8- Fuerzas Unidas

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| AÑO 156 DG |

   Iroh se encuentra sentado en una de las tantas mesas del gran comedor, leyendo atentamente uno de sus libros mientras sostiene con elegancia una taza de té, cuando entonces todo el barco tiembla y se sacude un poco, haciendo que un poco de su té caiga sobre una de las páginas. Sosteniendo el libro en lo alto, Iroh crea una cuchilla de fuego con su mano libre y la acerca cuidadosamente.

   — ¿Ahora ya quemamos libros? ¿Somos tan salvajes? —Llega diciendo Sadao, alzando una pierna y posándola sobre la larga banca en lo que Iroh sonríe de lado y continúa con su labor—. ¿Qué haces?

   —Lo que sea que haya movido el barco hizo que volcara té en mi libro.

   —Entonces... ¿lo secas con fuego?

   —El calor reduce la humedad —dice Iroh, con Sadao dudándolo pero sin más dejando que continúe, pasando a sentarse a su lado—. ¿Sabes las nuevas?

   —Mm, supongo que nos detuvimos de repente en un puerto.

   —Sí, ¿pero sabes por qué?

   — ¿Más suministros? No me sorprendería que ya se hayan acabado las bodegas de bebidas. ¿Has visto a los marineros del sector 7? Son esponjas.

   —Por ti, genio —dice Sadao, logrando que Iroh se detenga de lo que sea que estuviera haciendo y lo mire—. Fue un placer conocerte.

   Sintiendo que todo su mundo se derrumba, Iroh espera que su buen amigo diga algo más. Lo que sea. Algo que impida que caiga en una gran crisis.

   —Bueno, al menos a tu yo real. Ahora supongo que volverás a ser ese tonto creído que me habló por primera vez.

   — ¿Podrías explicarte un poco más?

   —Viene un... espía, por así decirlo. Me escabullí entre los pasillos prohibidos y escuché que hablaban con el Capitán. Parece que lo envían desde Palacio Real. Será alguien que te vigile y vea que actúas apropiadamente.

   Por un momento, Iroh respira. Al principio sí que creyó que venían solo para llevárselo de vuelta al Palacio Real, pero no... aunque será algo similar.

   —Su atención, por favor —oye entonces Iroh y todos los demás presentes en el comedor, girando su mirada y viendo en el umbral de la entrada a Bumi.

   Junto a él viene un sujeto, delgado, alto y de anteojos redondos. Por su traje, postura y mirada, Iroh adivina de inmediato que él es el enviado.

   —Les presento a Sir Kuenz, un enviado desde el Alto Mando Militar que supervisará nuestro accionar en aguas internacionales por los próximos seis meses y entregará una evaluación de cada que entre en su consideración que leerán no solo el General Ukari, sino además el Señor del Fuego en persona —dice el Capitán Bumi, con varios sorprendiéndose y asustándose, aunque otros pasándolo por alto—. Esto es algo ya tradicional, pues es así como se eligen a quienes van a recibir medallas y distinciones a fines de año ante la Corona. Les aseguro que si trabajan duro y se comportan, es algo que tendrán fácil.

   Apenas notándolo, Iroh ve cómo en el pecho izquierdo de Bumi relucen al menos una docena de medallas y otros símbolos de distinción, entre ellos uno que llama particularmente su atención: el símbolo de la Guardia Imperial.

   La Guardia Imperial es un estatus de sumo poder dentro del ejército de la Nación del Fuego. Son los hombres, y en los últimos años también mujeres, más fuertes y preparados física y mentalmente para defender al país y sus mayores fuerzas, siendo la principal la Familia Real. Iroh creció rodeado de estos, y algo que su padre le dijo una vez es que la Guardia Imperial solo es compuesta por ciudadanos maestros fuego, nacidos en el país. Pero si sus ojos no le fallan, está de pronto ante un Guardia Imperial no maestro, nacido en Ciudad República...

Avatar. Príncipe de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora