás» Blasfemó en su cabeza asqueada por aquel hombre.

Pero luego pensó que tal vez y lo habían drogado, o una cosa asi.




O tal vez, solo tal vez el tipo le gustó.

Tal vez, pero ahora además de esperar tendría que pensar en poner cartones de huevo o algo para no escuchar chasquidos y gemidos de sus "trabajadores"








Wrong Number [Studoc•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora