CALIDO

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Narra Dabi:

Al verla frente a mi, dormida e indefensa era inevitable no morder mi labio superior con fiereza al sentirme impotente. Sus ojeras eran notables y su cabello maltratado y sucio sobresalía sobre su cara. Sus mechones más largos se habían combinado con su cabello anteriormente más corto.

Me acerqué a su cabeza sujetando y acariciando su pelo con las yemas de los dedos. Su cara pálida y sus labios morados eran testigos del frío y la soledad de esta habitación. Con la jeringa que se encontraba en mi mano derecha inyecte la sustancia amarillenta que se encontraba en el frasco. Ella se remueve incómoda para luego comenzar a respirar con calma.

Desamarré las cadenas que se encontraban sobre sus muñecas y tobillos, viendo como se encontraban las zonas marcas al rojo vivo. Comencé a frotar mis manos contra la zona rojiza para calmar la zona afectada.

La cargué al estilo nupcial y me dirigí a un baño. Me encontraba temblando ligeramente por lo que debía hacer, desnudarla. La dejé en la tapa del retrete y fui despojando sus ropajes. Al dejarla en ropa interior la deje en la bañera y comencé a llenarla a temperatura ambiente. Comencé a posar el agua en su cabeza con cuidado de que no le llegara a su cara. Al comenzar a masajear su cabello recordé la primera vez que la vi.

Cuando salía junto a sus amigos hablando animadamente, juntando sus dedos y sonriendo todo el tiempo. Unos lindo recuerdos.

Comencé a aplicar shampoo sobre su cuero cabelludo masajeando suavemente. Veía como su ceño se fruncía y removía sobre el agua.

—Shh .—
Susurre al lado de su oído.

Ella pareció captar lo que susurre ya que su cuerpo se tensó inmediatamente. Yo sonreí con superioridad.

Al volver a poner agua en el centro de su cabello eliminando cualquier rastro de shampoo sobre su cabello. Al terminar comencé a aplicar el acondicionador sobre las puntas de su cabello chocolate. Comencé a soñar de nuevo, ella y yo, solo nosotros juntos en un mundo solitario. Al quitar el acondicionador y sacarla de la bañera comencé a rodear su tibio cuerpo con la toalla blanca.

Al volver a esa habitación fría la deposite en la silla. Al salir de la habitación fui a buscar ropa para ella, Un vestido blanco con unos zapatos de la misma tonalidad. Al volver deje la ropa sobre la silla que usaba cuando le daba de comer. Comencé a frotar la toalla sobre el cuerpo de Ochako-Chan, sentir su piel de porcelana sobre mis dedos me provocaba una picazón inimaginable. Deje pasar el vestido sobre el fino cuerpo de Ochako-Chan, al terminar comencé a colocar los zapatos sobre sus pies. Me aleje un poco.

Algo falta aquí.

Y ya sabía que era.

Comencé a rehacer el peinado. Corte su parte trasera con las tijeras, deje ambos mechones más largos volviendo a ser la Ochako-Chan de siempre, la que siempre sonreía.

Volví a amarrarla en la silla, se veía hermosa, parecía un ángel caído del mismísimo cielo mismo. Me acerqué rápidamente hacia ella y me senté sobre su regazo, apoyé mi cabeza sobre su hombro mientras pasaba mis brazos sobre sus hombros. Era cálido.

•*Muy cálido*•

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