DIEZ

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La delgada y alta figura de la adolescente se abrió paso entre las personas que viajaban en el tren. Dejó un rastro de sudor en el tubo y empujó al hombre que tenía delante suyo. Sus ojos asustados inspeccionaron el vagón buscando y escapando de alguien o algo que ni siquiera ella conocía. La paranoia estaba consumiendo sus sentidos.

— ¡Señorita! —una pesada mano le tocó el hombro y ella saltó por el susto—. Lo siento. —se disculpó el joven haciendo una reverencia—. Ésta es la última parada, ¿va a bajar?

Sakura miró al desconocido de arriba hacia abajo. Llevaba un uniforme de secundaria y parecía inofensivo, la suavidad en sus ojos la hizo bajar la guardia. Giró su rostro hacia la izquierda y de reojo comprobó lo dicho por él. Había pasado tanto tiempo dentro de su propia burbuja de miedo que no percibió que el lugar había quedado vacío.

— Gracias. —logró articular con la boca entumecido y seca.

Abandonó la estación del tren yendo por las transitadas calles de Tokio hasta entrar en los suburbios, lejos de la zona metropolitana donde la cantidad de energía maldita era mayor.

La oscuridad empezó a apoderarse del cielo y el frío viento golpeó su piel helando hasta sus huesos. Sus pasos acelerados empezaron a ocasionar un dolor punzante en sus pies, además, las piernas le pesaron. Se abrazó a sí misma sin dejar de mirar hacia el frente.

— Sakura. —escuchó su nombre proveniente de una voz desconocida. Quiso voltear y encontrar a quien la llamaba, sin embargo, un escalofrío le recorrió la columna y le heló los huesos—. Sakura. —sisearon en su oído, un llamado más escalofriante que el anterior.

Comenzó a pensar en las posibilidades y en la persona que estaba detrás suyo. En caso de ser un secuestrador su vida estaría a salvo mientras Gojo Satoru diera dinero pasa su rescate. Aunque la idea de ser torturada o violada no tardó en carcomer su cabeza.

Sin darse cuenta las lágrimas se deslizaron y su pulso aumentó siendo audible para sus oídos. Intentó apresurarse hacia el colegio de hechicería, allí creía que estaría segura. La noche anterior había llovido formando charcos en las calles de barro, al pisarlos de manera descuidada salpicó agua y el sonido hizo eco en sus oídos.

— Sakura. —volvieron a pronunciar su nombre de una manera tan aterradora que creó un hueco en su estómago.

Sintió una mano en su hombro y como respuesta de huida corrió soltando in grito pavoroso. Una oleada de energía la arrojó al suelo, la presión del inmenso poder le comprimió los músculos hasta hacerla retorcerse de dolor. La sangre empezó a gotear de su nariz y el escozor de sus rodillas provocó lagrimeo.

Sintiendo la presencia desconocida intentó ponerse de pie luchando con todas las fuerzas que tenía. Soltó un grito de desesperación y se arrastró por el suelo con las puntas de sus dedos mallugados y cubiertos de sangre. Cuando pudo levantarse no dudó en volver a correr por su vida.

— ¡Sukuna! —gritó su nombre aterrada, el miedo empezó a nublar su mente. El cabello se le pegaba a la cara e intentó apartarlo para ver por donde corría—. ¡Ayúdame, Sukuna! —lo invocó, pero no funcionaba.

Tenía mucho miedo, apretó las manos formando puños con la esperanza de calmar sus temblores y estabilizarse, pero fue en vano. Sintió el peso de su vida en sus huesos y alma, casi sintiendo que moriría en ese mismo instante. Cayó sentada y alzó la cara mirando a su perseguidor a la cara.

Sus botas pesadas pisaron fuertemente el suelo mientras ella se quedaba estática esperando el siguiente movimiento. Aquel individuo se detuvo manteniendo una distancia considerable, le sonrió con malicia y descaro, ella era su presa y la tenía justo donde quería.

 𝐒𝐀𝐊𝐔𝐑𝐀 | ❛Ryomen Sukuna❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora