4: Dramas de lobos inquietos

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─Seo MyunHee, su salud mejora cada vez más, de verdad la felicito ─HoSeok le regaló a su paciente una de sus más perladas y sinceras sonrisas. Y mientras esa curvatura en sus labios se estiraba sutilmente, YoonGi la imitaba mentalmente intentando guardarla en algún espacio libre de su memoria, claro que, allí no había mucho espacio como para aprender a copiar una sonrisa tranquilizadora, y eso tenía una perfecta excusa detrás. 

Porque es que, ni el recuerdo de su perfume, el rosáceo de esas mejillas regordetas o su suave voz le permitían guardar alguna otra cosa que pudiera considerar "importante". Porque ningún detalle de aquél dulce omega había podido alejarse de sus pensamientos, él se mantenía ocupando cada rincón de su corazón y de su mente. No fueron suficientes las horas que pasó trabajando una semana entera en el laboratorio manteniéndose ocupado, ni mucho menos la semana que le siguió a esa atendiendo en traumatología, en ningún momento dejó de pensar en JiMin, y las ganas que tenía por verlo aumentaban con cada día que pasaba.

A su vez, se instalarían consigo las emociones más raras que nunca había experimentado con su alfa interno, quien durante esa penumbra llamada noche no lo dejaba descansar gracias a los gruñidos involuntarios que le obligaba a soltar. Sin embargo, durante el día sería diferente, pues cuando nadie lo miraba se distraía soñando despierto, recordando a la perfección esa sensación de plenitud y calma que le invadía por el cuerpo con su mera presencia, imaginando sus ojos entrecerrarse para dar paso a una hermosa sonrisa, repitiendo una y otra vez el sonido de su voz, en cómo decía su nombre y el tono formal que usaba...

─Señor Min... ─susurró para sí mismo cuando por fin pudo salir de la consulta en la que estaba anteriormente, suspirando embelesado, deseaba escucharlo de nuevo, aunque lo llamara señor y no "el amor de mi vida".

YoonGi podría pasar una tarde entera embobado con un omega al que poco conocía, sintiéndose plenamente contento, y no buscaría una explicación para ello, solo lo disfrutaría. 

Pero no sería por mucho, pues también tenía una residencia a la que sacar adelante, la responsabilidad lo sacaría de sus pensamientos, haciéndolo dar un brinco sobre su silla. Con una sola vibración en su tableta era suficiente para alertar cada uno de sus sentidos y de hacer fluir ese ímpetu corriendo por sus venas, llenándolo de energía. Una única llamada, y Min YoonGi estaba listo para la acción entrando rápidamente a la sala de emergencias.

─ ¡Por favor, por favor, mi esposo!

Los gritos no tardaron en hacerse oír, así como él tampoco tardaría en llegar en conjunto a su compañero residente, Kim NamJoon, y un poco más atrás el Doctor Jung HoSeok. Sus ojos analizaron la escena, una omega de aproximadamente cuarenta años con varios raspones en su frente estaba dándose golpes de pecho con los puños cerrados y sus nudillos rojizos; a su lado, un cachorro de unos seis años la tomaba por la falda con un gesto estupefacto en su rostro, ambos miraban a un alfa herido que era entrado en una camilla.

─Choi JungSu, alfa de 41 años, accidente de auto, él mismo llamó pero cuando llegamos estaba inconsciente ─dijo una de las paramédicos a cargo.

Una de las máquinas a las que estaba conectado se activó con un pitido, algo que no era una buena señal, alertando a cada uno de los presentes. 

─Saturación de oxígeno bajando.  No puede respirar ─exclamó YoonGi acelerando el paso mientras empujaba uno de los extremos de la camilla.

─Máscara, rápido ─pidió NamJoon inmediatamente, en un tono tan alto que pudo alterar aún más a la esposa del paciente.

YoonGi frunció el ceño mientras revisaba al hombre, no tenía hematomas graves sino un par de rasguños en el cuerpo, estaba seguro de que el hombre había corrido con mucha suerte. Sin embargo, su instinto le gritaba que algo no pintaba bien.

Diagnóstico al omega » YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora