╼ 𝐎𝐧𝐞.

113 12 0
                                    

Ven, sálvame, rescátame, despiértame.

Esas eran las palabras que Seong Hwa siempre escuchaba, se hacían más notorias en momentos de peligro, de estrés y sobre todo, de miedo.

Miedo. Como el que sintió cuando despierto en una habitación que no conocía, en una oscuridad cargada de peligro, miedo y tensión. Se levantó de aquel duro, húmedo y frio suelo, sobándose la parte trasera de su cabeza.

¿Por qué estaba el ahí?

Es una pregunta que no sabe responderse, una voz chillona le responde diciendo que todo fue idea del mayor.

¿Dónde estuvo todo este tiempo, hyung? Creí que había quedado atrapado en el espejo...

El solo dirá que no sabe, ¿Dónde estuvo durante cuánto tiempo? Su última memoria, siendo verdaderamente el, fue hacia dos meses atrás.

Siente la calidez propia de la luz solar cosquillear su mejilla derecha, y gira su cabeza hacia donde estaba aquella luz. Entre pasos dubitativos, corre la cortina desproporcionada y suelta un quejido al sentir como el Sol lo golpea directo.

Mala idea.

Retrocede cegado ante ese golpe y sin darse cuenta, pisa algo blando que lo hace resbalar y caer de nuevo al suelo.

Un brazo ensangrentado.

No había que ser un genio como para darse de que lo había hecho, la iluminación de afuera se lo muestra: paredes llenas de frases escritas con sangre, cuerpos inertes, extremidades por todo el lugar.

Retiene un vomito que amenaza con ser expulsado de su garganta, al sentir el olor a putrefacción. Las yemas de sus dedos sienten los cortes en sus pómulos, y la sangre seca impresa en ellos.

« ¿Qué es lo que hice?» se cuestiona.

Escucha los sollozos a un lado de él, era el infante que siempre estaba con él, con su peluche en forma de perro; inseparable. Mira el animal de felpa y recuerdos lo inundan, empezando a alterarlo.

Es algo que hicimos todos, hyung—vuelve a sollozar, y su mente se queda en blanco—. Él dijo que lo ayudáramos sino queríamos que le hiciera algo a usted.

Escucha unos golpecitos en la pared, directo a su nuca.

¿Verdaderamente era el cuándo hizo aquello?

No. Era otro que usaba su cuerpo para cumplir sus fantasías más perversas y retorcidas.

Debemos irnos, no pueden encontrarnos en este lugar—replica otra voz, en un tono más dulce—. ¡Prometieron no volver a hacerlo!

Él no lo recuerda. ¿Desde cuándo otro decidía por él?

Unos sollozos, ajenos a los de su inseparable acompañante, lo alertan.

¿Sería bueno si decidía averiguarlo?

Usted no averiguara nada, debemos irnos—ordeno el infante, sosteniendo su muñeca con más fuerza de lo habitual.

Se levanta del suelo y una duda carcome su cabeza, suelta la mano del menor y vuelva hacia donde estaba instantes atrás. Con una decisión ya formada en su mente, decide descubrir la fuente de aquel ruido que le ponía los pelos de punta.

No sabemos qué es lo que está ahí dentro, ¡no lo haga!—exclama el menor de todos, de repente se siente fatigado y un tanto harto. ¿Desde cuándo dejaba que otros le dijeran que hacer?

Niega y oprime aquella pared que suelta un pequeño clic, y se desliza hacia un lado. La sorpresa se dibujaba en rostro al ver una pequeña bolita temblorosa de mantas coloridas que se deshacía en sollozos y lamentos.

—Ey, ¿estás bien?—pregunta, picando un costado de esa masa. Aquella bolita deja de temblar por un segundo para después quitar todas aquellas telas que lo protegían de cualquier mal que se encontrase allí fuera, dejándole ver una cabellera blanca con mechones lavanda.

Se cae de espaldas al ver a aquel hombre, mirarlo con asombro, curiosidad y más que nada con miedo. Levanta las manos en señal de rendición, pero luego las baja con rapidez, al descubrir que estas estaban manchadas de sangre, el hombre de rasgos delicados vuelve a mirarlo con miedo.

—No quiero hacerte daño, solo vengo a ayudarte—habla mientras le extiende una mano para ayudarlo a salir de ese espacio tan reducido, percibe la desconfianza emanar de su cuerpo y agrega: —soy uno de los nuevos vecinos, me alarme mucho al escuchar tantos gritos y cuando logre forzar la puerta, ya todos estaban...

Se ve incapaz de completar su mentira, no sabía en qué edificio estaba, ni el día, ni la hora, ni....Pero el chico decide creerle y confiar, al menos en que él lo sacara de aquel lugar tan horrible.

Al menos mejoraste en tu forma de mentir, primera vez que haces algo bien. ¡Enhorabuena!—siente el sarcasmo en su tono, pero decide no responderle, pues tiene mejores cosas que hacer.

— ¿Qué hacías metido ahí dentro?—cuestiona, una vez que el de cabellos blancos abandona ese diminuto lugar y observa toda la escena con la mirada más perdida que antes. Le toma unos momentos, centrar su mirada en algo que no sea los cuerpos y balbucea.

—Uno de mis amigos me encerró aquí, cuando un extraño entro y comenzó a asesinarlos—murmura con tono inestable, su mente empieza a atar cabos sobre lo que paso anoche cuando otro lo interrumpe.

— ¿Él es la cena?

Lo mira de reojo y decide no matarlo. No por ahora, primero: debe sacarle información, segundo: algo le dice que él podría ayudarlo, ¿en qué? Desconoce dicha respuesta pero aun así quiere saberla, y tercero: le parece atractivo.

Aunque tenga algunos moretones y el maquillaje corrido.

Cuarto, pero menos importante: conoce esa mirada de ojos verdes asustadizos y desconfiados, pero a la vez, la desconoce.

¿Dónde la había visto antes?

— ¿Cómo te llamas?—vuelve a preguntar.

—Hong Joong, ¿y tú, eres...?

Duda en responder. ¿Quién es él? Ahora mismo podría decirle que era alguien más, distinto al verdadero, muy distinto.

Pero... ¿Por qué las dudas?

—Soy Seong Hwa—responde luego de unos minutos de incomodos silencios, el más abajo asiente y sonreí temblorosamente, aun puede ver las dudas brillando como un cartel neón en sus orbes.

—Gracias por ayudarme a salir de allí Seong Hwa—le señala aquel lugarcito. No sabe porque pero desde ese instante le gusto el cómo pronunciaba su nombre, en ese tono cargado de dudas y miedo, pero dulce al final.

Le devuelve la sonrisa y ambos salen de aquel departamento antes de que alguien reporte el olor a putrefacción a las autoridades y los pillen ahí mismo.

Sí, todo sería diferente después de encuentro.

𝐇𝐄 | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora