Capítulo IX:
Las últimas 48 horas habían sido un caos en la vida de Clinton Skye y de su esposa, Lorelei Skye, pero al fin, después de tantas idas y vueltas, habían logrado encontrar la paz.
El agente del FBI estaba sentado sobre una incómoda silla de color negro, junto a la cama de su esposa en la blanca y amplia habitación de un hospital. Habían contado con la fortuna de tener un buen seguro médico así que las instalaciones eran excelentes, pero eso era lo que menos le preocupaba al hombre nativo.
Lorelei dormía profundamente debido al efecto prolongado de la anestesia que previamente le había inyectado Cormac Murphy, gracias a eso, los médicos habían aprovechado para hacerle todo tipo de estudios y análisis de rutina. Querían saber si ella y su bebé estaban bien, por eso también habían llamado a la doctora Mariana Rivera, su obstetra personal y la que atendía su embarazo desde el primer día, para que la experta médica pudiera revisarla y sacar sus propias conclusiones.
Pero más allá de tener su hermoso rostro magullado y con visibles moretones y heridas, no había ningún problema, salvo que estaba deshidratada y no había comido en dos días. Por eso las enfermeras le habían inyectado por vía intravenosa un suero con las sales, los nutrientes y los líquidos perdidos para acelerar la recuperación. Aunque era necesario que, inmediatamente, al despertar comiera algo también.
No obstante, más allá de esos problemas, Lorelei se encontraba en buen estado, al menos eso habían reflejado los resultados de sus análisis. Para revisar al bebé esperarían a la doctora Rivera, quien no tardaría en llegar.
Mientras las enfermeras y el médico se encargaban de su esposa, Clinton llamó a Connor explicándole resumidamente lo sucedido y agregó que su hermana se encontraba en el hospital siendo atendida, el sacerdote católico agradeció a su cuñado que cumpliera su promesa e inmediatamente, él y su hermana Andrea, se encaminaron a ver a Lorelei al hospital en el auto del sacerdote.
De la misma manera Clinton habló con sus progenitores, Marilou y Nelson Skye suspiraron aliviados cuando oyeron la voz de su hijo mayor contándoles que Lorelei estaba bien y también su futuro nieto. Por supuesto no dudaron ni un minuto en decirle que irían al hospital a verla, especialmente porque Tali, su querida sobrina, se encontraba inquieta y preocupada por su tía. El agente Skye sonrió interiormente y aprobó las acciones de sus padres, sabía que nada le haría mejor a su esposa que ver a Tali y a su familia política. Porque Clinton estaba al corriente de cuánto apreciaba Lorelei a la familia Skye y lo feliz que era con ellos.
En cuanto vio al médico acercarse a él, Clinton cortó la llamada y se dedicó a escuchar atentamente las palabras del hombre con bata blanca que le hablaba solemnemente, era un hombre de unos cincuenta años, de ojos azules y abundante cabello blanco. Hablaba con erudición y parecía tener experiencia en el campo de la medicina.
—Señor Skye, más allá de los golpes y la deshidratación su esposa está bien. Para el ultrasonido esperaremos a la doctora Rivera ya que la obstetricia no es mi área pero por lo que han plasmado los resultados de los análisis de sangre, no parece haber ningún problema con el embarazo de la señora Skye. —explicó el doctor Stoker con solemnidad en sus palabras. —Pero... considero que por los sucesos que vivió su esposa recientemente... sea necesario que la viera un experto en psicología. —aconsejó pero al ver la mirada seria de Clinton agregó: —Sólo para quedarnos seguro de que ella esté bien.
El agente especial Skye asintió con un movimiento de su cabeza y una triste expresión en su rostro:
—Lo entiendo doctor Stoker. —respondió formalmente.
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Una misión trascendental.
FanficClinton Skye, el mejor tirador del FBI, uno de los mejores agentes del buro, se embarcará, junto con sus compañeros, en una de las misiones más difíciles de su vida cuando tendrá que salvar a su esposa y a su hijo nonato de un maniático criminal.