El sacerdote de rubia cabellera y ojos grises caminaba por los lánguidos pasillos de un humilde hospital, su hermana Andrea iba prendida de su brazo, como cuando se sentía insegura y no lo manifestaba. Tanto para Lorelei como para Andrea, Connor era el pilar que les brindaba paz y seguridad, por eso el sacerdote de particulares ojos grises, por más que lo negara rotundamente, se sentía celoso de Clinton porque el esposo de su hermanita menor había llegado para robarle su papel junto a Lorelei.
Al entrar en la blanca y luminosa habitación, Connor sintió como Andrea contenía un sollozo, y no era para menos, su hermano menor Jonathan estaba acostado sobre una amplia camilla de sábanas blancas, visiblemente herido y con un oficial armado que lo vigilaba constantemente con una fría e inquisidora mirada, a su vez tenía las esposas que lo ataban a los bordes de la cama para evitar que escapara; aunque eso era una picardía ya que Jonathan no podría volver a caminar nunca más.
Al ver a su hermano menor en ese estado, Andrea huyó de la habitación corriendo y conteniendo el llanto. El sacerdote, en cambio, entró con paso y postura firme y fue recibido por la gélida mirada del oficial.
—Soy el padre Connor Gallagher, hermano de ese... hombre. —se presentó en un tono grave el sacerdote de la Santa Sede.
El oficial lo miró profundamente a los ojos y estudió cada parte de la expresión en el apuesto rostro del aquel hombre de larga sotana negra y zapatos de cuero de igual color.
—Adelante. —dijo haciéndose a un lado pero no dejando su ubicación. A pesar de estar postrado ese hombre no dejaba de ser un peligroso criminal.
Una risita irónica y satírica se escuchó en la habitación:
—Pero sí es el hijo pródigo que ha regresado. —se burló Jonathan mirando sarcásticamente a su hermano mayor. —Me levantaría a saludarte hermano pero... no será posible en este momento. —comentó sin perder esa mirada desafiante y sarcástica.
El sacerdote de ojos grises frunció el ceño gravemente y respiró pesadamente:
—Jonathan... —lo llamó seriamente y se acercó a la cabecera de la cama en que su hermano estaba acostado. Quería decir más pero no le salían las palabras ya que siempre había sido un hombre frío.
— ¿Sólo Jonathan? ¿No vas a abrazarme? Después de todo soy tu adorado hermanito menor. —preguntó con ironía y esa sonrisita molesta que hacía perder la paciencia al sacerdote.
—Estás muy herido como para que te abrace. Podría lastimarte. —respondió fríamente Connor, evitando las bromas incomodas de Jonathan.
—Excusas. —chistó la lengua molesto el joven herido. —Estás enojado por lo que hice a esa zorra de hermana que compartimos.
El sacerdote apretó sus mandíbulas y su rostro se contrajo de la rabia.
—No te atrevas a llamarla así. Es tu sangre y preferiste a un psicópata antes que a ella. —dijo seriamente.
Jonathan molesto volvió a chistar la lengua ante las palabras de su hermano mayor.
—Y ella prefirió a ese piel roja antes que a su sangre. Es una traidora y una zorra. —retrucó enojado mirando intensamente a su hermano mayor.
Connor acortó más la distancia entre él y el hombre herido, tomó una silla que había a un costado y se sentó junto a la cama.
—Ese Piel Roja como tú lo llamas ama con devoción a nuestra hermana y arriesgó su carrera para salvarla. Si algún día te hubieras tomado el tiempo de conocerlo y de sacar tus propias conclusiones no pensarías así. —manifestó tratando de mantener la calma.
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Una misión trascendental.
FanfictionClinton Skye, el mejor tirador del FBI, uno de los mejores agentes del buro, se embarcará, junto con sus compañeros, en una de las misiones más difíciles de su vida cuando tendrá que salvar a su esposa y a su hijo nonato de un maniático criminal.