Estoy sucio

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El hospital se hallaba inmerso en la actividad típica de un día. Las luces brillaban en el amplio pasillo que llevaba a la sala de espera, donde Kirishima, Bakugou y Aizawa se sentaron en incómodas sillas metálicas. El ruido de la recepción, el murmullo de la gente y el sonido constante de páginas de revistas siendo hojeadas llenaban el aire.

Aizawa, sentado un lado de Eijiro, mantenía una expresión serena pero alerta. Observaba a Kirishima de vez en cuando, evaluando su estado. Bakugou, aunque también preocupado, mantenía su fachada de indiferencia, pero su dedo meñique entrelazado "accidentalmente" con el de Kirishima contaba una historia diferente.

Kirishima, por otro lado, se sentía agotado y adolorido. La silla dura le parecía una tortura para su cuerpo ya maltrecho. Los minutos parecían horas mientras esperaban en la sala de espera, y cada sonido agudo hacía que su dolor de cabeza empeorara.

Finalmente, un enfermero se acercó y les condujo a una habitación disponible. Los tres entraron y se acomodaron mientras esperaban la llegada del médico que atendería a Kirishima. El ambiente en la habitación era tenso, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre lo que vendría a continuación.

La puerta de la habitación se abrió con un suave chirrido, revelando al joven médico que se encargaría de la atención de Kirishima en aquella fría tarde de noviembre.  La tensión en la habitación aumentó perceptiblemente.

—Buenas tardes a todos, soy el Dr. Yamamoto. ¿Cómo se encuentran? —saludó con una sonrisa amable.

—Hola, Dr. Yamamoto. Mi nombre es Shota Aizawa, el profesor de estos dos chicos. Él es Eijiro Kirishima y él Katsuki Bakugou. —Aizawa hizo las presentaciones correspondientes mientras el médico asentía.

—Un placer conocerlos. Entiendo que estamos aquí por algunas lesiones y heridas que necesitan atención. Vamos a hacer un chequeo general y luego revisaremos las heridas más superficiales, antes de proceder con lo demás. ¿Eso está bien?

Kirishima asintió levemente, todavía con la mirada perdida en sus pensamientos. 

Una enfermera, eficiente en sus movimientos, dejó una bata de hospital perfectamente doblada sobre la cama. El médico, con paciencia y amabilidad, explicó el procedimiento que seguirían.

—Por favor, Kirishima, cámbiate a esta bata. Nos facilitará el tratamiento y las pruebas necesarias. Debido a la gravedad de las lesiones, es probable que tengas que quedarte aquí esta noche. Pero no te preocupes, estamos aquí para ayudarte.

Kirishima, con la mirada clavada en la bata, asintió mecánicamente, aunque su expresión revelaba una mezcla de incomodidad y preocupación.  Sentía la mirada de los demás sobre él y ansiaba desesperadamente irse de allí. A pesar de su imagen de chico rudo y varonil, todo aquello no se adaptaba a los estándares de masculinidad que se había impuesto a sí mismo. Se sentía débil y vulnerable, una sensación nueva y desagradable que no sabía cómo manejar.

—¿Hay algo en particular que debamos tener en cuenta durante el proceso, Dr. Yamamoto? —preguntó Aizawa, mostrando su preocupación.

—No se preocupen, profesor Aizawa. Haremos todo lo posible para asegurar que Kirishima se sienta cómodo y reciba el tratamiento necesario. Ahora, si me disculpan, daré unas instrucciones a la enfermera y luego comenzaremos el chequeo. ¿Alguna pregunta antes de que comencemos?

La habitación quedó en silencio por un momento, cada uno sumido en sus pensamientos.

Después de las presentaciones y las explicaciones del doctor, Aizawa y Bakugou ayudaron a Kirishima a cambiar su ropa por la incómoda bata de hospital. El pelirrojo se sentía avergonzado por necesitar ayuda, pero agradecía la discreción de sus acompañantes, ya que se negaba a ser asistido por las enfermeras. La humillación era palpable, pero al menos se sentía respaldado.

Pequeños secretos (Kiribaku/ Bakushima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora