Capítulo 7: Lo prohibido atrae

1 1 0
                                    


"Tu problema, es que confías demasiado en la gente, tienes el corazón débil, confiado. Y a la gente como yo, nos encanta eso. Nos facilita destruirlo, es nuestro único placer. Saber que estoy por encima de ti, que te tengo totalmente controlada. Me hace sentir tan poderoso. Pero ya jugué lo suficiente contigo, es momento de pasar a otra víctima. Tranquila es una inyección letal, no duele, solo sentirás sueño, y luego morirás".

—¡No, por favor! —sollocé incontrolable— ¡No hagas eso!

—¿De qué rayos hablas? No estoy haciendo nada —contestó Jared malhumorado.

—No estoy hablando contigo —recalqué lo obvio, mientras cambiaba la hoja del libro que estaba leyendo. El giro radical que había tenido la trama me estaba produciendo un infarto.

Siempre que tenía tiempo libre, me gustaba engancharme de un buen libro, suelo leer todo tipo de géneros, pero me encanta los giros imprevistos, amo cuando me sorprenden.

—Esos idiotas me dijeron que estaban por llegar, y ya vamos esperando como media hora —alegó Jared.

—¿Enserio ha pasado tanto tiempo?

—Claro, solo que tú no notas eso porque estás ahí pegadísima a tu libro, pero yo que no tengo nada con que distraerme, me estoy convirtiendo en calavera.

Ambos estábamos esperando en el compartimiento trasero de la bodega de materiales de hechizos, donde había, para mi sorpresa, una habitación bastante acogedora. Para empezar, estaba limpia, nada que ver con los sillones y mesas llenas de polvo de la habitación de enfrente. Tenía una cama mediana, con todo lo que se necesita para una buena siesta, cobijas calientes, almohadas cómodas, y el espacio para tener al menos un acompañante.

Contaba con acceso a wi-fi, una mesita de estudio con una lámpara incorporada, y un cómodo y largo sillón que además solía convertirse en cama. En un cajón contaban con ropa de repuesto, por si los hechizos salían un poco mal. Tenían un baño decente, con ducha.

En una esquina del cuarto, había un microondas y unos cajones con botanas, salsas, snacks, golosinas y comida precocinada, lista solo para meter al microondas.

Tenían una enorme ventana que dejaba entrar luz volviendo el espacio claro y luminoso, además contaba con un switch para cambiar el paisaje que se veía afuera. Como la magia de la pantalla verde, podías pasar de ver una selva tropical virgen, a tener las vistas desde lo alto del Everest.

Estaban bastante equipados de hecho. Jared me contó que empezaron en nada. Solo tenían la sucia bodega de adelante, a la que no podían ni limpiar, por miedo a que alguien descubriera que estaban entrando allí. Pero juntos fueron creando poco a poco esta habitación, cada uno iba trayendo algo nuevo cada vez, hasta llegar a lo que es hoy, un sitio bastante acogedor. También unieron los poderes de todos para invocar un hechizo de protección que escondiera su habitación a la vista.

Jared y yo estábamos sentados en el largo sillón, cada uno en diferentes extremos, pero mientras yo leía a gusto el decidió que sería buena idea acostarse en el sillón como si fuera suyo. Incluso subió los pies sobre mis piernas.

—Emm... ¿Disculpa? Por si no te diste cuenta estas ensuciando mi pantalón —inquirí, mientas con mi brazo tiraba sus pies al suelo.

Entonces se paró de su asiento, se acercó a mí, y me arranchó mi libro.

—Oye ¿Qué te pasa?

—Me encuentro aburrido, así que voy a proceder a molestarle, madame.

—¿Qué rayos?

—Le ruego me disculpe, no he sido cortés. ¿Se le ofrece algo de beber?

—Se me ofrece que me devuelvas mi libro ahora.

—Me temo que eso no se va a poder señorita, pídame otra cosa y con gusto cumpliré sus deseos.

—Deja de hablar como idiota y dame mi libro —grité mientras me acercaba a él para quitárselo.

Pero el comenzó a hacer malabares y movimientos rápidos con las manos, que me imposibilitaban agarrar el libro.

—No más juegos, dámelo ya —espeté molesta, mientras me cruzaba de brazos.

—Uuuy ¿Qué quieres que te dé? —habló en un tono lujurioso y bromista, acercándose a mi rostro. Sus preciosos ojos me hicieron perder mi determinación.

—Perdón por la demora chicos, tuvimos práctica extra de encantamientos a distancia —se escuchó la voz de Diane desde la puerta.

Al ver la cercanía en la que nos encontrábamos agregó:

—Ya veo que no se estaban aburriendo —con una risita de complicidad.

—¿Cómo aburrirme con un egocéntrico molestoso? —contesté entre risas.

—No tengo como contradecir eso —contestó Diane, igual riéndose.

—No comiencen —añadió Jared, en su clásico tono de "me fastidia la vida".

—Hola, no me presenté la última vez, mi nombre de Paúl —habló el chico de voz tímida.

—Mucho gusto. —Estreché mi mano con la de él.

—Igualmente —contestó, correspondiendo mi saludo.

—Está bien, suficientes presentaciones, comencemos con lo bueno —habló Jared en tono apresurado—. Ya esperé mucho por hoy.

Nos sentamos todos en el sillón largo. Paul al extremo izquierdo, seguido de Jared, y este de Diane, yo me encontraba al lado de ella.

—Cómo te explicamos antes, hay ciertos riesgos en este tipo de magia. Así que queremos asegurarnos que eres lo suficientemente fuerte para afrontar las posibles consecuencias. —Diane alzó su manga y me mostró una extraña cicatriz con forma de raíz vieja, se veía profunda, y tenía un peculiar color negro oscuro—. Esto resultó de una equivocación con un hechizo.

—Sobretodo, necesitamos saber si haces esto, por un capricho, o por una curiosidad infantil, porque si es así no deberías seguir —habló Jared—. Se necesita bastante concentración y disciplina para no salir herido.

—Debo decir que al principio fue solo por curiosidad, pero entre más descubro, me doy cuenta del profundo misticismo y poder que conforma esto —continúe con mis ideas—. En verdad quiero formar parte de esto, quiero subir escalones de mi magia, y por la forma tradicional me demoro demasiado, confío en que tomando este atajo será diferente.

—Es diferente, para empezar, es peligroso, pero cuando ya lo domines, será lo mejor que has aprendido —comentó Paul, con una sonrisa—. Así fue conmigo, gracias a este grupo siento que pertenezco a algo muy poderoso, especial. Todos en mi familia son hechiceros, nací en el mundo mágico, no provengo de un linaje excepcional, ni heredé una magia prodigiosa, por lo que la magia sangre, es lo único que me hace pensar que no soy un hechicero común. Soy mucho más que eso, cuando practico esta magia, me siento extraordinario.

—Yo en cambio, heredé un poder sublime, y a veces siento que no me corresponde. Todos me consideran extraordinaria, y esperan demasiado de mí. Con la magia sangre yo espero, llenar mis propias expectativas, por primera vez sentirme extraordinaria, que soy capaz de todo, es lo que quiero —arrastré las últimas palabras en un suspiro—. Su dominio de la magia, y pensar en todo lo que podré hacer, me da tanta emoción. Sentirme parte de un grupo poderoso, sería de mucha ayuda en estos momentos. Quiero aprender magia sangre, de verdad.

—Bien, creo que pasaste esta prueba: Deseo —comentó Diane emocionada—. Deseo real, querer algo con fuerza es un móvil increíble.

—Después de todo a la perfecta hechicera sublime, le interesa de verdad nuestro grupo de «magia prohibida», ¿eh? —comentó Jared con sorpresa fingida.

—Supongo que lo prohibido atrae —respondí, con una mirada jovial.

El bosque sombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora