DOS.

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No había nada en el mundo que le causara interés y al mismo tiempo placer que pintar, lo hacía cuando se sentía feliz, pero lamentablemente siempre sentía furia. No podía recordar cuando fue la última vez que sintió amor por alguien más que no fuera Yuuji Itadori, su hermano de otra familia. Sus padres la habían abandonado, las personas que se encargaban de ella tampoco tuvieron interés por mostrarle amor, desaparecieron un día dejándola a la suerte. Leer siempre fue la fuente de su distracción, los libros que tenía eran su más grande tesoro, los guardaba en un baúl junto al resto de sus pertenencias más preciadas. Estaba hechizada por la manera de ver el mundo desde la perspectiva del autor, de cómo creaba teorías en su mente escapando de la cruda realidad. Era su pasatiempo favorito, odiaba cuando alguien que no fuera Itadori interrumpiera su lectura.

Esa calurosa mañana aumentaba su irritación, odiaba los clubes, se había inscrito en el de lectura, pero era una porquería para ella, los demás no le prestaban la importancia necesaria. Prefería encerrarse en el salón en las horas de descanso para llenarse de silencio mientras leía.

Un ramo de rosas se interpuso en su visión, molesta alzó los ojos hasta encontrar al responsable. Frente a ella estaba Yato, un joven de otro grupo que siempre profesaba su amor por Sakura gritando a los cuatro vientos que la convertiría en su novia y esposa, además de alejar al resto de hombres. Era una pesadilla.

— Tan hermosa como siempre, Sakura. —halagó dejando una caja de chocolates sobre el pupitre, justo encima de la revista a blanco y negro.

Tenía los ojos puestos en él desprendiendo odio puro. Quería que se alejara de ella para siempre, no volver a verlo nunca más, no escuchar su voz ni tenerlo rondando cerca de ella como un tonto obsesionado. No lo soportaba, odiaba cuando la abordaba en cualquier espacio solo para decirle cuanto la amaba. Odiaba su forma de tratarla como si fuera suya mientras a las otras las trataba con insultos y desprecio. Era un hipócrita pervertido, tonto y enfermo por una obsesión.

— Realmente eres muy estúpido. —arrojó las flores al suelo. Sus ojos flamearon llenos de ira y apretó la falda de su uniforme entre sus manos como método para contenerse—. Solo sal de mi vista. —masculló tragándose todos los insultos que prefería reservar para no hacer sentir mal al contrario.

Cerró su libro de golpe y se levantó alisando su falda. Buscaría a Itadori para reunirse con él e ir al club del ocultismo, más tarde irían a ver a su abuelo al hospital, eran los últimos días del hombre que los crió. No tuvo intenciones de mirar al joven un par de años mayor que ella, pensaba en asuntos de importancia restándole interés a lo que sucedía a su alrededor.
Su objetivo de ignorarlo y avanzar hasta la puerta para escapar cayó en un fracaso. Las manos de él la tomaron de los tobillos obligándola a detenerse, Sakura tuvo que mantener el equilibrio para no caer. Sintió los brazos subir aferrándose a sus piernas y cuando inclinó la cabeza lo encontró de rodillas queriendo retenerla a su lado por más tiempo.

— Por favor, ámame. —suplicó. Tenía las pupilas dilatadas, ojos grandes inyectados de obsesión por ella y el cabello revuelto. Parecía desesperado, sudaba mientras repetía la misma oración. El miedo subió por su columna, pero fue contrastado por la ira que se acumulaba en su pecho. Sakura gruñó hastiada por la repetitiva escena. Las nauseas fueron más grandes que el pánico abanicando en su cuello.

— Te lo he dicho de todas las formas posibles. Entiéndelo de una vez. ¡No hay una puta manera en que salga contigo! —lo empujó derribándolo al suelo. El cuerpo se estrelló contra una banca—. ¡Conoce tu lugar! —lo pateó retrocediendo tan lejos como fuera posible—. Piérdete idiota.

Sus manos se aferraron al libro mientras recorría los pasillos de la institución. La rabia que desbordaba de su cuerpo era una clara advertencia a los demás para que se apartara de su camino, de lo contrario quedarían en el fuego cruzado resultando heridos por las filosas palabras que sería capaz de pronunciar, incluso puede que se le escapara un golpe.

 𝐒𝐀𝐊𝐔𝐑𝐀 | ❛Ryomen Sukuna❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora