1: ¡Del gris al verde en un paso!

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La expresión de espanto que Min YoonGi guarda entre ceja y ceja es digno de pintarse y colgar en un museo cualquiera, el artista de aquella obra entró cual ráfaga de viento, desparramándose sobre él como un abundante, espeso y verde líquido, lo su...

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La expresión de espanto que Min YoonGi guarda entre ceja y ceja es digno de pintarse y colgar en un museo cualquiera, el artista de aquella obra entró cual ráfaga de viento, desparramándose sobre él como un abundante, espeso y verde líquido, lo suficiente como para darse cuenta de que no estaba nada preparado para su llegada.

Él se preparó para que fuese un lunes cualquiera, donde una calurosa mañana le saludó en conjunto a su atrasada alarma, para cepillarse los dientes mientras se duchaba y tomarse un café muy frío de la noche anterior; estaba listo inclusive para saltar directo a la calle, luego sentirse como la presa de cientos de lobos dispuestos a cazar su cuerpo en un descuido. El bullicio de la multitud le causaba náuseas, aun así, lo soportaba escabulléndose en aquella jungla de personas.

Aguantar la respiración, ignorar, y correr.

Los músculos de sus piernas se apretaban con cada paso que daba, dando lo mejor de sí como un desquiciado por toda la venida, YoonGi no dejaba de mirar repetidas veces el reloj en su mano izquierda, causando numerosas veces algún choque con personas al azar, cada vez más cerca de dejarlo en el suelo. El viento chocando violentamente contra su rostro de marfil y el seguido vaivén de la pesada mochila contra su espalda no era una buena combinación para el pobre, sin embargo, el Hospital Wolfie se irguió frente a sus ojos antes de darse cuenta.

Atravesó la puerta de cristal con rapidez, ganándose las fugaces miradas carentes de sorpresa de sus compañeros de trabajo. Sin embargo, no se devolvió fulminante, ya estaba bastante acostumbrado. Sus sentidos agudizados se enfocaban en su tiempo, cronometrado, y exasperado se abrió paso hacia el vestidor, donde cambió aquella desfachatez rutinaria por el uniforme gris, y aunque al salir intentó controlar su paso con tal de no resbalarse —de las peligrosas baldosas recién trapeadas—, fue un propinado golpe en su barbilla lo que le hizo tambalearse y soltar un quejido por lo bajo.

— ¡Por el santo alfa, lo siento muchísimo! —una voz suave y rasposa había pronunciado, YoonGi lo pudo insultar por chocar tan fuerte contra él, pero decidió mirar al dueño de aquella voz, intentando usar su lobo interior con tal de intimidar, cosa que rara vez lograba salir a flote.

Sin embargo, quizás fue YoonGi quien terminó intimidado. Ante unos ojos brillantes arrepentidos, él cayó rendido.

De unos centímetros más bajo, un omega hacía una sutil reverencia hacia él. YoonGi miró el cuello de la camisa del susodicho, jaló un poco de este para examinarle de cerca el rostro. Primero se desvió a los vellos en su cuello, ligeramente erizados; siguió hacia sus cejas perfectamente peinadas y finalizó analizando unos rosados belfos cubiertos de brillo. Estaba concentrado memorizando aquél jovial rostro de porcelana, tanto que no se dio cuenta en cómo debajo de él comienza a moverse inquieto. Estaba a un paso de permanecer allí cómodamente, y no fue su ética la que lo detuvo de hacerlo.

Fue interrumpido gracias al inesperado vómito del omega que se desparramaba elegantemente sobre la camisa del uniforme de YoonGi. Entonces, YoonGi espabiló tras unos segundos.

Diagnóstico al omega » YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora