Lorelei miraba todo con confusión y horror, le parecía un circo de fenómenos que no comprendían la gravedad de su situación, ella había sido raptada no salvada. Al escuchar la última frase Cormac tomó de la cintura a Lorelei y la pegó a su cuerpo, la pobre mujer tuvo que reprimir las arcadas al estar tan cerca de ese hombre asqueroso.
—Amigos míos... tranquilos. Ya encontraremos una solución a este problema. —dijo y señaló el vientre abultado de la joven de ojos esmeraldas. —Ahora dejemos que mi hermosa amada descanse. Ha sido un viaje largo y está cansada.
Las personas aplaudieron a su líder y lo alabaron como si fuera un dios. Al mismo tiempo un joven de mediana estatura, cabello rubio rizado y ojos azules grisáceos se acercó a ellos. Era corpulento y tenía una burlona sonrisa en sus labios. Al verlo Lorelei abrió con sorpresa sus ojos:
—Bienvenida hermanita. Te mostraré tu nueva habitación. —la saludó sin perder su satírica expresión.
—Jonathan... —lo nombró la joven asombrada, era su hermano menor. Él que junto con sus padres la había echado cuando supo que se casaría con Clinton.
Jonathan Gallagher acortó la distancia entre él y su hermana:
—Estás gorda. —se burló de ella. —No puedo creer que te dejaras embarazar por esa bestia. —dijo con asco.
La expresión y la mirada de Lorelei cambiaron drásticamente al ver allí a su hermano menor. Frunció el ceño enojada y comenzó a respirar pesadamente. No podía entender cómo su sangre la había traicionado de esa manera:
—Eres un idiota Jonathan. —manifestó furiosa. — ¿Cómo puedes hacerle esto a tu propia hermana y a tu propio sobrino? —preguntó furiosa y zafándose del agarre del médico.
Su hermano enarcó una rubia ceja y la miró con repulsión:
—Esa cosa que llevas en tu vientre no es mi sobrino y tú dejaste de ser mi hermana cuando elegiste a ese salvaje antes que a tu familia. —dijo con desdén. —Camina, te llevaré a tu habitación. —dijo para agarrarla violentamente del brazo pero Lorelei comenzó a luchar, las palabras de su hermano la encendieron en rabia e ira. Ya no soportaba que insultaran a su esposo ni a su hijo.
—Clinton no es un salvaje, es mucho más hombre que tú y este individuo aquí presente. —exclamó mientras se zafaba del agarre de su hermano. —Ustedes son los bárbaros. Y tu Jonathan eres un traidor. —dijo con odio en sus palabras y con una iracunda mirada.
El joven de ojos azules y cabellera rubia levantó la mano para abofetear a su hermana pero Cormac lo detuvo.
—Jonathan no. —exclamó seriamente. — ¿no te das cuenta que tu hermana está cansada? No sabe lo que dice. Aquel demonio debe haberle hechizado. —dijo en tono conciliador.
Lorelei dio un paso hacia atrás cuando vio que el doctor Murphy se acercaba a ella, cuando fue a acariciarle el rostro ella se hizo a un lado; evitando todo contacto con ese hombre manipulador. Eso enfureció al médico, quien clavó sus dedos, como si fueran garras, en la blanca piel del brazo de la joven, de ojos verdes esmeraldas, logrando que ella soltara un quejido de dolor:
—Cuándo tu salvaje te acaricia no lo rechazas, maldita perra. —susurró a su oído y eso provocó arcadas en Lorelei, el tenerlo tan cerca le daba nauseas.
—Eso es porque lo amo. Amo a Clinton con toda mi alma. Tú nunca lo entenderías. Porque tú no sabes lo que es el amor. —respondió ella mientras apretaba sus mandíbulas de la rabia. Estaba cansada de oír los insultos y ser una mera espectadora.
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Una misión trascendental.
ФанфикClinton Skye, el mejor tirador del FBI, uno de los mejores agentes del buro, se embarcará, junto con sus compañeros, en una de las misiones más difíciles de su vida cuando tendrá que salvar a su esposa y a su hijo nonato de un maniático criminal.