7- Oficial de cubierta

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| AÑO 154 DG |

   —Apenas me doy cuenta.

   — ¿De qué? —pregunta Iroh a Sadao.

   Iroh, de ya 20 años, se encuentra posicionado en mitad de un círculo de metal que tiene grabado el símbolo del fuego control. Sadao se encuentra en otro igual, solo que estando a al menos 5 metros de distancia.

   —Eres una persona muy observadora.

   —Bueno, soy oficial de cubierta. Es mi trabajo —dice Iroh.

   —No, pero yo me refiero en una línea mayor. Es decir... es tu naturaleza, y te ayuda a ser un muy buen oficial de cubierta, pero es... distinto en tu caso —Le dice Sadao, su más leal compañero en esos últimos años que ha estado en altamar—. Todo el tiempo estás vigilando tu entorno, asegurándote de que ni el más mínimo detalle se escape de tu percepción. Eres un vigía nato.

   —Bueno, soy parte de la familia real. Así es como me educaron.

   — ¿Y te gusta?

   No haciendo otra cosa que soltar un leve suspiro que se entremezcla con una sonrisa, Iroh alza su mirada al cielo nocturno y despejado bajo el que están.

   Su reacción era particularmente por esa última pregunta formulada por su amigo, pensando entonces que si él era un vigía nato, Sadao era un inquisidor nato. Siempre buscando saber todo lo que pudiese, presionando e indagando hasta que la verdad llegara a sus oídos. Así habían sido los inicios de su amistad hacía ya un par de años, pero eso ya no era necesario a la hora de hablar. Cada uno tenía en el otro una gran confianza. Iroh sentía que podía decírselo todo.

   —Claro, así es como seré un buen rey ¿no crees? —Le terminó por decir el joven príncipe, con Sadao frunciendo sus labios pero finalmente asintiendo.

   Iroh sentía que podía decírselo todo, pero no por ello lo hacía.

   Iroh había mentido. No le gustaba ser tan observador y estar tan al tanto de todo lo que pasaba a su alrededor. Era un estado de alerta permanente que te quitaba la oportunidad del descanso, de la despreocupación, del olvido...

   —Oye, ¿yo seré un duque o algo así cuando seas rey, no?

   —La Nación del Fuego no tiene ducados, y aunque los tuviera, ¿tú? ¿En serio? —Le contesta Iroh con cierta ironía, con Sadao fingiendo ofenderse.

   —Creo que estoy en una posición en la que podrías considerarlo.

   — ¿Para qué querrías un título? Tu familia ya tiene un 15% de las riquezas del país. No hay productor pesquero que no conozca el apellido de Miyake.

   —Lo sé, lo sé, pero... ya sabes... sería para mantenernos cerca.

   Apenas al oír eso, Iroh no pudo evitar sonrojarse un poco. Sadao lo miraba desde su lugar a 5 metros de lejanía y gracias a la noche que no alcanzó a ver el color del cual se tornó su rostro. No obstante, eso que oyó había producido algo más en Iroh. Dudas. ¿Sadao quería seguir formando parte de su vida?

   Iroh nunca imaginó cómo sería su vida después de las Fuerzas Unidas, pues obviamente el momento llegaría... Siempre pensó que Sadao se quedaría en el mar, escapando de sus estrictos y conservadores padres y del que él denominaba "un tortuoso negocio familiar". ¿Por qué ahora mostraba interés en unirse a su comitiva cuando fuera rey? Eso significaría volver al país y estar cerca de todo ese mundo del que había escapado.

   —Creo que nunca me dejaste claro si eres o no un fan de la monarquía.

   —A ver, fan como tal no, no soy —dice Sadao, con Iroh entrecerrando sus ojos. Un movimiento que su amigo no percibe—. Pero tampoco soy opositor. Sé bien que sin tu abuelo mi familia nunca se hubiese mantenido en pie tras el fin del reinado de Ozai. Ellos eran devotos a este, y cuando Zuko tomó el trono vieron asegurado su final. Sin embargo tu abuelo fue sensitivo y percibió el amor por el trabajo pesquero que mi padre tenía y le permitió continuar con todas las exportaciones pesqueras que mantenía. Las más grandes del país.

Avatar. Príncipe de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora